La decisión

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Ashlyn miraba por la ventana del auto que la llevaba al aeropuerto. El hombre le hablaba del clima, del tráfico, de la idea emocionante de viajar a su joven edad

- ¡Ha de ser emocionante para ti irte sola! - gritaba el hombre una y otra vez. Estaba tan feliz que parecía que era él quien viajaba - Querida ¿te sientes bien?

El hombre parecía haberse detenido a mirar realmente a Ashlyn quien, en realidad, se marchaba de la Argentina casi obligada. Se iba para olvidar, para desencantarse de alguien. 

Ashlyn se había enamorado...de nuevo. Habían salido unos meses sin oficializar nada pero él conocía su casa, sus amigos y sus secretos más guardados. Claro que Ash jamás se los hubiera revelado de haber sabido que ella no era más que un juego. Lo que ocurrió es que él no parecía ese tipo de chico.

Se había mostrado siempre sincero y sensible. Era un muchacho con el que ella podía mantener una conversación sin estar preocupada en "el movimiento" o sin estar sintiendo que sólo querían llevarla a la cama. De hecho, lo curioso fue que cuando ese bendito momento se dio, él no pudo tener sexo con ella. 

Lo cierto es que se necesita piel para tener sexo, un vínculo...y ellos no lo tenían en aquél momento. Pero Ashlyn se mostraba dispuesta a construirlo. Por supuesto él se avergonzó cuando no logró una erección pero ella se sentó junto a él y le dio la mano

"Todo está bien" le dijo y lo besó 

"Perdón" seguía repitiendo

Ella volvió a besarlo y le susurró "tenemos todo el tiempo del mundo".

Los días pasaron. Hubo un nuevo intento pero se repitió la situación. Ashlyn no estaba asustada. Lejos de eso sentía un poco de pena porque sabía que cuando él le decía "no sos vos" era verdad. Pero, de nuevo, era una cuestión de piel.

Corría el mes de agosto y Ashlyn decidió hacerle una sorpresa para su cumpleaños: reservó una mesa en un restaurante junto al río con luces parecidas a las navideñas para comer afuera con una linda vista. 

Nunca fueron a comer allí. 

Él cambió de planes: saldría con sus amigos pero, antes, la llevaría a Ash a un McDonald's y le diría "no me pareces una persona interesante y no podemos salir más". Rechazó cualquier plan con ella y no le dio más explicaciones.

Ashlyn soportó ser tratada como amiga durante el mes de Septiembre. Veía como su "ex" subía fotos en instagram con otra chica y sus amigos (a quienes ella conocía) lo felicitaban ¿Cómo podía culparlo? Ash era distinta y esa chica era el prototipo que buscaban los demás.

- Señorita ¿la dejo acá? - le dijo el señor del taxi al llegar al aeropuerto

- Sí, gracias. - contestó de repente Ashlyn dándole el dinero al hombre. No podía creer cómo se había abstraído todo el viaje en el recuerdo. 

EL RECUERDO. De eso huía Ashlyn...de cualquier cosa que le recordara a él y a todo lo que habían vivido juntos. Quería olvidar.

Ash había tomado todo el dinero que tenía y había sacado un pasaje de ida a San Francisco. Sólo de ida. No tenía una vuelta planeada. Allí la esperaban su primo, su mujer y sus hijas. Había sacado el pasaje y los había llamado diciéndoles: "tenía ganas de visitarlos". 

Ashlyn no se había despedido de su madre ni de su hermano. Ella sabía muy en el fondo que harían que cambiara de opinión: su mamá le daría lástima porque se pondría a llorar y su hermano la convencería con la retórica y sermones de que no era una decisión madura.

Despachó sus dos valijas grandes y se quedó con su carry on, con el que se dirigió a la puerta de embarque. Llamó a su casa y cuando su hermano atendió le dijo "pasame con mamá". Ash quería solamente despedirse y dejarla tranquila: "Ya hablé con Max y están esperándome. En cuanto llegue, yo te llamo. Te amo mami". 


Llamaron a los pasajeros de su vuelo. Ash apagó el celular. Miró la puerta de embarque y dijo: "Madurar es para las frutas" y se dirigió hacia la entrada que la llevaría a su avión. 



Ashlyn y el mensaje en la botellaWhere stories live. Discover now