Capítulo 1: Un día de perras.

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Jazmin se metió con picardía la camisa por dentro del pantalón mientras salía del armario del conserje, detrás de ella salía Ethan Blake, rubio, atlético, de ojos acastañados... Tal vez el chico perfecto que con un poco de perseverancia y amor Jazmin tendría en su bolsillo, pero ella no tenía relaciones duraderas, ni siquiera tenía una simple relación.

–Te llamo luego. –le dijo Ethan a Jazmin guiñándole un ojo a lo que ella le correspondió con una mueca y un suspiro, con ganas de huir de ahí.

–Te dije antes de entrar ahí... –dijo Jazmin señalando el armario del conserje con su dedo pulgar –, que no tengo relaciones amorosas. –se dio la vuelta, abanicando su rubio cabello y alejándose por el pasillo, haciendo resonar sus tacones por todo el pasillo, mientras Ethan quedó confuso. 

Jazmin abrió la puerta de su clase, hoy era el primer día de instituto, y ella para variar llegó tarde después de una... alegría matutina. La profesora Shilton la miró con recelo mientras Jazmin se sentaba en su sitio, nada más sentarse, un chico de cabellos negros despeinados, entró con la respiración agitada de tal vez una buena carrera desde su casa. 

–¿Quién eres tú? –preguntó la profesora Shilton, bueno, perdón, me corrijo –la endemoniada profesora Shilton– por encima de sus gafas de imitación.

–Soy James Cromwell. –entonces, después de unos minutos de haber desconectado de la faz de la tierra, Jazmín volvió a prestar atención. ¿De qué le sonaría ese apellido? Jazmín entrecerró sus ojos con disimulo, a modo de analización. Pelo negro, ojos azules, tez cálida, ni muy musculoso ni muy escualido... entrecerró más los ojos... podría apostarme la vida a que mide 1 metro 80, o tal vez un poco más... Jazmín dejó de mirarle cuando sus miradas se encontraron, sus facciones le sonaban ligeramente, pero seguía sin caer de que le sonaban. 

El nuevo empezó a caminar hacia su nuevo sitio y fue entonces cuando Jazmín se dio cuenta de que solo había un sitio libre y era al lado de Crystal. Pobrecito... pensó disimulando una risa, mientras se fijaba en cómo, patéticamente, Crystal enrollaba un mechón azul en su dedo, y cómo Scott se sentó en la silla un poco incomodado. 

Inflando la burbuja que la solía separar del exterior, Jazmín se agachó un poco para sacar de su bolso negro un libro. Tener miedo a algo no quiere decir que no te fascine ese algo, pensó abriendo el libro por la página que tenía marcada y así las horas pasaron fugaces. 

Liberty Daniels, morena, de ojos grisáceos y soñadora se acercó ondeando su pelo al viento, mientras que Jazmín la esperaba, sentada bajo la sombra de un viejo árbol.

–¿Qué haces aquí tan sola? –preguntó con ironía Liberty. –Oh cierto, eres Jazmín, tú no andas con gente. –Liberty se sentó al lado de la rubia marginada, que sostenía su libro entre sus delgadas manos, mientras pasaba las hojas. –¡Ey! ¿Estás ahí? –preguntó la morena, mientras que la rubia solo se limitó a asentir. Liberty volvió a abrir la boca para decir algunas palabras más cuando Jazmín empezó a hablar.

–Liberty ¿Te apetece ir al cine? –dijo la rubia despegando su mirada del libro. 

–¡Sí! –aplaudió con ansia.

Jazmín río, tapándose con gracia la boca. –Que tonta puedes resultar a veces. –Liberty fingió falsa indignación poniendo una mano sobre su pecho, sobre-actuando.

–¿Yo? Y tú puedes resultar muy poco simpática con los chicos, y no a veces, si no siempre. –comentó Liberty y fue entonces cuando la rubia se dio cuenta de que iba a empezar a hablar de más. –Por ejemplo, mi hermano. ¡Lo dejaste destrozado al pobre! –Jazmín hace uso de su memoria y recuerda a Matt, pelo castaño, ojos grisáceos como los de Liberty, cuerpo musculoso... Sí, lo recordaba a la perfección. 

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