Clave Final (#14)

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*No es realmente el final, solo que aquí terminan las claves*

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-Esa es una bonita bufanda, ¿dónde la conseguiste?

Mi tenedor se me cayó al suelo y miré a Jack.

-La tenía guardada -solté.

-Nunca la había visto entre tus cosas, y eso que tienes muy pocas -dijo Eliza.

-Consíguete unos lentes entonces -le respondí y continué comiendo con mi cuchara.

-Como sea, quizá podríamos ir a dar un paseo después de clases afuera si el clima es bueno. ¿Les parece si me prestan a _____ por una hora

Eliza y Anya intercambiaron miradas cómplices.

-Claro -dijeron al unísono.

-Suena bien -le sonreí levemente a Jack-. Servirá para distraerme de los proyectos y tareas.

Mi última clase del día sucedía en un salón con vista a nuestro patio exterior, lleno de nieve que ya había comenzado a derretirse un poco en algunos lugares. No había nevado mucho los últimos días, así que el clima era fresco y tranquilo. Es por eso que, en mitad de la explicación de la profesora, nadie se esperó la terrible tormenta de nieve que se desató repentinamente. Las ventanas incluso comenzaron a sacudirse y temblar con fuerza, el martilleo de la nieve, o quizá granizo, cayendo contra ellas hizo que todo el mundo soltara exclamaciones de miedo y sorpresa. Pero si te detenías un momento a evaluar la situación, más que una tormenta de nieve era, específicamente, un ventarrón, como si la principal fuente de esta fuera el viento.

-Evacúen el salón, chicos -dijo la profesora-. No es seguro, ¡vámonos!

Mientras todos salíamos, encontré a Jack fuera del salón, en el pasillo, o, mejor dicho, él me encontró, pues vino corriendo hacia mí.

- ¿Estás bien? – preguntó sin aliento, y una vez asentí, continuó-. Anya no está, ni Eliza, no encuentro a ninguna. Creo que iban a comer algo afuera o a tomar fotos, realmente no sé.

Sentí algo pesado hundirse en mi pecho. Tragué saliva.

Si tan solo aún fuera el espíritu de la nieve, sería de más utilidad, pensé.

-Iré a buscarlas -le dije a Jack mirándolo a los ojos, decidida.

-Está helando afuera, hay una tormenta, ¡¿estás loca?!

- ¡Son mis amigas! ¡No las abandonaré!

-No te dejaré ir sola -sentenció, pero antes de poder protestar, agregó-. Iré contigo.

Tuvieron que escaparse sin que nadie los viera por una puerta pequeña y trasera de la cocina y dar varias vueltas hasta llegar al patio. Hacía muchísimo frío, casi como en el Polo, los pequeños pedazos de hielo golpeaban mi piel sin descanso. La chompa que tenía puesta y la bufanda que Norte me había dado no eran suficientes. Jack parecía estar pasándola igual de mal que yo. No podía dejar de pensar en lo útil que hubiera sido aún tener mis poderes como espíritu de la nieve, hubiera podido parar la tormenta o al menos, ralentizarla, aunque para tremenda magnitud se hubiera necesitado mucha de mi energía, y tras mucho tiempo sin práctica, hasta podría haberme desmayado. Pero claro, nunca más tendría que preocuparme por cosas como esa.

- ¡Anya! ¡Eliza! -las llamamos.

Mi cabello era un estorbo con el aire corriendo tan fuerte como lo hacía en ese momento.

- ¡Podríamos buscar cerca al patio de juegos! -le sugerí a Jack-. ¡Quizá fueron a por el hermano de Anya!

Él asintió y fuimos sin perder un segundo. Lo que nos encontramos, me dejó paralizada, y fue la segunda sorpresa del día.

Hace tiempo, muchas décadas para ser exactos, no los veía a los cuatro, siglos de no verlos juntos a todos. Si estaban allí solo podía significar que la tormenta la habían provocado ellos y que Pitch los había convencido para trabajar para él.

-Vaya, vaya, la princesa de la nieve ha vuelto -se burló Bóreas.

-Aunque diferente...-agregó Céfiro.

Rodé los ojos y tensé la mandíbula.

-Los cuatro venti, que desagradable sorpresa volverlos a ver -gruñí-. ¿Starbucks los despidió?

Eurus se enrojeció de cólera, una onda de calor me llegó a través de todo el frío que hacía.

- ¡SABES QUE NUNCA TRABAJAMOS AHÍ! ¡TÚ CREASTE ESE RUMOR!

Sonreí de medio lado.

-Pero si hasta tienen un tamaño de bebida llamada "venti" en honor de ustedes...

- ¡Suficiente! -exclamó Bóreas, siempre el hermano más difícil de tratar-. No venimos a jugar, ______.

-Pero yo me estaba divirtiendo tanto -me quejé, bromista. Probablemente no la mejor actitud dada la situación.

Bóreas chasqueó sus dedos y su hermano Noto trajo con un movimiento de su mano, transportados por un ventarrón de aire, a mis dos amigas y al hermanito de Anya, desmayados, cayeron en el suelo cubierto de nieve y maleza.

Lo miré directamente a los ojos, fríos como el viento que representaba. Le dediqué la mirada por la cual nadie quería hacer enojar a la nieve, por la cual muchos le temían al invierno.

Fue su turno de reírse.

-Vamos, princesa. Eso ya no funciona con nosotros, no eres nadie, solo una simple mortal, como tu amiguito de al lado.

Céfiro se adelantó un paso.

-Desgraciadamente, para ti claro, eso último es mentira. Una en la que caíste muy fácil de hecho, aun cuando recuperaste tu memoria.

Fruncí el ceño. Las expresiones de todos ellos reflejaban su seguridad de ya haber ganado.

-Debes de estar preguntándote a qué nos referimos, ¿verdad? -continuó el viento del oeste-. Pues, tu amiguito Jack, no es un mortal.

Todo mi cuerpo se tensó y me volteé a mirar a Jack.

- ¿Qué quiere decir eso?

De una expresión de ingenuidad y miedo, la cara de Jack se transformó a una igual a la de los espíritus de los 4 vientos cardinales: soberbia y con tinte de superioridad.

- ¿Recuerdas cuando Pitch te hechizó para que destruyeras a tus queridos Guardianes? ¿Antes de que murieras? -me preguntó mi amigo mientras se acercaba a mí, yo no pude evitar retroceder-. Estoy seguro de que sí lo haces. Bien, ¿recuerdas que Pitch "creó" una versión de Jack Frost "oscura"?

Fue ahí cuando todo encajó en mi interior.

Mi amigo, el mortal, Jack...

Jack era Jack Black, la creación malvada y oscura de Pitch Black, la versión degenerada de Jack Frost.

-Has perdido, princesa -escuché a Bóreas decir detrás de mí, su aliento helado llegó hasta mis huesos.

Después, todo se volvió oscuro.

Amor Congelado IIWhere stories live. Discover now