Alba se dirigió hacia Natalia, empezando a estar casi tan borracha como ella pues definitivamente le había echado muchísimo más de lo previsto. Alba fue directa y la agarró de la mano, haciendo que la siguiera a pesar de que no quería.

Encendió la luz del baño, y con un movimiento de manos la consiguió meterla antes que ella y encerrarse con un pestillo que a Alba le costó colocar. Natalia volvió un poco a ser más seria, a pesar de lo borracha que estaba.

― ¿Me explicas qué coño haces? ―gruñía.

― ¿Me vas a escuchar? ―pregunto Alba sin separarse de la puerta.

― No, la verdad es que no

― Pues te vas a quedar aquí hasta que lo hagas

Su actitud tan segura la hacía incluso desconfiar de sí misma, de si la que de verdad hablaba era ella o una voz que venia del cielo. Estaba demasiado borracha.

― Mira Alba ―dijo arrastrando las palabras y apoyando una mano en la pared del baño, inclinándose hacia ella― ¿Puedes admitir de una puta vez que la has cagado?

Alba la miró a sus labios, hacía mucho tiempo que no lo hacía. No pensó desaprovechar la situación, y agarrándole de los lados de su cara y de la nuca la beso con ganas. Natalia al principio no estaba muy a favor, pero no lo quería admitir, seguía queriéndola en el fondo como a nadie.

― ¿Me vas a escuchar ahora? ―dijo agarrándole de la barbilla para que la mirase, ya que dirigía su mirada al suelo, derrotada.

― Un beso no va a cambiar nada ―respondió.

― Pues el de Joan te ha cambiado por completo

Natalia la miró a los ojos de nuevo, aunque a veces su miraba iba para los labios rojos de alba que ya estaban de un color negro, como los llevaba Natalia.

― Déjame en paz ―gritó dando un manotazo, como queriéndola dejarla en paz.

― ¡YA NO SE QUIEN COÑO ERES NATALIA!

Asombrada tras ese grito pensó bajar la tensión, aunque estuviese creciendo en realidad. Mientras tanto Alba, que empezaba a tener ansiedad por la situación, gritaba por enfado e injusticia.

― ¡Has sido tan putamente cobarde que ni siquiera querías solucionar las cosas! ―gritó en el baño furiosa mientras una lagrima salía de sus ojos.

Natalia se asustó un poco. Nunca había visto a Alba llorar delante de ella así que decidió interactuar.

― Estaba en el parque, escuche tu voz y me hizo la más feliz del mundo... pero cuando voy a saludarte... me encuentro eso, ¿Te gustaría?

― No sé donde coño estarías para ver solamente a Joan y a mí en ese beso accidental cuando...

― Accidental claro... ―susurro Natalia consigo misma, llegando a los oídos de Alba, pero que la hicieron gritar más alto de lo que estaba.

― ¡Cuando pasaron un puto de grupo de corredores que nos empujo! ¡Y si de verdad me conoces a mi sabes que entro en shock! ¡¿Me apartaría tan rápido?!

Natalia no quiso responder, volviendo a dirigir su mirada al suelo con una actitud más decaída. Eso provocó que Alba explotase, y mientras rompía a llorar la gritase de nuevo.

― ¡RESPONDEME!

Levantó la vista de nuevo, tenía una expresión como de sumisión y de tristeza. Sabía que hablaba en serio si gritaba tan fuerte, y rompía a llorar. Se abalanzó ante ella y la empezó a besar, mientras la agarraba de la cabeza y la besaba con más ganas que nunca. Alba, que notaba como Natalia le quitaba las lágrimas que caían de sus ojos con sus manos, la agarró de la cintura. No querían separarse ninguna de las dos.

Rebeldia | albaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora