Equilibrio

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Película: Frozen

- ¡Ana! ¡Vuelve a hacer otra vez eso, por favor!

-Está bien pero ya es la última vez, estoy cansada y tengo sueño.

Ana estaba realmente cansada y sus párpados pesaban pero para hacer feliz a su hermana lo repitió una vez más. Extendió sus manos en dirección al techo y pequeñas llamas de fuego salieron de ellas girando y cruzándose por toda la habitación; los ojos de Elsa brillaban de emoción por la belleza del espectáculo pero Ana estaba muy cansada y no logró desviar la dirección de una de las llamas que se dirigió hacia Elsa, cuando Ana pudo alejarla de ella ya tenía parte de su vestido quemado y pequeñas quemaduras en sus piernas. Asustada, Ana pidió ayuda a sus padres que por suerte lograron curarla haciendo que el único recuerdo que quedase de ese momento fuera una pequeña mancha roja en la pierna de su hermana; no hubo ningún problema pero hubo una decisión que sería muy dura para ambas: Ana debía permanecer en su habitación sin salir por el bien de Elsa y de todos los habitantes del palacio. Ana accedió a ello para no poner de nuevo a su hermana en peligro pero ella en cambio no pensaba de ese modo y echaba muchísimo de menos a su hermana.

Ana dejó atrás el recuerdo de ese día cuando escuchó varios golpes en la puerta.

-Por favor Ana sal, no tengo miedo, no eres peligrosa eres mi hermana y quiero estar contigo.

-De verdad lo siento Elsa, es por tu propia seguridad. Te quiero y no puedo permitir que lo de esa noche se repita.

-Está bien, adiós Ana.

-Adiós Elsa.

A ella le dolía esa situación, le encantaría abrazarla, estar con ella y ver el brillo en sus ojos cuando hacía volar el fuego de un lado a otro pero sus padres le habían dicho que debía reprimir su poder pero, aun así, buena parte de sus cosas estaban parcialmente quemadas.

Se dirigió a la ventana en un intento de distraerse: las personas iban y venían haciendo sus quehaceres diarios; sus ojos se centraron en la anciana bruja que había en el reino ella sabía hacer muchos tipos de hechizos, todos ellos en beneficio de otras personas. En esos momentos se encontraba entreteniendo a algunos niños haciendo juegos de luces brillantes que se entrelazaban y giran y, como era de esperarse, todos los niños observaban extasiados. Apartó bruscamente los ojos de la ventana, esa situación le recordaba a ese día sólo que la bruja sabía manejar sus hechizos y ninguno de ellos saldría herido en aquella situación. Si tan solo hubiera una manera de limitar sus poderes...

Por otro lado Elsa caminaba por todo el castillo sumida en sus pensamientos. Ya hacía tres años que no veía a Ana y no soportaba esa situación, era su hermana y tenía todo el derecho a estar con ella.

-Por un ridículo accidente no puedo ver a mi hermana, no tiene sentido tan solo quiero estar con ella como antes y sin embargo ahora ella tiene que estar encerrada. ¡No es justo! -dio un fuerte golpe con el pie contra el suelo y una fina capa de hielo se extendió por el suelo de toda la habitación causando que Elsa se deslizara por el suelo.

- ¡Esto es impresionante! Yo también tengo poderes. Y si... -alza sus manos hacia el techo pero no ocurre nada - ¡Oh vamos! -alza las manos con mucha más fuerza y esa vez sí que aparece un remolino de nieve que cae en el suelo lo repite y esa vez cae mucha más nieve y hace que gire a su alrededor.

- ¡Esto es genial! Tengo también poderes como ella, sólo que los míos son opuestos a ella -se detiene a reflexionar -Los míos son opuestos... ¡Puedo ayudarla! Ya no tendrá que estar allí.

Elsa corrió por los pasillos todo lo rápido que le permitían sus piernas hasta llegar a la habitación de su hermana y golpear la puerta muy rápido.

-Elsa, ya hemos hablado de esto...

-¡Ana también tengo poderes!

- ¡¿Qué?! Eso es...

-Genial, a que sí.

-Eso es de todo menos genial, ¡ahora eres peligrosa como yo!

-Ana, tú no eres peligrosa y yo tampoco. Esa noche sólo tuviste un pequeño error al manejar el fuego, pero ya no va a pasar. Mi poder es el hielo, el opuesto al tuyo, así que puedo ayudarte si te descontrolas un poco yo puedo apagar el fuego con mi hielo y si me pasa a mí tú puedes derretir el hielo. ¿No lo ves? Ya no tienes que ocultarte.

-Viéndolo así, tienes razón...

-Ahora no hay nada que te impida abrir esa puerta...

-Está bien...

La puerta se abrió lentamente y Ana se asomó tímidamente a la puerta ya que no había visto a su hermana en tres años. Nada más abrirla ambas se abrazaron con todo el cariño que se habían guardado todos esos años. Ese era, sin duda, el momento más feliz de sus vidas.

-Has crecido.

-Tú también.

-No volveré a separarme de ti, nunca.

-Deberías enseñarme esos poderes tuyos ¿no?

Elsa golpeó el suelo con el pie y una capa de hielo se extendió por él permitiendo patinar por todo el lugar. Después una pequeña ventisca de nieve salió de sus manos en dirección hacia el techo del lugar para después comenzar a caer.

-Prueba a lanzar una llamarada de fuego a ver qué tal la detengo.

Sin hacerse esperar Ana lanzó una llama de fuego hacia arriba y rápidamente Elsa hizo caer nieve sobre el fuego haciendo desaparecer el fuego pero no sin antes transformar en agua la nieve.

- ¡Es genial! Realmente funciona.

-Y te lo dije hermanita, juntas somos mejores. Juntas nada puede salir mal.

Se abrazaron e hicieron aparecer hielo y fuego a partes iguales creando tal espectáculo que hubiera maravillado a cualquiera que hubiera pasado por allí.

Porque ambos elementos si estaban juntos estaban en equilibrio.

Porque ellas dos si estaban juntas estaban en equilibro. Y eso nadie podría arrebatárselo.

Erase una vez un gran cambioWhere stories live. Discover now