En Pedazos

248 38 30
                                    

Recorría la morena en tacos altos el sendero que la llevaba a su escuela, cuando notó en una intercepción a Allyson, callada, cabizbaja, y vestida de cabo a rabo de negro.

—¿Para algo querida? —le preguntó ante la primera oportunidad que tuvo.

La pelirroja demoró su respuesta, consternando más y más a Sarah con cada segundo que no escuchaba el motivo de su semblante tan preocupado y deprimido.

—Bueno —la morena aclaró su garganta —. ¿Y...?

—Sarah —finalmente su amiga alzó su mirada—, lo lamento mucho, mucho.

—¿Lamentar qué?

Allyson la abrazó, y sintió lagrimas caer sobre su piel.

—Lo de Will —le dijo al oído.

—¿Lo de Will? —murmuró—. Pero... Will... Will está bien, ¿no?

—Sabes bien lo que ocurrió —replicó—. Will está muerto...

Escuchar tales palabras estremeció su mundo y su ser, al grado de darse cuenta que realmente tales no fueron pronunciadas.

En su lugar, se encontró en su cama, empapada de sudor, con una respiración agitada cual si hubiera hecho una carrera olímpica de cien metros planos.

Pero en la calma de su habitación, no podía tener justo eso.

Hecho un vistazo por su ventana, y haciendo a un lado esas cortinas viejas y polvorientas; no tuvo que ver el reloj para darse cuenta del momento del día en que se encontraba: dónde la madrugada se retira, y de poco entra la mañana, con puestos y tiendas preparándose para comenzar el día laboral.

Los estudiantes no tardarían en hacer lo propio.

No iba a ganar mucho más descanso si trataba de reconciliar el sueño; se dirigió a la ducha, y comenzó a alistarse para el día que le tocaría enfrentar.

Y cómo lo haría, porque un vistazo a su celular le recordó que debía averiguar cómo iba a proceder su actuar.

—"Sarah, no hablamos mucho, pero sabemos que sales con Will. En Hopewell queríamos hacer una caja buzón con tarjetas de varios de nosotros, y pensamos que como tú eres cercana a él, podrías entregarla "—leyó de un mensaje que recibió de una alumna que realmente ni siquiera conocía hasta ese momento.

Por otro lado, bien podría decir lo mismo sobre él...

—Debo verlo —suspiró conforme lavaba su cabello—, no quiero seguir en estos términos con él...

Pero, ¿cómo decirle a su corazón que deje de sentirse traicionado? Si encontráramos la forma de hacerlo, con una pastilla, con un apagador, se sacaría del negocio a millones de psicólogos.

Mas claro, no podía ignorar el sueño.

¿Era forma de su sub-consciente de advertirle que no podía malgastar el tiempo en riñas tontas? Porque lo que fue ya pasó, y el cómo Will debió actuar no fue el mejor.

Pero ese es el punto: "fue". Ahora debía de concebir en lo que es, con lo bueno y lo malo que conlleve.

Tras salir, secar su cuerpo y vestirse, tomó su teléfono, y respondió al mensaje.

—"Claro!" —contestó.

Al menos era una excusa; seguiría siendo incómodo, pero el buzón sería una buena forma de esconder sus verdaderas intenciones: no deseaba excusarlo tan pronto, ¿pero cuán pronto es pronto con alguien en la situación de Will? ¿Cuánto es demasiado?

Amor Para DosWhere stories live. Discover now