Capítulo 5

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Despierto por la luz que atraviesa la ventana acordándome que solo soy una adolescente más en el mundo que tiene que ir a la escuela y sobrevivir en este mundo. Me paro lentamente de la cama, perezosa paso mis manos por el cabello y suelto un suspiro de cansancio. Me cambio de ropa y bajo al comedor, papá está hablando con alguien por teléfono, camino hasta la loza de la cocina y cuando estaba a punto de sentarme lo escucho reír. No es como si no lo hubiera   hecho antes, pero esta risa es distinta a la normal, esa risa la usaba con mamá y solo con ella.

—Eres muy graciosa— papá vuelve a reírse—. Claro, claro, ¿qué tal este jueves?— él guarda silencio por un rato como esperando por una respuesta—. Genial, bien, claro, nos vemos, adiós—cuelga—. Ah, Amy, ¿qué haces ahí? No te había visto.

—¿Con quién hablabas?— le pregunto sin rodeos.

De pronto el rostro de mi padre se ilumina de algo que no logro descifrar.

—Alguien del trabajo.

Su voz sonaba segura por lo que consideré creerle, aunque internamente sentía que no decía la verdad.

Después de que papá me dejara en el instituto caminé por los pasillos buscando a mis dos únicas amigas.

—¡Hey! ¡Amy!— gritó Riley acercándose a mí dando saltitos.

Meryl venía a su lado cargando los libros en un brazo, cuando estuvimos reunidas me sonrio dandome los buenos días, en cambio la masa efusiva llamada Riley me dio una fuerte abrazo casi asfixiandome en el proceso y juntas caminamos hasta la próxima clase.
Matemática. Mi curso favorito. Escuchaba con atención la explicación de la maestra mientras tomaba apuntes relevantes sobre el tema cuando de repente alguien abrió la puerta toscamente. Todos los alumnos, excepto yo, fijaron su mirada hacia la puerta.

—Disculpe la tardanza tuve algunos asuntos que atender

Al escuchar su voz mi cabeza giró involuntariamente hacia la entrada.
Él se percató de mi mirada y posó sus ojos en mi, tenía unas considerables ojeras debajo de los ojos. Mejor dicho, un aspecto bastante demacrado. Como quien acaba de ver a un muerto. Se quedó viéndome a los ojos muy fijamente. Es la segunda vez que lo hace de ese modo.

—¿Y qué clase de asuntos eran más importantes que llegar tarde a clase?— volvió a preguntarle la maestra con notable molestia.

—Tenía un asunto pendiente con el director— contestó Evan sin apartar la vista de mí. Agaché la cabeza ignorándolo.

— Bien, como sea. Tome asiento, joven Woods.

Sentí sus firmes pasos resonar por todo el salón hasta que se detuvieron justo a mi lado. Estaba tan cerca que mis bellos se erizaron y mi corazón se apretó contra mi pecho, desde aquí podía escuchar el ritmo de su pausada respiración. Su cercanía activó extrañamente todas las alertas de mi cuerpo impulsando el nerviosismo por toda mi corriente sanguínea. Evan se sentó en el asiento vacío a mi lado y tuve que contener la respiración si no quería sufrir un ataque ahí mismo frente todos.

Por primera vez odio que las carpetas sean de dos. A pesar de su cercanía traté de no perder la concentración de la clase, pero fue inútil. Mi cabeza solo giraba en torno a él y el aspecto que tenía. Algo debió pasar.

Sentía su mirada todo el tiempo e hice una acopio de fuerza para no verlo de reojo ya que conociéndome él se hubiera dado cuenta.
Luego de un rato lo sentí inclinarse ligeramente hacia mí. Tiene los ojos pegados entre el pizarrón y la maestra, pero sé que su atención no está precisamente enfocada en ella.

—Lamento haberme ido así ayer— se disculpa rompiendo el silencio—. ¿Por qué aceptaste esa salida?

Me quedé pensando una respuesta que ni existía. La única razón era mi curiosidad y ganas de llevarle la contraria. ¿Cómo le digo eso?

El círculoWhere stories live. Discover now