Día tres.

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Día siguiente a su noche de bodas o matrimonio.

La tenue luz que se colaba por la ventana, de matices naranja como el amanecer, logró que abriera los ojos a su nueva vida. Una vida que, sin saberlo, había estado esperando durante mucho tiempo.

Ahora podía verlo con claridad. Lo encontraba en ojos castaños, en cabellos suaves bajo sus dedos, en una nariz fina y una respiración al compás de la suya propia. Lo encontraba en sí mismo, en la calidez pacífica de su pecho y el desorden de sus pensamientos.

Estaba en casa.

Monstruos sin cadenas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora