La llegada del nuevo integrante. (Capítulo único)

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"-Vamos a ser padres... Dio-" nunca olvidaría esas palabras que brotaron de los temblorosos labios de Jonathan, tenía miedo en su pequeño ser a pesar de que se mostraba firme, estaba confundido, aquella situación lo descolocaba completamente ¿¡Un bebé!? Ambos supieron siempre de la existenca de esos chicos "especiales" que lograban engendrar vida en su interior, pero lo que Dio Brando no sabía es que su pareja, Jonathan Joestar lo era, para ser sinceros, ese dulce chico al que llamaban "Jojo" tampoco sabía de su condición, fue algo que descubrieron luego de que el doctor les dijera con una enorme sonrisa que esperaban a un pequeño bebé, esa noticia los impacto por completo llevándolos a caer en un mar de confusión y desesperación. Un niño, la palabra les aterraba, un ser que dependería de ellos la gran parte de su vida, especialmente de Jonathan por ser quién engendraba a la criatura en su vientre. 

  Era el más afectado con la noticia, aún así, con todo temporal negativo, tomo su decisión de seguir adelante con ese embarazo, no dejaría que nada le quite esa felicidad, más allá de que su cuerpo manifestaría cambios que lo confundirían, ese amable doctor, se ofreció a ser su guía en esta travesía que implicaba ser padres primerizos.

  Los cambios físicos en el cuerpo de Jonathan eran notables, cuando tenía ya 3 meses de gestación su vientre se notaba ya crecido, era pequeño, pero ahí estaba su bebé. Siempre pensaba lo mismo Dio lo lindo que aquello se le veía a su esposo cuando lo veía con esas camisetas algo ajustadas que usaba, sentía un ardor de orgullo en el pecho no sabía explicar esa sensación, era extraña, y al no entender, le causaba una leve molesta.

  Quién hubiera pensando que esos dos, que se llevaban mal desde que se conocieron en la secundaria terminarían juntos, y nadie les creería si les decían que formarían una familia; Dio siempre fue el encargado de atormentar a Jonathan durante todo el tiempo que convivieron juntos en el ambiente escolar, el por qué era muy sencillo, la cara de idiota que siempre traía el Joestar le molestaba enormemente, ese corazón bondadoso y puro le causaba asco y esa pureza virginal que siempre lo rodeaba, su caballerosidad, todo en ese tipo era odiado y detestado por Dio Brando. Pero cuando menos se dio cuenta, lo molestaba simplemente para recibir una mirada de aquellos ojos azules que lo tenían hechizado, estaba encantado con el porte adulto que Jonathan había adquirido al entrar a la universidad, sin duda alguna la belleza era algo que lo hacía destacar, seguía puro como siempre, atrayendo a millones de pretendientes, tantos hombres como mujeres, pero él fue el primero y el único a quién Jonathan se entrego, dejo todo en sus manos, sus sentimientos, su corazón y un amor que florecía como un capullo en primavera, todo era cándido y hermoso, era un cliché perfecto. 

  Dio experimento la dulzura luego de años de amargura y mal humor, junto a ese idiota que aunque no lo admitiera, amaba, amaba a Jonathan Joestar aunque nunca lo dijera en palabras.

(...)

  Siete meses han pasado desde que la noticia del embarazo se confirmo y el ritmo de vida seguía como siempre en esta joven pareja de futuros padres, aunque algunas cosas cambiaron en la rutina, Jonathan noto lo mucho que creció su vientre, a pesar de estar de tan sólo de 28 semanas de gestación, el bebé se movía bastante, era inquieto y eso le alegraba, el doctor siempre les decía lo mismo cuando iban a los controles, nunca había visto una madre y bebé tan saludables como lo eran ellos dos. 

  Por ordenes estrictas de Dio, Jonathan no podía hacer ningún esfuerzo, solo podía cocinar, ya que Brando no dominaba ningún arte culinario, e ir al baño sólo, todo lo otro estaba terminantemente prohibido, o sino debía prepararse para recibir una reprimenda por parte del padre de su bebé y del bebé mismo que parecía regañarlo dándole pataditas que lo derretían de ternura. 

  Y ahora mismo, se estaba armando un dilema en la pequeña casa que compartía esta pareja, por obvias razones.

-Pero Dio, puedo ir yo solo... Estoy embarazado no inválido- y ahí salía otra frase muy usada por quienes pasaban esta transición, Jonathan estaba tranquilo, con las manos en su cintura mientras miraba a Dio que estaba listo para ir a su trabajo, no sin antes llamar a una verduleria que hacía encargos a domicilio, ya que a su primor se le antojo hacer una tarta de frutas a último momento, demasiado temprano en la mañana por culpa de sus antojos.

El comienzo de una familia.Where stories live. Discover now