XXXI

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El ruido del despertador las despertó a las dos. No querían saber nada de la hora que era, solamente querían seguir igual de cómodas en aquella cama.

Natalia acabo agarrando a Alba durante toda la noche, mientras ella dormía apoyando su cabeza en su hombro. A pesar de que se había despertado no quería mover ni un solo dedo para romper la estabilidad entre ella y Alba.

Solamente Alba abrió los ojos, y sonrió al ver que a Natalia delante de ella. Sus ojos cerrados, aun con el rímel corrido sobre su cara, la hacían morirse de ternura. Natalia era de esas chicas que parecían súper fuertes por fuera, pero por dentro estaba rompiéndose de muchísimos tipos de emociones, y la mayoría indescifrables.

― Nat ―dijo sin quererla despertar.

― Que ―respondió.

― ¿Estas bien? ―preguntó.

La verdad es que Natalia desde ese momento en el parque no era la misma. Si no fuese por el alcohol seguramente Natalia no le habría dirigido ni siquiera una mirada hacia Alba, pero incluso después de saber lo que había pasado seguía teniendo algo que no la dejaba avanzar.

― Estoy muy estresada ―explicó, sin querer darle mucha importancia.

― ¿Y eso? ―pregunto levantándose un poco para ver mejor la cara de Natalia, que abrí los ojos y la miró, aunque con una tristeza en sus ojos algo difusa.

― Supongo que serán los castings ―mintió.

Hacia unas horas, que a pesar de que se reconciliaran y se les escapara un poco de las manos Natalia no sentía lo mismo. Antes la quería ver a todas horas, la quería y la cuidaba, si ella estaba feliz ella también lo estaba... pero muchas de esas emociones estaban difusas, como evaporadas, que seguían estando ahí pero no las podía ver.

― ¿Estas segura? ―preguntó con una sonrisa.

― Supongo

Alba sonrió, como sabiendo de que todo iba bien. Se levantó a ponerse ropa interior y un pijama, empezaba a tener frio. Natalia la miró, aunque rápidamente apartó la vista y se tumbo de lado en la cama. Queriendo no pensar en lo que pasaba dentro de su mente.

Pasaron los días, y aunque las dos tenían interés por hablarse se notaban las distancias respecto a días anteriores.

Mientras pasaban los días de la semana, teniendo cada vez más cerca aquel lunes que mantenía a Alba tan concentrada, Alba le propuso a Natalia quedarse a dormir el día del segundo casting. Si pasaban las dos este casting esa semana tendrían que viajar a Barcelona, a por el casting final.

Natalia cada vez iba a peor. El agobio iba en aumento, y más cuando descubrió que no podía llamar a su hermano, como si le hubiesen bloqueado todo el contacto. Se temía lo peor. Tarde o temprano tendría que explotar, y no quería hacerlo.

― Maríaaa ―gritó África desde la otra punta de la casa― ¿Mañana tengo que llevaros en coche?

― No hace falta ―dijo― yo sé conducir nena.

― Ya, pero era por si os hacia ilusión.

― Lo que prefieras ―respondió Alba― con que estés bien si aceptas quedarte esperándonos bien, sino nos veremos más tarde.

― Me lo ha quitado de la boca.

Contaban las horas para el casting. Joan, que hablaba bastante a menudo con Alba, se animaban uno a otro. Joan cantaba una balada que le iba bastante bien, pero bajo opinión de Alba transmitía bastante poco.

Rebeldia | albaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora