—¿Y quién fue?—la voz del prototipo sonó, desapareciendo el pequeño y cómodo silencio.

—Fue un jugador del equipo de baloncesto, seguramente no lo conoces—mintió el rubio desviando la mirada de la chica, traía una sudadera y la capucha cubría su malogrado rostro.

—Vaya, es muy fuerte—no pudo evitar burlarse su hermana quien se arrepintió rápidamente.

—Sí que lo es—afirmó Camila.

—No fue solo él—bufó el chico—es un cobarde, también trajo a unos chicos para que lo ayudarán, no pude contra todos.

April ríe.

—Que gran idiota.

—¡April!—regañó la morena.

—Lo siento, pero es la verdad, es una caquita.

Después de eso los hermanos Johnson estallaron en carcajadas, la ojiverde acompañandolos después, pero Camila aún seguía molesta por las palabrotas que decía su hermana.

. . .

"Ciencias" se visualizó en la vista de la morena. La primer clase del día. Zoey acababa de irse junto a su hermano, que si no fuera por sus heridas, estaría guiando a la bella morena hasta su respectiva clase. Pero aunque no la acompañara, ayudó en decirle en donde estaba aquella aula. "Derecha, izquierda, izquierda, quinta puerta"

Y así siguió las instrucciones. Los pasillos eran inmensos, al igual que los adolescentes que transitaban por ahí pero que de poco a poco iban quedando menos. Cuando Camila llegó al último pasillo sonrió victoriosa, y comenzó a caminar por las puertas. Pero al escuchar una melodía de un piano se detuvo, sonaba triste, melancólica, era simplemente preciosa. Miraba a su alrededor para comprobar si los demás escuchaban, pero las personas solo pasaban sin percatarse de aquel sonido. Entonces en vez de dirigirse a la quinta puerta se dirigió a la melodía.

Sus pasos se detuvieron en la primera puerta, se encontraba cerrada y se podía ver que en una pequeña madera se escribía "salón de música".

Sin pensarlo dos veces, Camila abrió la puerta sigilosamente, no quería que aquel sonido se detuviera. Al entrar y encerrarse, encontró a una chica de cabello negro en una esquina, tocaba el piano, creando aquella melodía que la había atraído. Un cosquilleo en su cerebro la hizo sonreír, se sentía extraño pero tan bien, aquel cosquilleo ya lo había sentido antes.

Estaba de espaldas y no se le podía ver el rostro, pero Camila no quería detenerla, no deseaba eso, así que solo se sentó en un mueble que se encontraba cerca de ella y disfrutó de la música.
Cerró los ojos y se mordió el labio inferior al sentir nuevamente ese cosquilleo, "¿Por qué?" Se preguntaba la chica, se sentía diferente.

La música cesó y Camila abrió los ojos para ver como la chica se levantaba y agarraba su mochila. La pelinegra volteó pero su vista estaba fija en su móvil.

—¡Conejita!—exclamó feliz la morena al darse cuenta de quien era, se levantó con una sonrisa y corrió abrazarla.

Lauren, por instinto, empujó a la chica, ocasionando que se estrelle contra el piso.

—Auch—se quejó. Un pequeño dolor en su trasero la hizo fruncir el entrecejo.

—Uh, perdón—habló la pelinegra, ayudándole a levantarse—nunca me abraces, lo odio—gruñó sentándose en un mueble rojo. Su voz sonaba más ronca de lo normal, y en cada oración se quebraba.

Camila se sentó junto a ella y la examinó. Su perfil era muy hermoso y su aro en su nariz siempre le llamaba la atención. Pero algo en ella estaba mal, y eso lo podía ver.

—¿Te sientes bien?—preguntó sin quitar la vista de la joven a su lado, con la mirada perdida en el suelo.

Un cosquilleo muy fuerte en su cerebro la hizo parpadear al ver como Lauren conectó su mirada. Aquellos ojos verdes estaban rojos y un gran moratón se situaba en el derecho. La comisura de sus labios descendieron levemente al ver su estado.

Suavemente dirigió su mano a la herida y lo tocó. La pelinegra cerró los ojos al sentir su toque. La morena no lo podía creer, ¿quién fue capaz de hacerle eso?

Una lágrima se escapó de la prototipo y sin poder evitarlo, besó su párpado herido. Lauren suspiró con sorpresa, aquel acto la hacía sentirse bien, y era extraño ya que aquellas muestras de afecto nunca le gustaban.

Las dos chicas se miraron. ¿Qué estaba pasando? Ese cosquilleo en su cabeza no cesaba.

—¿Quién te hizo eso?—susurró triste Camila.

La ojiverde negó, desviando su mirada al suelo.

—No hables de...mi herida, ¿bien?, solo quiero olvidarlo.

La morena asintió y se acercó más a la joven herida, apoyando su cabeza en su hombro. Lauren, esta vez, dejó que la chica hiciera todo lo que quería.

—Que bien tocas—halagó con una sonrisa, recordando aquella melodía—me atrapó, ¿sabes?, creo que eres un encantador de serpientes.

—Así que tú eres la serpiente—bromeó con una sonrisa la pelinegra.

Camila se enderezó y miró a Lauren. La castaña se mordió el labio inferior al ver aquella sonrisa.

—Conejita.

"Primera clase perdida, primera clase perdida, primera clase perdida..."

Camila//CamrenWhere stories live. Discover now