Febrero, 2017

143 62 20
                                    

—¡Evan!

Las voces de su madre por las mañanas siempre son irritantes.

—¡Evan! ¡Se hace tarde! ¡Ven ya!

Despacio, Evan se levanta de la cama. Remueve los mechones de pelo que cubren su frente.
Rossy está acostada en el otro extremo de la cama durmiendo plácidamente.

Como un ángel—piensa, Evan.

—¡Evan!—vuelve a gritar su madre.

Si no fuera porque Rossy estuviera durmiendo él no bajaría. Pero conocía a su madre y sus fuertes gritos capaces de despertar a Rossy.

Desanimando, deambula un rato por el cuarto solo porque no quiere bajar y tener que escuchar las mismas palabras de siempre. Se acerca al armario y saca una camisa blanca del perchero, mientras se la abotona mira a Rossy descansar en su cama. Tiene el fuerte deseo de quedarse ahí con ella, dormir a su lado. Retira cualquier tipo de pensamiento cuando la fastidiosa voz de su madre vuelve a zumbarle los oídos.

—¡Evan!

Suspira, se acerca a Rossy, su cuerpo parece temblar de frío, así que sube la manta hasta la altura de sus hombros para cubrirla mejor.
Cuando se separa de ella se le queda mirándola un rato más. Ella sonríe entre sueños y él hace lo mismo al verla.

Entonces recuerda que su madre lo ha llamado y con pesar se aproxima a la puerta. Con cuidado sale de la habitación procurando no hacer ruido y despertarla.

Cuando llega a la cocina, su madre está apoyada a la mesa de mármol con una taza de café humeante en las manos.

—Debes quedarte con Rossy. Evan, hablo en serio. Tienes que cuidarla—le dice sin mirarlo si quiera. Las palabras de su madre le hacen recordar el suceso del día anterior. Y por primera vez, concuerda en algo con su madre.

—Ya lo sé mamá. No tienes que repetírmelo siempre. No es la primera vez que se van—le responde él rodando los ojos. Nunca le gustó los viajes de trabajo de sus padres—Además, ¿no te parece irónico? Te preocupas más por ella, cuando quién es tu hijo soy yo y no parece importarte en lo absoluto su vida.

Su madre cierra los ojos un momento, tratando de no sentirse afectada por las frías palabras de su hijo.

—Evan. Confío en ti—le dice ella mientras en su interior reza por que su hijo lo comprenda. Cuando termina la taza de café la deja en la mesa y antes de salir de la cocina se voltea—Ah, y dile feliz cumpleaños de parte mía a Rossy.

—¿No sería mejor si lo hicieras tú?

—Está dormida. No la voy a despertar solo por eso. Además la llamaré ese día. Y le estoy dejando muchos regalos.

Su madre suspira, frustrada. En su interior no quiere irse, no le gusta dejar a Evan solo. Pero confía en que Rossy le será de buena compañía.

—¿Y papá?—le pregunta su hijo.

Su madre al oír aquello se sorprende. Pero se recompone de inmediato.

—Ya está en el auto—dice y se acerca a Evan, le planta un beso en la frente y se va. Evan se queda parado en medio de la cocina, escuchando el sonido de los tacones de su madre resonar por toda la casa.

—Ni siquiera se despidió de mí—le susurra al silencio de la casa.

Vuelve caminando a la habitación. Rossy sigue dormida de espaldas a él.

¿Y ahora qué le voy a decir?—se pregunta a sí mismo.

El círculoWhere stories live. Discover now