El monstruo del armario.

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Ahí está, puedo verlo ocultándose en la oscuridad.

Volvió otra vez.

¿Qué quiere? ¿Por qué me busca?

¿Por qué siempre vuelve para atormentarme sin piedad?

Los pies me arden de tanto correr, mi ropa está rasgada y sucia de mugre. ¿Por qué está sucia mi ropa? ¿Dónde me arrastré? No lo recuerdo, no puedo hacerlo, no quiero recodarlo otra vez.

Me cortó las alas, no tengo alas para volar. Todo lo perdí. Tengo las manos frías, y sangre roja como el carmesí brota de las heridas hechas con la hoja de una cuchilla... la sangre brota, brota como gotas de agua en un día gris. La sangre es vida, pero yo ya no vivo más.

Mis ojos ya no pueden derramar más lagrimas. Puedo sentír los latidos desbocados de mi corazón. Doy pasos hacia atrás. Retrocedo lentamente... ¿acaso no parará de venir por mí? ¡¿Por qué me atormentas?! Quiero gritarle, pero no tengo voz. Mis ojos fijos, siempre fijos en aquel armario sucio, polvoriento y de madera vieja. Mi espalda siente la fría pared detrás de mí, tan fría como la brisa que se escabulle en silencio por la ventana y mueve las cortinas en la noche.

Me deslizo, me deslizo en la pared, destruida, cansada, hasta quedar en el suelo manchado de otra sangre. Estoy ahí, en la penumbra, agotada, ya no puedo más... soy una esclava. El miedo... el miedo aprieta mi pecho y no me deja respirar. No estoy sola, él está conmigo, siempre lo ha estado.

Aprietos los ojos, duelen. Ya no quiero ver el mundo, ya no queda nada de humanidad. Pierdo la esperanza y entonces lo escucho, puedo escuchar su asquerosa respiración en la oscuridad. Mi estómago se retuerce. Siento sus ojos sobre mí. ¿Cuándo parará? ¿Por qué juega con mi mente? Me cubro las orejas. No quiero escuchar. Lágrimas negras brotan del vacío de mis ojos antes de volver a mirarlo. Aún escucho su voz, me llama, solo quiere que vaya, otra vez. No quiero hacerlo. Miro mis uñas, están rotas y llenas de mugre, ¿con ellas me defendí? ¿Dónde estuve? ¿Cómo llegué aquí? ¿Perdí mi inocencia? ¿En qué momento? No lo recuerdo.

Ahora las cuatro paredes son muy grandes, son más grandes de lo que esperaba. 'Muévete' me dice mi mente, si te quedas quieta no podrás avanzar, si él toma esta vida tú no tendrás una más. Tiene razón, pero mi cuerpo tiembla, tiembla como una hoja seca en el otoño. Pero si me acerco... si me acerco haré lo que él quiere... los nervios me controlan pero me pongo de pie.

Ya no escucho mi corazón latír, ahora solo el agobiante silencio. Aprieto mis manos lastimadas con demasiada fuerza... pero no siento nada. No puedo sentír. ¿Qué es eso qué respiro? ¿Respiro? Ahora puedo respirar... se siente bien. No importan las heridas, mís cadenas físicas, la cruda realidad.. ahora camino, mi cuerpo está frío, no es normal. Me acerco, abro las puertas... Pero no hay nada, solo oscuridad.

El monstruo del armario no está. Tal vez nunca estuvo... pero volverá.

El monstruo del armario Where stories live. Discover now