Hacia Gringolan... digo Estados Unidos: El primer torneo de Virolín

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Luego de que Tsschessumare revelara su identidad a Virolín, el chaval se la pasó haciéndole preguntas a Tsschessumare  hasta el cansancio y por poco le explota la cabeza por lo fastidioso que era andar contestándole preguntas a lo largo del camino. Fue así como Tsschessumare decidió parar un poco con el viaje y hacer que Virolín se callara de una buena vez, ¿Cómo pensaba hacerlo?, pues poniéndose a jugar con él al ajedrez, puso el tablero y dió a Virolín las piezas blancas diciéndole.

- Bien Virolín, jugaré algunas partidas contigo, quiero que pienses bien tus jugadas y que intentes aprender algo de estos juegos, será una parte muy importante de tu desarrollo como ajedrecista.

Y Virolín formó sus piezas y comenzó a jugar 

Entre terrible sufrimientos para las piezas blancas, Virolín tuvo que jugar hasta a la desesperada, no le salía humo de la cabeza porque es prácticamente imposible en términos literales (y pues tampoco voy a acabar la historia con un Virolín fallecido por culpa de combustión espontánea),  mientas que Tsschessumare jugaba tranquila y felizmente, esperando que Virolín tuviera en qué pensar durante el viaje y dejará de hacerle todo tipo de preguntas.

Estuvieron jugando un buen rato y el marcador final fue de 0-3, con ventaja para Tsschessumare, obviamente.

Cuando reanudaron el camino, Virolín caminaba prácticamente zombificado, estaba tan impactado por la manera en la que le jugó Tsschessumare que por el corto tramo que recorrieron, Virolín se estrelló contra 3 árboles y se tropezó con una piedra de buen tamaño. Viendo esto, Tsschessumare tuvo que detener más el viaje porque si no, Virolín aparte de visco, quedaría retrasado, pues tenía la rara costumbre de amortiguar sus caídas con la cabeza.

-Virolín, ¿Qué te pasa? - Le cuestionó Tsschessumare 

A lo que el joven prodigio le respondió - Los juegos, contenían una poderosa energía, y un mensaje oculto, ¡puedo sentirlo!

Tsschessumare se dió cuenta de que le había dado una partidas demasiado magistrales para Virolín y entendió que su cerebro estaba confundido y trataba de sacar conclusiones acerca de los juegos que acababa de ver, y por lo tanto, tendrían que hacer un viaje más pausado, a fin de que Virolín descansara y no reventar su entendimiento sobre la realidad.

Pero las cosas no hacían más que empezar, el viaje tenía toda la pinta de ser difícil, y así fue, Tsschessumare ganaba el dinero que necesitaban él y Virolín para alimentarse, y sí podían, hospedarse en un lugar más o menos decente, algo que era una tarea compleja, pues había pocos jugadores, por qué pues en México, la cultura ajedrecista no estaba debidamente desarrollada, así que también, Tsschessumare y Virolín tuvieron que realizar otros trabajos mundanos para poder sobrevivir en tierra de nadie.

Tsschessumare era consciente de que el entrenamiento de Virolín debía continuar, así que se vió  obligado a jugar más partidas con Virolín, esta vez, en modo humano con un ELO sobre los 2000 puntos pero tampoco excesivo, para que Virolín pudiera comprender de manera general, lo que pasaba sobre el tablero.

Así fueron vagando por pueblos y ciudades, moviéndose pesadamente, ante las dificultades que pasaban Virolín y Tsschessumare, éste último se la pasó buscando alguna oportunidad, y la encontró, se hiba a organizar un torneo en la Ciudad de México y el Gran Maestro mexicano, Carlos Torre, jugaría unas partidas simultáneas también, dentro de 1 mes, por lo que Tsschessumare se vió la oportunidad perfecta para conseguir dinero, y aceleró el paso para la ciudad, cosa que constituyó un tormento para Virolín que estaba totalmente desorientado y con constantes dudas existenciales.

Cuando llegaron a la ciudad, Virolín y Tsschessumare fueron a buscar un lugar donde inscribirse al torneo, ciertamente para un torneo de esa clase, donde jugaría el mismísimo Carlos Torre, Virolín estaba a un nivel todavía algo bajo, lo que contrastaba Tsschessumare, pues él era el mismísimo creador del ajedrez, y les había mostrado el juego a algunas de las civilizaciones más antiguas del planeta, muchas de las cuales no supieron agradecer debidamente a Tsschessumare.

Mientras esperaban el inicio del torneo en un par de semanas, Virolín se dedicó a tomar algunas lecciones de ajedrez de su maestro Tsschessumare y de esa forma, consiguiera un mejor juego a fin de rendir más en el torneo.

Luego del tiempo de previo al torneo, los 2 tuvieron que presentarse a un hotel en la Ciudad de México, lugar donde se celebraría el torneo. Eran partidas a ritmos clásicos, bastante lentas y hasta con un límite de 7 horas de juego totales, lo que suponía un desgaste grande para los jugadores, quienes debían soportar constantemente la presión del juego y poner atención a lo que sucedía en el tablero, un error aquí a menudo era castigado de inmediato, no obstante, Virolín estaba acostumbrado a que le fuera como en feria, así que se sintió bastante cómodo sentado 7 horas frente el tablero pensando sus jugadas usando el valioso entrenamiento de  Tsschessumare, y por otro lado, Tsschessumare no tenía ninguna razón para sufrir durante el torneo.

El primer día no fue bueno para Virolín, perdió su primera partida ante un Maestro Internacional, y Tsschessumare que aún no quería llamar la atención ofreció tablas, por lo que Virolín, enfadado le dijo a Tsschessumare.

- ¿Acaso crees que esto es un juego?, ¡nuestra subsistencia está en riesgo! - dijo

Y Tsschessumare le respondió - El ajedrez es un juego, muy divertido por cierto, no te preocupes, al final ganaré el torneo de repente y nos llevaremos el premio, tú, con que te veas bonito y te portes bien será suficiente.

Entonces Virolín, indignado, se fue a la plaza central de la ciudad y exclamó allí mismo con toda la fuerza de sus pulmones 

- ¡¡¡TSSCHESSUMARE!!!




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⏰ Last updated: Jan 24, 2019 ⏰

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Virolín: Una gran historiaWhere stories live. Discover now