Capítulo 12:

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Meses después, en algún lugar de Malasaña (Madrid):

La puerta de aquel pequeño apartamento se abrió con un fuerte golpe y dos cuerpos, casi fundidos en uno solo, entraron a trompicones en la habitación.

La risa empezó a llenar aquel lugar solo mitigado por el sonido de besos y cuerpos acariciándose.

- Cierra la puerta -pidió Alba con voz ronca dejando de besarla para mirarla.

Natalia se quejó, pero, aun así, sin separarse del caliente cuerpo de la otra, de una patada cerró la puerta.

- No me puedo creer que hayamos dado nuestro primer concierto... -dijo Alba entre besos comenzando a quitar la chaqueta de la otra mientras se dirigían a trompicones a la habitación.

- Dios... estabas tan sexy sobre el escenario... -murmuró Natalia con excitación- Me daban ganas de hacerte de todo allí mismo.

Alba se rio ligeramente ante las tonterías de la otra y se detuvo de golpe cuando por fin llegaron a su destino.

Natalia la miró con las pupilas totalmente dilatadas y la respiración agitada, impaciente por lo que iba a ocurrir a continuación.

Estaban a los pies de la cama, su cama, la que habían hecho propia cuando se mudaron juntas a aquel apartamento con el que tanto habían soñado. Se miraron y sonrieron, sabiendo que se tenían la una a la otra, que eran felices y que las emociones no dejaban de aparecer en sus vidas consiguiendo que la conexión que ya tenían se multiplicase por mil.

Con delicadeza, dejando un poco atrás toda la necesidad que habían sentido durante el concierto y la fiesta posterior, Natalia acarició el rostro de Alba, deleitándose con su suavidad y memorizando, una vez más, cada pequeño rasgo de aquel magnifico rostro.

Alba cerró los ojos un instante, solo sintiendo aquella simple caricia que la llenaba de una manera que aún hoy no sabía describir.

Cuando abrió los ojos y vio todo el amor que transmitía la mirada de Natalia, ya no pudo contenerse más.

La empujó con suavidad hasta que se sentó en el borde de la cama, y con lentitud, dejando que Natalia se maravillase con cada movimiento y la anticipación de lo que iba a ocurrir, se colocó a horcajadas sobre ella, rodeando su cuello con sus brazos sin dejar de mirarla a los ojos.

Natalia no perdió detalle de cada movimiento, sintiendo como el aire le faltaba cuanto más se acercaba a ella, pero, aun así, de manera ya automática, en cuanto Alba se colocó sobre ella, sus manos fueron directamente a su trasero, apretándolo y provocando que se pegase aún más a su cuerpo.

- Te quiero... -susurró Alba mirándola con intensidad.

Natalia sonrió ampliamente para después besarla con suavidad.

- Te quiero... -repitió separándose ligeramente para volver a mirarla.

Se miraron durante un tiempo indeterminado, como si no importase y en realidad así era. Estaban en su casa, el lugar que habían hecho su hogar, sin que nadie les viese, les juzgase, les presionase, les exigiera. En aquel apartamento eran libres para ser ellas mismas, sin prejuicios y siempre con el apoyo que se daban la una a la otra.

Las manos de Natalia comenzaron a deslizarse por la parte baja de la espalda de la otra, levantando ligeramente su camisa para acariciar la suave piel que allí se encontraba, mientras tanto Alba jugaba con su sedoso pelo, tirando ligeramente de él, rascando el cuero cabelludo e incluso la nuca provocando que un escalofrío recorriese el cuerpo de Natalia.

Una habitación a oscurasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora