White Rabbit

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Ice Sharp perseguía a aquel conejo blanco como alma que lleva el diablo. Los ojos del conejo eran rojos sangre, como la sangre que fluía por el suelo, a la que Ice Sharp se acostumbró a pisar descalza desde que nació. Un suelo cubierto de llamas, echas del dolor de miles de almas. Con cada pisada que daba, se acercaba mas al destino de una muerte, antes pasando por la tortura. Pero tenía que seguir. Antes de morir podría decir que lo intentó. Era una travesía peligrosa y llena de pérdidas la que iba a realizar. Sonaba mejor que quedarse allí, en aquel lugar lleno de odio y miedo, agonizando cada hora, cada minuto, cada segundo. El destino de la muerte no era nada comparado con aquello. Nadie sabía cómo salir de aquel mundo sin pasar por el portal del castillo de Fear Thorn. Pero Ice Sharp lo había descubierto, aunque hubiera sido de pura suerte. Con el pensamiento de la libertad, si es que existía para ella, corría persiguiendo al conejo blanco que la mostraría otro portal, escondido en un árbol, el único árbol que existe en ese mundo, escondido mas allá de las fronteras. Sabía que la estarían buscando en ese momento, así que tendría poco tiempo. Ignorando su cansancio y las ganas de golpear algo por la estupidez que posiblemente estuviera haciendo, al ver el solitario árbol en medio del desierto rojo, corrió con mas fuerza y rapidez. Solo llevaba puesto el vestido negro de mangas anchas y medio transparentes justo por encima de la rodilla y el pelo rubio oscuro recogido en una coleta alta. Ya estaba muy cerca del árbol cuando oyó unos disparos a lo lejos. Unas balas impactaron en el suelo muy cerca de ella y gotas de sangre le salpicaron las piernas. Miró hacia atrás y vio unos hombres con armas montados en Hosters, otro tipo de demonio, utilizados como transporte, perros falderos y asesinos. ¿Su comida? Almas. ¿Su aspecto? Terrorífico. Sin ojos ni nariz ni orejas, sólo dientes para desgarrar todo a su paso, gigantes y con unas garras mortíferas. La pesadilla de todo demonio normal. Ice Sharp volvió a mirar hacia delante. El conejo había desaparecido. Mierda. Mierda, mierda, mierda. Llegó hasta el árbol y miró hacia los Hosters. Les faltaban pocos segundos para alcanzarla. Observó el árbol para ver algún indicio de un portal, y se dio cuenta de un gran agujero entre las raíces. Desprendía un olor extraño. No olía ni mal ni bien. Pero era algo que no había olido nunca. Los Hosters seguían acercándose. Ice Sharp de llevó la mano derecha al corazón. Cerro los ojos y saltó al agujero.

La Hija Del HieloWhere stories live. Discover now