Capítulo 3

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El profesor lo mira sin comprender.

—El año pasado usted preguntó por qué

—Señor .. eso es correcto.

—Si.

Las estrellas adornan el oscuro cielo de la noche. La luna, redonda y brillante, parece estar sonriéndome desde un punto infinito en el cielo como animandome para lo que estaba a punto de hacer y yo la chica menos valiente del planeta tomaba una profunda exhalación al inhalador para guardarlo en mi bolsillo deseando que no me de ningún ataque ahí dentro porque sería la peor forma de empezar mi llegada.

Observo la casa de enfrente, es inmensa y por ende debía haber mucha gente ahí. Meryl se adelanta y toca el timbre de la inmensa casa. Un chico moreno y alto sale por la puerta, en cuanto él mira a Riley y Meryl sus ojos parecen brillar de emoción, no se molesta en contenerse y grita hacia adentro de la casa con más alborozo de la que creí capaz en una persona:

—¡Llegó Amy!—la gente de dentro grita de felicidad. Ambas entran riendo, yo prefiero tomarme mi tiempo para analizar la entrada. La música está a tope, la única iluminación de la casa son unas luces de colores y el grito de las personas de dentro creo que se puede percibir incluso a más de tres cuadras de distancia. En cuanto cruzo la entrada percibo un olor a tabaco y alcohol tan insportable que hago una mueca. Riley tira de mi y emocionada me presenta a muchos de sus amigos. Tras un rato de muchas presentaciones me ofrece ir a bailar pero niego diciendole que me siento un poco mariada y me sentaré un rato. Prometiéndole que bailaré con ella cuando me sienta mejor Riley asiente entusiasmada plantandome un beso en el cabello a la vez que estiende un brazo por mi cuello para luego decir <<No importa siempre tengo a Meryl para hacerla sufrir un rato>> y seguidamente jalarla a la pista de baile. Supongo que hay cosas que nunca cambian. El tiempo desde la última vez que estuve acá parece nulo cuando las veo y me doy cuenta que siguen siendo las misma después de todo. El clima caluroso de este lugar le viene bien a mi cuerpo luego de tanto tiempo aguantando el frio. 

No quito mis ojos de mis dos mejores amigas todo el tiempo, tras bailar con unos chicos en la pista de baile se quedan charlando un buen rato, haciendo caso omiso a todas las personas que se quejan con ellas por interrumpir el paso. Tras un breve rato Riley parece señalarme y me imagino que debe estar hablándoles de mi, trato de no hacerme bolita cuando uno de ellos alza una mano saludándome.  Tarde un rato en respoder por lo que me vio extrañado para luego voltear hacia mis amigas. Genial, Amy, otra vez arruinaste algo.
Sé muy bien que en este preciso instante muchas miradas deben estar puestas en mí. Soy el atractivo del lugar y aún asi estoy aquí parada simplemente existiendo. Junto mis manos con nerviosismo y trato de no pensar en lo triste que debo verme aquí sola, en una fiesta hecha en mi honor donde debería estar divirtiendome o bailando. Pero nunca me han ido esas cosas.

—Hola, ¿gustas uno?—una chica morena y bajita se me acerca, la reconozco del segundo año se sentaba detrás mío en el instituto, en sus manos lleva una bandeja con muchas bebidas de alguna especie de combinacion rara de alcohol. Casi no la miro al contestar.

—Si, gracias— dije aunque no bebo.

—Relajate es tu fiesta—añadió amable—Bienvenida a casa, Amy.

Se va siguiendo su camino. No estaba segura que tan mía era. Las protagonistas de la noche parecían ser mis mejores amigas.

Decidí quedarme sentada en el sillón durante una largo periodo de tiempo dando uno que otro sorbo al vaso de cerveza. Sin duda nunca entenderé por qué a la gente le gusta el sabor del alcohol, aunque no tardé en recordar el placentero adormecimiento luego de tomarme unos cuantos sorbos. Me centro en la puerta de la cocina, al lado de ella hay un grupo de chicos haciendo competencias de quién llega hasta el fondo de la botella. Hago una mueca cuando uno de ellos arroja todo el contenido en la alfombra y una chica le grita molesta de que le haya salpicado vomito en el vestido.

El círculoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora