Capítulo uno: "Aria"

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Estúpido test de psicología. ¿Quién soy? Se bien quien soy. No necesito esta mierda para saber como soy o quien quiero ser.

Mi nombre es Aria. Aria es de origen griego que significa “amante a la cultura y a las artes”. Pero, si seguimos divagando en información Aria también es “una composición musical para ser cantada por una sola voz, a veces acompaña de otro instrumentos”. Ahí está la relación de mi nombre con mi vida, con la realidad. Aunque viva rodeada de gente, nací para estar sola. Soy mi propia composición musical llena de nada y a la vez llena de todo pero, siempre sola. No hay nada que saber sobre mí.

Doble la hoja en dos mientras me levantaba de mi asiento. La escuela recomendaba este curso para todos los de último año ya que nos ayudara a definir nuestro futuro supuestamente. Y acá estaba cumpliendo las normas.

-He terminado- le anuncié a la profesora de psicología.

-Puedes retirarte- me contestó mientras tomaba mi hoja.

Salí rápido del aula sabiendo que si me tomaba unos segundos más ella me detendría por haber escrito tan poco. Pero, esa era la única verdad. No necesitaba a nadie para que me analice, no necesitaba a nadie para poder vivir “feliz”.

Le envíe un mensaje a León. Gracias a esta estupidez estaba retrasando la reunión “familiar”, como le gustaba llamarle a mi querido hermano, y eso no ponía feliz a papá. Espero que esta idiota no se retrase demasiado ya que odiaba llegar tarde.

Una llamada de León entró en mi móvil y decidí responderle rápidamente.

-Si te apuras no me molestaría- le dije en forma de reproche apenas atendí.

-Si dejaras de ser tan ciega, te dieras vuelta y vieras que estoy atrás tuyo desde que saliste de la escuela.

Cortó.

Me di media vuelta y si, él estaba ahí.

-Hola hermanita querida- me saludó mientras me abrazaba.

Rodé los ojos y me solté de él. No me gustaba mucho el contacto físico.

-Hola Leonardo.

-Sabes que odio que me llamen así- me respondió agregando unos malditos pucheros, los cuales no me resisto.

-Sabes que odio que me den abrazos- me reí.

-Pensé que necesitarías uno hoy- susurró.

El silencio volvió a reinar en mi vida con esas palabras que me recordaban la muerte de mi mamá. Hoy hace cinco años atrás, cuando solo era una niña de 12 años, murió mi madre. En mi mente sigue presente aquel día cuando le dispararon.

Esa noche salimos a caminar. Ella estaba tan contenta por al fin haber encontrado trabajo. Después de un largo tiempo podríamos volver a nuestro hogar. Podríamos volver a ser las de antes, las que éramos cuando no vivíamos en las calles. Esa noche teníamos un poco de esperanza en medio de tanta oscuridad. Pero duró solo unos minutos. Sobretodo para ella.

Estábamos caminando por los callejones que llevaban a la plaza central del barrio cuando comenzaron a gritarnos que corriéramos pero fue demasiado tarde. Las balas, las bombas comenzaron a llegar como si fuera lluvia. Mi madre me había tomado de la mano para comenzar a correr. Sin embargo, no pudimos correr. Sus labios desprendieron un grito de dolor. Un disparo, dos disparos dieron contra su cuerpo.

Se aferró a mis pequeños hombres haciendo que ambas cayéramos al piso de la calle. Y como si fuera una novela susurró un pequeño te amo mientras cerraba sus ojos.

Mi madre estaba muerta.

Estaba sola, sin ella, con a penas 12 años.

-Llegamos- me aviso León.

Le agradecí mentalmente por haberme alejado de esos pensamientos.

Entramos a la sala de reuniones y nos sentamos en nuestros sillones favoritos. Algunos nos miraban mientras hablaban bajito. Estúpidos. Claramente hablan sobre mí. Todos conocían mi pasado y por eso cada aniversario de la muerte de mamá volvía las miradas de compasión y los susurros del resto de la pandilla. Odiaba, sobretodo en este día, que me miraran con lastima. No quería su lastima ni la de nadie.

Para mi suerte las puertas se abrieron dejando ver a mi querido padre seguido de su mejor amigo y compañero de luchas. Se acomodaron en el centro del salón para dar comienzo a la nueva reunión.

-Buenas tardes- dijo con su potente voz.- Para los nuevos soy Tahiel Jones.

Esa presentación me hizo volver a cinco años atrás.

Entre tanto drama sentí sus brazos envolverme por primera vez. Aquel hombre desconocido me tomo entre sus brazos y me saco de allí. A pesar de mis gritos para que me dejara ir me subió a su auto y me llevó a su hogar. No hable en todo el camino. En ese momento no me importaba nada de aquel desconocido, y con eso me refería a que iba hacer conmigo. La muerte de mi madre solo provocó ganas de querer morir e irme con ella. Solo deseaba que aquel extraño me matara.

Cuando me metió a las fuerzas en el blanco living de su casa me miro detenidamente. En sus ojos veía mucho dolor que sinceramente no entendía el porque. ¿Quién era este hombre? ¿Qué quería de mí?

-Soy Tahiel Jones, déjame ser tu padre de ahora en adelante.

Ese hombre estaba demasiado demente. Recién me conocía y me estaba pidiendo ser mi padre. ¿Qué carajos era todo esto?

-Aria,- me susurró León- vuelve a tierra idiota.

Mire a mi hermano y suspire.

-Como han escuchado- continuaba mi padre hablando- los rumores de que los Miller’s han vuelto son ciertos. Están de regreso y más recargados que nunca.

¿Quiénes eran los Miller’s? ¿Por qué no sabía nada de ellos?

-Por eso- continuo José, el mejor amigo de papá- hay nuevas reglas.

-Aria- me llamo mi padre- ven aquí.

Me levante ante la atenta mirada de todos y me pare junto a mi padre. Este me dio una hoja para que comenzara a leer.

-Reglas a seguir a partir de ahora- comencé.- Número uno, nadie andará por las zonas Miller’s sin permiso. Número dos, doble entrenamiento para todos. Número tres, todos deberán saber manejar armas, cuchillos y además el combate mano a mano nivel cinco. Los que no cumplan con estos requisitos no asistirán en caso de combate contra los Miller’s.

Seguí leyendo las nuevas reglas pero seguía sin comprender la situación. ¿Quiénes eran y por qué papá tomaba todas estas precauciones ante ellos? Ante ningún enemigo y rival nos acobardábamos. Pero, ¿por qué lo hacíamos con estos tal Miller’s?

Al terminar la reunión todos se fueron marchando para tomar sus respectivas actividades. Me quede ahí esperando a que mi padre terminara de hablar con José. Quería que me diera respuestas a todas mis preguntas. Tahiel Jones no se acobardaba ante nadie y si alguien lo intentaba sobrepasar lo desterraba de la ciudad o en ocasiones lo eliminaba por completo. Pero, volvieron los Miller’s y toma tantas medidas de cobardía. ¿Ellos eran peores que nosotros? Imposible.

-Aria- me saludó mi padre.

-¿Quiénes son los Miller’s?- le pregunté sin rodeos.

-Son como nosotros Aria, pero más peligrosos. A ellos no le importa donde pisan, ellos pisan. Debemos cuidarnos. ¿Entendido?

-¿Por qué no sabía de ellos?-seguí insistiendo con mis preguntas.

-Porque fue hace mucho tiempo, Aria. No deberías saber más que eso.

-¿Por qué?

-La curiosidad mato al gato, hija- me sonrió.- Ahora ve a entrenar.

A veces amaba ser la hija del jefe por la simple razón que tenía privilegios como enterarme toda la información del enemigo o venir a cualquier hora aunque eso enojara a mi padre. Pero hoy falló. ¿Qué tan jodidos eran los Miller’s como para que mi padre no hablara de ellos?

Rendida fui a mi clase de boxeo a descargar un poco de la ira que estaba conteniendo. Unos tras otros salían los golpes directo hacia la bolsa. En mi mente volvía para quedarse aquel recuerdo de mi madre muerta. Odiaba tanto ese día, odiaba no haber sido yo la que moría. Amaba a mi madre y unos malditos desgraciados me la habían arrebatado. Y lo peor de todo que esos mal nacidos todavía no tenían nombre. Nadie sabía quienes habían sido. Cinco años después intentábamos saber quienes eran los responsables del asesinato de mi madre.

-¡Aria!- me gritó mi hermano.

-¿Qué quieres León? ¡Déjame entrenar, joder!-le grité llena de ira.

-Vas a romper algo.

Mire a mi hermano con cara de “¿me estás jodiendo?” Él me sonrió. ¿A caso es estúpido?

-Aria, te quiero mucho como para que arruines tus manos y la bolsa que luego tendrás que pagar y no tienes dinero- se rió.

Mi hermano se burlo, nuevamente y como siempre, de mi.

-No entiendo como sigues estando aquí. Eres más un payaso que un mafioso- le dije histérica.

Resignada me aleje de mi hermano mientras le hacía “fuck you”. Era un pendejo.

-Aria mira hacia adelante o te tropezarás.

Y seguía riéndose de mí.

Al mirar hacia delante, y como él dijo, tropecé con unas bolsas de boxeos que estaban tiradas en el piso. La risa de León aumento al igual que mi ira. Estaba por explotar.

-¿¡Quién mierda dejó estas bolsas tiradas en el medio del pasillo!?- mi grito lleno de ira e histeria se escucho en todo el salón.

Las risas de los que estaban prestando atención a la situación cesaron al igual que el murmullo de los que estaban más lejos. Un gran silencio se formo en todo el lugar. Un privilegio de ser la hija del jefe es que todos me tenían respeto.

De pronto, un chico apareció frente a mí. Su rostro no me era familiar así que supuse que era nuevo. Un estúpido y muy imbécil nuevo.

-Yo,-suspiró- lo siento.

-¿A caso eres estúpido?- le dije mientras ponía mis ojos en blanco.

-De verdad lo siento. No pensé que alguien sería tan estúpido en no ver que unos sacos grandes de boxeo estaban en el piso- me miro y sonrió.

Me levante del piso y en cuestión de segundos tenía inmovilizado al chico contra la pared. Este estúpido se había pasado de la raya. Debía recibir un buen puñetazo aunque eso implique que yo reciba un reto por parte de mi padre y lo peor que sería frente a todos.

Me seguía mirando con cara de indiferencia aunque su sonrisa no desaparecía de su rostro. ¿A caso no sabía dónde estaba y con quién estaba hablando?

-Te pasas de estúpido. Me pregunto si sabes donde estas metido y con quien estas hablando. ¿Lo sabes?

-Si bonita, si lo se. Me encuentro en un salón de boxeo de unos de los pandilleros más famosos del país y tú bonita eres su hija. ¿Tú eres tan estúpida como para no ver unos sacos de boxeo en el piso?

-El problema es que tú eres nuevo y no tienes ningún derecho en dejar las cosas tiradas donde se te cante el culo. Aquí nos basamos en reglas y debes respetarlas. Y si no lo haces- alce mi puño y lo puse cerca de su rostro.

Bullet By LoveWhere stories live. Discover now