1. Yorkshire.

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Viernes, 22 de junio de 2012. Tras innumerables horas de estudio, noches enteras en vela, mucho café y varias semanas sin salir de casa, al fin era libre. Mis exámenes habían concluído, mis horas frente a los densos libros o paquetes de apuntes habían llegado a su fin. Es cierto que, desde que comencé la educación secundaria, todo aquello que había sido prácticamente mi vida. Me levantaba, desayunaba, iba al instituto, volvía a casa, comía, estudiaba, hacía los deberes, volvía a estudiar... Por la noche, si me sobraba tiempo, veía una película con mis padres o salía con mi novio, Tom, con quien llevaba saliendo toda mi adolescencia.  Tom y yo éramos dos gotas de agua. Ambos ambiciosos, organizados, perseverantes y muy perfeccionistas. Él había ido por la rama de las ciencias para poder estudiar medicina, lo cual le llevaría muy lejos de mí cuando fuéramos a la Universidad. Era algo que aún no habíamos hablado, pero lo haríamos pronto. Muy pronto. Pero antes, dejadme que os sitúe.

Nací el 11 de mayo de 1993 en York, Inglaterra. Mi padre, William, era cirujano en el hospital más grande de la ciudad, mientras que mi madre, Eve, era una abogada de renmobre a nivel nacional. Muchos la conocían por haber metido en prisión a los tres hombres que habían torturado, forzado y luego asesinado a más de diez niñas de doce años. Tenía un hermano mayor, Noah, que iba camino de convertirse en el nuevo Rafa Nadal, Roger Federer, Novak Djokovic, o cualquier otro tenista que prefiráis. Ya había participado en varios campeonatos, nunca en uno profesional. Hasta este año, que se estrenaría en las Olimpiadas. Sí, en las Olimpiadas. Un poco tarde para comenzar a hacerse un hueco en este mundo, pero aún así, a tiempo. 

Mi vida era perfecta, tenía amigos del club de estudio con los que algunos fines de semana salía a comer pizza y a beber batidos, un trabajo a media jornada haciendo de becaria en una empresa de publicidad, ayudando con el diseño de logotipos... Ah, sí. Esa es otra parte muy importante en la historia que ahora os cuento. La noticia de que quería estudiar Diseño Gráfico no había tenido una gran acojida en mi hogar. Mis padres consideraban que sería una pérdida de tiempo, que sería más productivo estudiar algo que dejara una mayor huella en mi vida, como lo que ellos hacían, pero yo estaba convencida de que el diseño gráfico era mi verdadera pasión. Crear, dibujar, hacer algo mejor cada día... Era un reto, y me encantaban los retos. Gracias a mis horas de estudio, la Universidad de Bristol me había admitido encantada, incluso me ofrecían una beca, aunque no fuera necesario. Mis padres se negaron a aceptarla. 

Así que así llegamos a ese momento. El primer viernes de mi vida post-instituto. El primer viernes en el que me sentí libre por primera vez en dos años. El primer viernes del resto de mi vida. 

¡Holaaaaa! Sé que es muy cortito, pero esto es solo la introducción. Iré subiendo capitulos muy a menudo, pues no comienzo la Universidad hasta el 15 de septiembre. Así es como es en España, bitch! Jajajajaja Gracias por leer y un saludo!

El arte de ser libre. |Finn Harries. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora