—Mi vida.. –susurraba, Louis para abrazar a Liss— Harry... hay que hacer algo... no es normal.. –articuló, Louis preocupado— Le duelen... ¿te pica también, dulzura?

Liss asintió mientras formaba un puchero. —Pica, papis.

—Oye, es normal, es solo la viruela... –le tranquilizaba Harry con una sonrisa— Cuando estaba crío me pasó–

—¿Y qué debemos hacer? –preguntó, Louis mientras acariciaba el cabello de la pequeña—

—Voy a ir a la casona, allí hay hiervas y todas esas cosas, no tenemos aquí... –decía, Harry mientras se colocaba unos Jeans—

—¡Papi no te vayas! –exclamaba, Liss mientras se movía a los brazos de Harry. Louis mordió su labio inferior—

—¿Quieres que vaya yo? –preguntó, el ojiazul en dirección a Liss—

—¡No, no! –exclamaba, la nena— ¡Quedaos conmigo! ¡los dos! No me dejen... –lloraba Liss.

Louis miró a Harry y viceversa.

—Oye princesa... –musitaba, Harry— ¿Te duelen las heridas pequeñitas, verdad? –Liss asintió mientras se sentaba en las piernas de Louis— Entonces voy a ir a buscar algo para que no duelan más ¿de acuerdo? –Liss le miró durante unos segundos—

—Papá vendrá enseguida, de verdad... –agregaba, Louis mientras le besaba la mejilla— ¿sí?

—Regresa pronto... –respondía la pequeña— No tardes... –

—Volaré, corazón –decía, Harry— Te pondrás bien.

Harry besó la frente de Liss y luego la de Louis. Con un abrigo exageradamente tapado Harry se montó en su caballo, aún bajo la lluvia torrencial que sacudía Tennesse. Cabalgó lo más rápido posible pasando por el pantano, la granja y todas las partes antes de llegar a su destino.

Cuando finalmente lo logró, bajó del potro y corrió por la puerta trasera de la casona, entró y como era de esperarse todo estaba apagado. Encendió la luz de la cocina y comenzó a buscar en las cajonetas las hierbas.

—¿Harry? –articuló, una voz femenina. El ojiverde se giró para encontrarse con su prima Cler—

—Cler... –le saludó con una sonrisa— Estoy buscando unas hierbas... –la muchacha se acercó—

—¿Pasó alguna cosa? –preguntó—

—Sí, es Liss... creo que no tiene picaduras de zancudos, es la viruela.. –decía, Harry—

—¿Viruela? ¡oh! –soltó, Cler— Tuvo que haber sido Tom... –

—¿Tom tiene la viruela? –preguntó, el ojiverde mientras guardaba en una bolsa las hierbas—

—Sí, la semana pasada, pero Jackson le dio esas hierbas durante dos días con reposo máximo y ya se calmó.. –explicaba, Cler. Harry asintió –

—Liss está asustada... –comentaba— Llegó llorando al cuarto.. –

—Pobrecita mi nena.. –compadecía, Cler— Ve y llévale las hierbas. ¿Mañana vienen a almorzar? –preguntó, mientras acompañaba a Harry hasta la puerta—

—Según como amanezca Liss, ahí les aviso de todas formas.. Descansa Cler.. –decía, Harry para darle un abrazo a su prima—

—Descansa y espero que mejore Liss.. –terminaba de decir Cler para luego ver a su primo montarse al caballo y salir de allí bajo la lluvia— Ay esta vida... –susurraba, para luego cerrar la puerta— ¡Mamá que está haciendo! –exclamó, Cler al ver a su madre caminar. Sara ya no era la de antes, estaba poco más viejita y tenía problemas en sus huesos—

Summer in Tennesse  «l.s»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora