Maureen y Ringo

658 25 11
                                    

Richard Starkey mejor conocido como Ringo Starr estaba enamorado de Maureen Cox, la chica estrellita de la clase, seria, no ejecutaba plática con nadie salvo con su amiga Jane Asher.

Una mañana fría de enero, Richard la miraba desde su asiento, el profesor de dibujo no había llegado por lo que tenían una hora libre, aún con esta posibilidad el de ojos azules no se animaba a acercarse a Mo.

- Vamos, pareces un perdedor, ¿qué miedo tienes a ir?.- Le dijo su amigo George Harrison.- Estas quedando como un cobarde. Si te gusta...¡háblale!.

- Pero...mírame, soy feo, ¿ves esta nariz? Ella es el mero arte y yo...bueno ¿qué mas da?.- Lamentó el enamorado.

Harrison ya no decidió discutir el tema y se dedicó a ver una serie en su móvil. Ringo, por su parte trataba de idear como acercarse a la señorita. Entonces se le ocurrió: Paul McCartney. El casanova o "el todas mías" como lo llamaban incluso los profesores, él era el galán y ninguna dama se le escapaba, siendo el chico más deseado y soñado de todas las colegialas y la razón de la alteración de sus hormonas y de sus pensamientos más prohibidos pensó que aquel chico con tales características les podría ayudar a hablarle a Maureen y claro, no morir en el intento.

- Vamos, ayúdame, eres mi amigo ¿no?.- Rogó Richard por centésima vez a McCartney.

- ¿Por qué no solo vas y le dices "hola, soy Ringo"? No me involucres y ¿sabes algo? Jamás he revelado un secreto para conquistar mujeres.

- Paul, pero en verdad ella me gusta, se me hace imposible no pensar en ella, vamos Macca.

Después de unos días Ringo al fin convenció al pelinegro de ayudarlo. La cita había sido pactada en un parque de modo que era un picnic.

Él estaba nervioso, había llevado un ramo de flores y suficiente comida para compartir con la chica.

Puntal, llegó ella con un vestido azul cielo, zapatillas negras y una diadema de flores en la cabeza su delgada silueta se hizo presente a lo lejos del lugar acordado.

Al estar frente a frente, ambos lucían nerviosos y en sus ojos se apreciaba un brillo.

- Luces muy bella, Mo.- Elogió el chico.

- Gracias, Rings tú también luces bien hoy.- Dijo Maureen con sus mejillas enrojecidas.

Se sentaron a comer y pronto sintieron una química especial, una conexión que jamás habían imaginado.

Frente al árbol donde yacían los chicos había un lago.

Mo acomodó su cabeza en el pecho de Richard y así pasaron un buen rato, ambos, nunca había sentido tanta paz

The Beatles One ShootsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora