La lluvia en la ciudad

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Me gusta cuando el clima es así.
No para de llover y el sonido del agua que cae brinda un ritmo melódico a mi noche.
No sé la hora y a la vez no importa.
Pareciera que el mundo puede pararse justo ahora y el tiempo no importaría.
Cuando los pensamientos saben lo que hacen, y hacen lo mejor que saben hacer, correr.
La ciudad se cierra en nubes grises y oscuras, y el relejo de la luz de los faroles pinta las calles con blancos y amarillos.
Y que más da si no estoy escribiendo de mí.
Y que importa si hace mucho tiempo dejé de sentir.
No, de sentir no. De amar, sí.
Por eso la noche me recuerda que duermo sola.
La noche me hace el favor de arrullarme con voces y chillidos de gatos y transeúntes que tal vez caminan solos, que quizás no estén perdidos.
Y si escribo, ¿me podré convencer de que alguien leerá lo que escribí?
Sigue sin importar.
Porque los corazones solitarios se suelen encontrar, no importando ni la hora ni el lugar.

Los 365 poemas Parte IIWhere stories live. Discover now