— Te traeré un calmante, descansa, debo volver al museo.

— ¿Paso algo?

— Hubo unos incidentes algunas cosas se rompieron, las cámaras no captaron nada, debo hablar con la aseguradora. Por cierto creí que habías decidió mostrar ese cuchillo antiguo.

— Si claro, ¿por qué lo preguntas?

— Porque está en tu mesa de noche, no es bueno para ti que te obsesiones con esa clase de artículos.

— Que raro, juraba que lo había dejado en uno de las vitrinas.

— No te preocupes, no tardaré cualquier cosa no dudes en llamarme.

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Un solitario y silencioso corredor de museo era iluminado por una intensa luz azul, esta provenía del cuchillo, poco a poco su tamaño incrementó y su forma cambió, transformándose en un hombre corpulento, casi de dos metros, en un estado descontrolado; su respiración estaba agitada, solo deseaba, aplastar, cortar y matar.

— ¿Quién me despertó? — rugió este haciendo aparecer en su mano aquella arma la cual volvió a brillar, revelando en sus hojas el reflejo de Adrián. — Lo necesito, el será mi elixir de vida.

Cada paso que dio el vikingo la destrucción quedó impregnada en las paredes de aquel recinto, en forma de sombra y por medio de su cuchillo partió hacia la casa de su dueño, solo que su intención era poseerlo para renacer con su sangre.

La agitación se hacía cada vez más fuerte en ese guerrero, disfrutó al ver como Adrián se agitaba con esa pesadilla, gracias a su sangre descubrió que no era inocente, su cuchillo solo cortaba a las personas que cargaban con el peso de la muerte. Lo escuchó hablar con un amigo, rio con eso de que algo le impedía sanar, sus dientes mostraron una risa sanguinaria.

— Me lo has puesto fácil, no dudaras en volver hacerlo — exclamo volviendo a la oscuridad, tan pronto vio a su nuevo poseedor, puso un poco de su fuerza en el mango, tomo de nuevo la forma de cuchillo y se lanzó hacia él.

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Se sentía observado, por más fuerte que haya sido el calmante algo lo mantenía en alerta, de vez en cuando se esforzaba por abrir los ojos, en tantos intentos vio como volaba sobre él aquel puñal, ubicándose justo sobre su corazón, trato de saltar pero no pudo mover su cuerpo, era como si una fuerza lo aplastara, intentó gritar y también sintió como unas manos apretaban su garganta, en segundos vio en cámara lenta como en su pecho se enterraba aquella hoja, cortando cada capa de piel, destrozando cada nervio y musculo hasta llegar a su corazón. Solo lágrimas salían de él, su agonía era ahogada por las manos del vikingo. En medio de su angustia logró recuperar un poco el movimiento de sus manos, tomó aquel objeto que brillaba intensamente y decía una y otra vez — Sangre, tus manos están manchadas de sangre.

Con terror y sin pensarlo lo arrancó de su pecho y lo lanzó lejos, viendo como su sangre fluía rápidamente, manchando todo a su paso.

Ya no había  dolor, se quedó observando como ese cuchillo seguía hablándole mientras tomaba la forma del berserker.

— Mi nombre es Ivar, podemos ser uno.

— ¿Por qué?, yo no soy un asesino.

— Permíteme mostrarte tu lado oscuro Adrián — sentencio riendo macabramente, mientras que con uno de sus dedos, tomando la forma de un hoja, lentamente tocaba esas heridas causadas en ese supuesto intento de robo.

Era una noche lluviosa, en un sótano de un bar Adrián y su amigo Malcolm se emborracharon y drogaron, tanto fue su consumo que perdieron la cordura, por unas cuantas horas no distinguieron lo malo de lo bueno, torturaron y maltrataron a cuantas mujeres se les cruzó. Malcolm al recuperar la conciencia decidió hablar y decir la verdad, afrontar las consecuencias de sus actos; sin embargo por el lado de él, su mente todavía estaba bajo los efectos de la droga, nunca reconoció a su amigo y lo atacó con trozos de vidrio que se encontraban esparramados por toda esa violencia desatada, Malcolm trató de defenderse, con un puñal de caza viejo pero capaz de asesinar le causó varias puñaladas, tristemente el final fue para el cuándo Adrián enterró un cristal bastante largo sobre su garganta.

Ya sin venda entendía porque en la subasta aquel asesor le preguntó sobre cual acompañante, luego estaban esas llamadas que siempre respondía; alguien con una vida normal no toleraría charlar a las 3 o 4 de la madrugada, con razón su tío lo miraba con preocupación, más cuando noto su entusiasmo al haber comprado ese cuchillo.

— Contento, ahora déjame ser parte tuya, no puedo seguir sellado en un objeto, quiero tu vida — gruño Ivar introduciéndose por todas sus heridas.

Por más que Adrián se arrastró, su cuerpo descansó; desde arriba podía ver como esa figura se moldeaba a su cuerpo, lo sanaba, mientras que su alma era tomada por esa arma afilada, que en algún momento fue su gran atracción, más nunca se imaginó que se convertiría en su perdición.

FIN

RETOS DE MISTERIOWhere stories live. Discover now