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Estaba en medio del desierto. La arena cubría el suelo en todas direcciones, los rayos de sol se reflejaban en ella creando figuras bailarinas. El desierto quemaba todo a su alrededor. Al poco rato, Ji Yong estaba bañado en sudor debajo de su túnica.

Avanzó, pero no importaba que tan lejos fuera, el desierto continuaba creciendo.

Sana había dicho que tomaba menos de dos horas para llegar a la ciudad, pero Ji Yong empezó a preocuparse de nunca encontrarla.

Cuando llegara a Madina, podría ir a la embajada y decir que había perdido su pasaporte y probablemente lo ayudarían. Pero si nunca llegaba a la ciudad, eso en realidad no importaba. Su esperanza de encontrarse con un grupo de turistas disminuyó también. No veía nada en ninguna dirección. Lo acosaba la idea de que iba en la dirección equivocada.

—Supongo que debí traer algo de agua— murmuró para sí.

Era extraño que se hubiera perdido. Dos horas era la distancia entre su casa y el aeropuerto de Incheon. Alentado, se apresuró. Sabía perfectamente que era irrealista comparar el desierto a Seúl, pero sin ningún indicio solamente entraría en pánico.

Los caballos árabes tenían reputación de ser veloces y este caballo hacia honor a sus genes, pateando la arena poderosamente. Ji Yong animó su espíritu diciéndose que la parte más difícil era salir del palacio y ya lo había logrado.

Pero entre más tiempo pasaba, esa esperanza también se desvanecía. El sol estaba directamente sobre su cabeza, cocinándolo. Un río de sudor escurría por su espalda. Su garganta estaba rasposa por la sed y sus manos, descansando en las riendas, habían perdido toda su fuerza. Comenzó a perder la esperanza. ¿Y si moría perdido aquí, así? Su mente, debilitada por el calor, no le ofrecía más que terribles posibilidades.

¿Qué pensaría SeungHyun de su desaparición ? Tal vez lo buscaría, ya que él había huido solo al desierto. —SeungHyun...

Decir el nombre sólo hacía sentir a Ji Yong más desesperanzado. Sabía que era egoísta contar con SeungHyun, puesto que había huido de él, pero no podía evitarlo. Luchó por desaparecer esos pensamientos cobardes sacudiendo su cabeza de lado a lado sobre el caballo.

Fue ahí cuando lo vio. De reojo, miró una leve nube arenosa surgiendo del desierto. Un jeep iba hacia él desde allá.

Ji Yong gritó y dirigió el caballo hacia el jeep. Este se detuvo. Mientras se bajaba del caballo y corría hacia el lado del jeep, se bajó la ventana. Un hombre de mediana edad vistiendo un keffiyeh verde se sentaba en el asiento del conductor.

—Gracias— soltó Ji Yong.

—¿Qué pasó? Preguntó el conductor.

El hombre en el asiento del pasajero tenía una magnifica barba que caía hasta su pecho. Era difícil saber su edad, pero varias arrugas profundas aparecían en su frente.

Estos hombres claramente no eran turistas.

—Salí a pasear, pero me perdí— mintió Ji Yong.

—¿Solo?, ¿sin provisiones?— los dos lo miraron con asombro.

—Sí—, contestó —subestimé el desierto. Supongo que creí que habría muchos turistas alrededor.

El hombre de barba murmuró algo al conductor. Tenían un acento muy marcado y no pudo entender lo que dijeron. Pero el hombre de barba dijo exactamente lo que Ji Yong esperaba oír. —Te llevaremos a la ciudad. Súbete.

—¿Tienen algo de agua?— inquirió antes de entrar al vehículo. Su garganta estaba tan seca que le resultaba difícil permanecer de pie y su boca sabía a arena.

『 AMOR ETERNO 』 » GTOPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora