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Luo Binghe abrió los ojos, también sorprendido. Ninguno de los dos se esperaba aquello, realmente.

—Éste discípulo intentará con todas sus fuerzas resolver las dudas de Shizun.

—¿Qué relación tienes con Ning YingYing?.- Iba a preguntar también y con el resto de las mujeres que formarían parte de su harem y ya estaban pululando como malditas moscas a su alrededor, pero se contuvo como pudo.

—Con...¿Ning YingYing? ¿Qué crees que pasa con ella, Shizun?

—No lo sé, por algo te lo estoy preguntando.


Un silencio extraño se extendió entre ellos; Luo Binghe parecía haberse petrificado en el suelo, arrodillado con su mano atrapada entre su boca y sus manos. Sus ojos, dos pozos oscuros y profundos, lo observaban sin pestañear, quizás hasta sin respirar. De repente, el sonido se transformó en un sonido extraño que Shen Qingqiu aborreció por completo, perturbando su aparente calma. Frunciendo el ceño y chasqueando la lengua, retiró la mano que sostenía Luo Binghe un poco más bruscamente de lo que le hubiese gustado, retrayéndose en la cama nuevamente. Desvió la mirada, sintiéndose avergonzado y enojado por partes iguales.

—Shizun, no...

—Aléjate. Tu silencio es una explicación más que suficiente para mi.


¡¿Pero qué rayos le pasaba?! Él, el gran maestro de aquella Cumbre llena de discípulos prometedores, quien se había forjado -antes de que realmente ocupara el lugar del personaje - una reputación intachable en cuanto a su personalidad de escoria inmunda, frío, sádico y burlón, con poderes envidiables por el resto de los cultivadores y quien había vuelto de la muerte, siendo el primer hombre conocido capaz de vencerla...ahí estaba, hecho un ovillo extraño y deforme en la cama, sus ropas de dormir desalineadas, su cabello esparcido por doquier - incluso su maldito rostro - y un enojo de los mil demonios sólo cubierto por un abanico de tela que no alcanzaba para hacerlo desaparecer de aquella habitación, de aquel mundo, de aquella vida.

Lamentable, la verdad.

[Sistema: Puntos de ira de Luo Binghe: + 300. Felicitaciones.]

[Métete tus felicitaciones donde mejor te quepan. No me sirven, dame puntos.]

El sistema ya no respondió, como jugándole una muda broma. Frunciendo el ceño, cada vez se molestaba más con la situación.

Un peso extra en la cama le dio a entender que Luo Binghe no entendía las cosas de buenas a primeras. Dirigió su mirada glacial hacia el lugar de donde provenía el movimiento; Luo se había literalmente subido a su cama, sentándose a su lado. La expresión abnegada y dolorida de su rostro suavizó un poco la marea de violencia que vivía Shen Qingqiu en esos momentos; una mano se extendió lentamente hacia su rostro. No evitó el contacto. Luo Binghe apartó su cabello, colocándolo otra vez tras su oreja. Con la otra mano bajó su abanico para poder apreciar su cara; sus ojos no se despegaban el uno del otro y, cuando Shen Qingqiu vio que Luo Binghe acortaba la distancia entre sus ambos, tampoco se apartó.

Sus frentes chocaron en un movimiento suave, calculado. La respiración del maestro se aceleró casi imperceptiblemente, sintiendo otra vez aquella sensación electrificante.

—Pido permiso, Shizun.


Su voz sonó ronca, contenida. Parecía que estaba haciendo un esfuerzo descomunal por contenerse, como si aquello a lo que hubiese perseguido incansablemente estuviese al fin al alcance de sus manos, y aún así se estuviese refrenando hasta el último momento por tomarlo. Shen Qingqiu no quería pensar demasiado, no en esos momentos. Sabía que después iba a arrepentirse como un hijo de puta, pero su cerebro ya no coordinaba bien con su corazón, y había perdido la batalla.

Malditos Celos [BingQiu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora