—No te preocupes, ahora cuéntame.

Rodé los ojos ante su insistencia y la tomé del brazo.

—Vamos a un lugar más privado— la arrastré conmigo hasta el baño.

Una vez que llegamos verifique que no hubiese nadie en ninguno de los cubículos.

—Wow, ¿es muy privado?— preguntó.

—No quiero que lo sepa todo el mundo— dije y una vez que estaba segura de que nadie más estaba con nosotras, decidí empezar.

Sarah me escuchaba atentamente.

—Nathan fue mi novio hace unos años, en donde yo vivía— comencé— al principio todo iba bien con nuestra relación, aunque a veces me hacía escenas de celos estúpidas y me insistía para que tengamos relaciones, pero nunca lo hicimos.

Sarah tenía una expresión de sorpresa en el rostro, ya que probablemente no se lo hubiera imaginado.

—A los meses, descubrí que todo ese tiempo me había estado engañando con quien se suponía que era mi mejor amiga en ese momento— continué— quería terminar mi relación en ese momento, pero de alguna u otra manera siempre lograba hacerme sentir a mi culpable, para que regresáramos— mi voz empezaba a quebrarse a medida que iba contando, pero intenté ser lo más fuerte posible para poder terminar la historia— Cuando cumplimos un año, el me pidió que le pasara fotos mías desnuda como "regalo de aniversario", no quería pero terminé haciéndolo porque él decía que entonces "yo no lo quería". A los dos días, esas fotos estaban en los celulares de todos y cada uno de los chicos en mi antiguo instituto. Esa fue la gota que derramó el vaso, ahí fue cuando decidí terminar mi relación con él, y gracias a Dios, a los días transfirieron a su mamá a otro país por trabajo y no lo volví a ver. Hasta ahora.

—Wow, Alex. No se que decirte... es horrible.

—Lo sé, y aunque suene algo exagerado, todo eso que pase con mi primer, y único, novio fue la razón porque la que después de aquello no pude tener una relación con un chico otra vez. Como si hubiese temido que volviera a pasar.

—Te entiendo, y puedo asegurarte que no eres exagerada, conozco esa sensación— me tomó de las manos para darme apoyo.

—Sarah, no quiero volver a verlo— se me cristalizaron los ojos

No contestó, solo me abrazó para que me tranquilizara.

—¿Sabes cual es la única cosa que me ayuda a olvidar todo?— preguntó una vez que nos separamos, tenía una sonrisa traviesa.

—¿Qué cosa?— pregunté.

Abrió su bolso y me enseñó un folleto que tenía escrito en letras grandes "Fiesta". Ese mismo papel estaba impreso y pegado en todas las paredes del instituto, solo que no le había prestado mucha atención.

—Oh no. Ni lo creas— negué con la cabeza.

—¡Vamos!— insistió— es el viernes por la noche, supongo que no tienes planes.

—No, no los tengo, pero dormir suena mejor que ir a una fiesta.

—Es en casa de Alec. Con el ruido no creo que puedas dormir mucho— advirtió.

Le saqué el folleto de las manos y me fijé la dirección que decía. Sí, definitivamente era al lado de mi casa.

—Anda, di que sí— me rogó haciendo un puchero con sus labios.

El playboy es mi vecinoWo Geschichten leben. Entdecke jetzt