Capítulo 26 - Gritos

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~Mateo~

La noche para las almas perturbadas puede resultar eterna, la lentitud con la que pasan las horas de la madrugada son tormentosas para aquellos cuyos problemas dominan sus pensamientos privándoles del placer de cerrar tu mente y caer en un profundo descanso. Otros, como Val, son arrancados cada poco tiempo de los brazos de Morfeo a causa de las reacciones involuntarias de su cuerpo. A pesar de haber caído rendida anoche, Val se ha despertado varias veces por los mismos nervios y en una ocasión gracias a los ascos que volvieron a irrumpir en su sistema digestivo después de... ¿cenar? como a las dos de la mañana. Sí, el hambre también la despertó en una ocasión.

Veo el reloj por cuarta vez esta noche, van a dar las seis de la mañana y ella está profundamente dormida sobre mi torso desnudo. Algo está fuera de lugar con su salud, ayer creí que era cansancio, pero no, ella lucía pálida incluso antes de todo el alcohol que bebió y los efectos de este. Me preocupa que la empeore todo lo ocurrido. Trazo círculos en su espalda a modo de caricia. Para mí la noche ha pasado lenta debido a los sustos que ella me ha dado, pero esta misma noche también se ha encargado de demostrarme que mi preocupación por ella, mi necesidad de cuidarla y saberla bien solo se deben a un sentimiento.

Mis párpados dominados por el cansancio debieron dejarse caer sin aviso, despierto por los rayos de luz que se cuelan por la ventana pegando directo en mi cara. Valentina continúa dormida acurrucada en mi cuerpo. No deben ser más de las ocho o nueve de la mañana, lo que significa que por fin logró dormir por completo. La beso dulcemente sobre su cabello y con cuidado de no despertarla me levanto para ir a la cocina, está tan perdida en sus sueños que ni se queja cuando la remuevo de mi lado, quiero prepararle un desayuno sano que ayude a calmar su estómago. Paso rápido al baño antes de ponerme una camisa y bajar.

Las chicas ya se encuentran desayunando junto a mi madre.

-Buenos días, señoritas -saludo en general-.

-Cariño, ¿cómo está Val? -mi madre es la que inicia el interrogatorio, mi hermana y sus amigas se limitan a responderme el buenos días- Anoche la escuché... -ve a todas y prefiere callar, sé lo que iba decir, pero no quiere echar a perder el apetito de las chicas-.

-Durmió mejor desde como las cuatro de la mañana, madre -me acerco a ella para saludarla-. Despertó varias veces en la noche, pero ahora mismo sigue dormida.

-¿Crees que deba ir al médico? -se anima a preguntar Selene. Sí, sí lo creo, ella no está bien, sin embargo es algo que prefiero hablar con ella antes.

-Debemos esperar que despierte y según cómo se sienta ya veremos si la llevamos o no al hospital.

-Val estaba rara desde antes que se emborrachara -explica Vane al tiempo que se estira para coger un pan tostado.

-Es lo que les estaba explicando antes, ella no bebió tanto -Afirma Yari. Me encojo de hombros.

-Pudo ser que el alcohol le cayó al estómago vacío y por eso reaccionó de ese modo. Provecho para todas -digo antes de retirarme a la cocina.

-A Val no le gustan los huevos bien cocidos -grita Vane. La ignoro. No iba a prepararle huevos de todos modos.

Busco en el refrigerador algunas verduras, un par de hierbas y una pechuga de pollo que veo en la parte alta. Bien, esto la hará sentir mejor. Saco también las suficientes naranjas para un jugo natural. Pico las papas, zanahorita, y güisquil en pequeños cuadros y las pongo a hervir mientras exprimo las naranjas para luego poder refrigerar el jugo durante unos minutos. Como uno de los panqueques que quedaron y preparo un par de huevos estrellados en termino medio para mí.

Media hora después apago el fuego a la sopa, cuando estoy terminando de tomar mi café escucho a alguien devolviendo el estómago en el baño del fondo. Mi piel se eriza inmediatamente. Joder. Voy corriendo en búsqueda de una explicación y me encuentro a Selene de pie en la puerta. Paso a un lado de su cuerpo la encuentro en el lavamanos lavando su rostro. Tiene los ojitos llorosos. En cuanto me ve se lanza hacia mí abrazándome fuerte. Paso mi mano por si cabello y dejo besos en su frente, sus sienes y continúo acariciando su espalda.

-Bajó y quiso tomar un poco de café, pero en cuanto le llegó el aroma vino corriendo hacia acá -explica Selene.

-Sácame de aquí, no quiero dar explicaciones -me susurra al oído.

Asiento. -La llevaré a mi cuarto, si se recuesta va estar más tranquila -digo antes de pasar mi mano bajo sus rodillas para alzarla en brazos.

-No es necesario que me lleves como una niña -refunfuña. Me pregunto qué es lo que está pasando con ella, a veces hasta pareciera que... la veo de repente. No. No puede ser. Maldita sea. Val... Dios. Subo las últimas dos gradas sintiendo un peso mucho mayor al que en realidad traigo.

Ella se baja antes de que yo abra la puerta y entra sola. Me quedo un par de minutos afuera pensando en qué probabilidades hay de que el destino nos llevara por este camino. Jodida suerte la nuestra. No, lo más seguro es que estoy fantaseando. Exaspero golpeo la pared dejándome la piel viva. Lo mejor es ir por su comida y tratar de que ingiera algo. Por lo que sea, necesita alimentarse. Entro a mi habitación para avisarle y que no piense que la estoy dejando sola, pero me quedo frío cuando la veo tendida sobre mi cama llorando como una niña pequeña.

Me acerco con cuidado de no asustarla porque está tan perdida en su llanto que no se percata de mi presencia.

-Muñeca, ven acá -la tomo en mis brazos para consolarla- ¿Qué pasa?

-No lo sé, pero deja ya de tratarme como una muñeca de cristal que se puede romper, porque no lo soy, Mateo. Odio sentirme tan vulnerable y ni siquiera entiendo por qué -dice barriendo las lágrimas de su rostro.

-Solo quiero protegerte, Val. Me gustaría identificar lo que te está enfermando, pero solo puedo pensar en una cosa... -quizá lo sospeche y por eso está tan mal y si no lo sabe no quiero aterrorizarla.

-¿La cruda? -cuestiona en un tono  que califico como entre bromista y frustrado. ¿Qué hago ahora?

-Es lo más seguro, así que iré por algo de sopa que yo mismo te preparé -indico besando su frente antes de levantarme-. Y tranquila, ya pasará, solo necesitas comer algo y descansar.

Me sonríe con ternura y asiente. -Tomaré una ducha en lo que regresas.

-Perfecto. Ya vuelvo.

Apenas estoy sirviendo la sopa cuando mi madre ya está de pie ante mí, cruzando los brazos. -Valentina no estará embarazada, ¿o sí? -Sus palabras son una tormenta de hielo cayendo sobre mí. Ahora no soy el único que lo piensa, mi madre también lo hace.

-No quiero abordar ese tema contigo ahora mismo, mamá.

Se acerca para quitar el traste de mis manos. -Así que tengo razón. ¿Qué te pasa, idiota? ¿Los condones los usas para inflarlos y jugar? -golpea mi sien con dos de sus dedos- ¿Sí dimensionas la gravedad de la situación?

-Basta, madre. No lo sé, ¿de acuerdo? No hemos hablado de esto y no voy a subir a atormentarla justo ahora. Voy esperar que se calme y ya buscaré el modo de preguntarle sin causarle más estrés, porque creo que ella al igual que nosotros acaba de pensar en esa posibilidad... estaba llorando hace unos minutos.

-Esto vamos a solucionarlo ahora mismo, saldré a comprar una prueba de embarazo y en cuanto hables con ella le pides que se la haga -advierte con determinación-. Y deja de gritar, por Dios -refunfuña.

Me quedo perplejo en la cocina después de su salida. Val embarazada. No, es que no puede ser. Ella tomó la pastilla, estábamos juntos cuando eso sucedió. Maldita sea. Tuvimos que haber usado condón y no confiar en esa mierda. Debemos hablar, tengo que tranquilizarla y que hacerle saber que sobre todo, me tiene a mí, que esto fue algo de los dos y juntos buscaremos la mejor solución. Además, hasta ahora son solo conjeturas, nada se ha confirmado. Sin poder evitarlo y quizás a causa de los nervios me río a carcajadas. Un hijo. Vaya jodido problema en el que estaríamos metidos.

Quédate conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora