Capítulo 1: Polvos.

33 3 1
                                    

El vuelo hacia Whittier no parece tan largo siendo acompañado por aquella mujer de cabello azabache. Aunque intento darle la menor importancia por el momento, luego ya puedo conseguir su número de teléfono y acabar con lo que empezamos.

O lo que empecé.

Estamos a diez minutos de aterrizar. Ponte el maldito cinturón Ethan o yo mismo iré y te lo pondré por el jodido culo.

Suelto una carcajada al escuchar a Michael hablar, aunque de todos modos obedezco. Sé de lo que es capaz éste hombre.

La chica intenta no reír aunque falla estrepitosamente en el intento, así que ríe fingiendo que tose.

—¿Acaso te burlas de mí?—Ella deja de toser y se sonroja.—Me lastimas...aquí.—Señalo mi corazón con una mano y finjo que lloro.

—No...yo, no estoy riendo.—La pequeña sonrisa que se asoma por sus labios la delata.

—Mientes.—Chasqueo la lengua.—Veo tu sonrisa.

Ella no lo puede ocultar más y termina sonriendo. Sonrisa que me cautiva al momento.

Me aclaro la garganta y niego con la cabeza.

—¿No te pondrás el cinturón?—Sin tan siquiera mirarla, enarco una ceja a su dirección.—Podrías caer.

—Si bueno...—Su tono de voz cae por el momento, aunque luego se recupera.—Lo haré ahora mismo.

Asiento todavía sin mirarla y saco la portátil para enviar las coordenadas de nuestro próximo encuentro, una vez que lo hago, miro por la ventana y una hermosa vista llena de nieve me da la bienvenida.

Aquí vamos.

El Jet aterriza cerca de unos árboles, y al momento de bajar tengo que ajustar mi chaqueta por el frío que hace aquí.

—¿Cómo mierda aguantaron el frío mis padres?—Murmuro para mi mismo.

—Créeme, muchacho.—Michael se coloca a mi lado y la chica azabache al otro.—Ni yo los entendía.

—Señor King.—Un hombre altamente armado se pone en frente de mí.—Su transporte ya está listo, junto con el del señor Mariek y la señorita Cluster.

—Bien.—Asiento a su dirección y me volteo para ver a Michael.—¿Nos vemos en la mansión?—Asiente y después veo a la chica.—¿Nos volveremos a ver?

—Puede que esté más cerca de lo que te imaginas.—Sus palabras me confunden, pero, antes de que pueda preguntar, ella se marcha hacia la dirección contraria dejándome con las dudas.

—Si antes te quería para un polvo, ahora posiblemente te quiera para dos o tres...

—¿El frío ya te está afectado el cerebro?—Doy un respingo por la repentina aparición de mi abuelo.—Eso de hablar solo no es lo tuyo, Ethan.

Ruedo los ojos y camino hacia el auto con mi abuelo siguiéndome.

—Para que sepas, hablar solo es bueno en ocasiones.—Comento mientras subo al auto y lo enciendo.

—Oh, lo sé perfectamente. Yo lo hago de vez en cuando.—Se sube al asiento de copiloto.—Pero lo uso para reflexionar, no para planear tirarme a una mujer.

La escolta que me guiará a la mansión de mis padres pasa en frente de mí y yo me obligo a seguirlos.

—Tienes que admitir que está buena.—Esquivo un bache.—La edad no te ha hecho ciego.

—No lo negaré, Ethan. Pero si fuera tú, no pensaría de ese modo de ella.

—¿Está emparejada con alguien?—Si ese fuera el caso, yo la dejaría en paz, entre nosotros se nos respetan a las chicas.

—No.

—Entonces no hay problema...¿qué nos pueden hacer un par de polvos?

—¿A ella? Absolutamente nada, ¿a ti? Absolutamente todo.

—Explícate.—A lo lejos se ve una impresionante mansión y me quedo embobado unos segundos.—¿Eh?—Pregunto al no haber puesto atención a lo que decía.

—Decía que lo mejor es no involucrarte tanto con ella de esa forma, no querrás ver a su padre molesto.

Estaciono el auto y antes de bajar de él, observo a mi abuelo.

—Si me dices que me tengo que alejar de ella por su padre, me he enfrentado a situaciones peores. No es nada nuevo.

—Si tan sólo supieras quién es...—Bajamos el auto y lo miro interrogante.

—¿Y se puede saber acaso quién lo es?

—Tan solo mira al frente.—Hago lo que me pide y al momento de hacerlo me congelo.

—Ya decía que se me hacía conocido el apellido Cluster.—Miro como la chica que se quita la peluca dejando ver un abundante cabello chocolate.—También decía que ese cabello era demasiado negro como para ser real.

  —Ethan, cállate y compórtate.—Reclama por lo bajo.—Ahora camina y no digas ninguna estupidez.

  —No prometo nada.—Saco un cigarro de mi bolsillo y lo prendo.—Como tampoco prometo alejarme de esa chica.

—Como tampoco prometo alejarme de esa chica

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

  —Y— 

The Colors Of Death: The White.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora