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Joe miró todo a lo que se encontraba a su alrededor. La televisión prendida en el canal cinco donde justamente daban el programa que tanto odiaba. Un dibujo del personaje más odiado por él. Pero su furia incremento aún más cuando vió a Elena con una invitación de cumpleaños de su alterego; Mr. Vegetal.
—Joe, yo...– estaba asustada. No quería que el se enojará con ella.
—¿Tú sabías todo esto?– preguntó molestó.– ¿Sabías en lo que trabaja?
Elena asintió con temor. Nunca había visto a Joe así. Él, en cambio, sin decir una palabra más salió del lugar.
—¡Joe, espera!– lo tomó del brazo.– No te enojes porfavor, es solo qué...
—¿Por qué no me dijiste?– preguntó molesto.– Es una de las cosas que más me avergüenzo, ¿Por qué no lo hiciste?
El ceño de Elena se frunció. Ella no tenía idea de lo que le ocurría a él con el programa.
—Nunca me contaste, no quería decirte nada hasta que me contarás. Sentía que no correspondía, Joe...
—¿Hace cuánto lo sabes?– la interrumpió.– Dime de hace cuánto lo sabes.
—Yo...– se pusó nerviosa.– Desde que nos conocemos, ¡Pero...!
Los ojos de Joe se abrieron como platos y sus ojos se cristalizaron solo un poco, pero lo suficiente para que Elena lo notará.
—¿Es por eso que fuiste tan rara conmigo el día que nos conocimos? ¿Pensabas que era raro?– la castaña calló y le dió a entender a Joe que sí. El rostro del actor se desfiguró a uno de furia.–¡Claro! ¡Es por eso tú actitud de mal genio la primera vez! Soy estúpido.– se giró sobre sus talones y camino por el pasillo hasta su apartamento. O al menos esa era su intención pero al sentir la mano de Elena sobre la suyo detenerse fue un reflejó automático.
—Espera, déjeme explicártelo.– estaba preocupada y se notaba por el tono quebradizo de su voz.– No fue porque yo allá puesto el canal, fue una niña a la que yo cuido y ahí ví unos cuantos minutos.– fue honesta.– ¿Nunca pensaste que tarde o temprano lo terminaría sabiendo si trabajo con niños?– intentó sonreír para hacer reír a Joe pero fracasó, borrando inmediatamente la sonrisa de su rostro.
—¿Me estabas viendo la cara de estúpido todo el tiempo? Quiero decir, cuando me viste por primera vez pensaste que era raro por actuar en un programa infantil.
—¡Por dios, Joe!– habló exasperada.
—No sabes lo mucho que me avergüenza que la gente sepa lo que hago...
—¿Cómo se supone que lo sabría? ¡Nunca me hablaste nada al respecto de eso!– estaba alterada, y temía decir algo que realmente no quería decir. Lo último que quería era lastimar a Joe.– Creo que no vale la pena discutir por esto...
—¡Ah! ¿O sea crees que esto no importa?– esto había hecho molestar más a Joe.– ¡¿Realmente crees que no importa?
—¿En serio quieres pelear porque estás en un programa infantil? ¿No puedes madurar un poco, Joe?– frunció el ceño.– ¿En verdad te estás enojando porque ya sabía? ¡Cómo me voy a disculpar por eso! No es mi culpa que no me hayas querido contar.
El aire entre ellos estaban tensó. Elena no quería arruinar las cosas o decir algo que realmente no sentía, pero Joe estaba sumamente alterado y él si era capaz de decir algo que no quería.
Joe tomó un poco de aire para intentar calmarse pero no lo había logrado.
—No te conté, porqué no confío en tí.
Las palabras le llegaron como un balde de agua fría a su corazón. Escuchar esa oración salir de los labios de Joe se sentía como mil puñaladas en su mente.
—¿Qué has dicho?– preguntó indignada.– Puedes retractate ahora que puedes...
—No.– se negó.– Te dije una verdad, ¿Realmente creíste que confiaría en tí cuando llevamos a penas dos meses hablando?– los ojos de la castaña se cristalizaron, y fue cuando la realidad calló sobre Joe. Había herido a Elena.– No quise decir, yo...
—Si lo quisiste decir.– no quería llorar en frente de él.– Y creo que lo que más me duele es saber que si tienes razón.– sintió dos lágrimas resbalarse por sus mejillas las cuales limpió rápidamente.– Creo que fui yo la que te dió confianza que no debía, creo que es por nunca haberme encariñado con alguien tanto como lo hice contigo. Sé que llevamos poco hablando, pero, me hiciste sentir que porfín tenía una amistad especial.
—¡La tenemos!– gritó– No pensé lo que dije...
—No tengo ganas de discutir ahora, Joseph.– era primera vez que lo llamaba por su nombre completo.– Mejor ve con tus amigos en los que si confías. Haré lo mismo con los míos, si tuviera algunos.–se dió media vuelta y abrió la puerta de su apartamento.– Adiós.– sin esperar una respuesta de parte del hombre cerró la puerta y al sentir el impacto de la puerta supo que nadie podría verla y comenzó a derramar un montón de lágrimas.
