7. Recuperar

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Despertaron con una alarma aguda y molesta, se sintieron adormilados hasta que su líder comenzó a gritarles que se movieran y cambiaran de una vez si no querían que ella los sacara a medio vestir.

Celes ya se encontraba con su uniforme de entrenamiento que consistía en un pantalón de algodón de color negro, una camiseta sin mangas del mismo color y tenis grises; estas prendas se encontraban en el compartimiento similar al que la líder había utilizado para sacar el botiquín y su computadora, siendo que ellos solo tenían la ropa.

Keith fue capaz de notar que la que había sido su amiga aún tenía el cabello húmedo, lo cual le dio a entender que se había despertado desde antes para tomar una ducha; también observó que tenía cardenales largos en diferentes partes de sus delgados brazos, algunos ya eran amarillos mientras que otros apenas se tornaban morados.

Al cabo de los diez minutos se abrió la puerta, Celes le indicó al sublíder salir al final para cuidar que todos salieran y cerrara, mientras ella salía primero para cuidar que no se alejaran. Afuera, el pasillo tenía un olor metálico desprendido del material de las paredes, aroma que era mucho más intenso que el de su habitación, aparte de que la temperatura se sentía más baja.

Vieron algunos grupos más de chicos con aspecto tan asustado como el de ellos mismos, los líderes pidieron a sus grupos no separarse mientras los guiaban hacia el comedor que no se encontraba a más de cincuenta pasos.

Los pasillos eran de poco más de cinco metros de ancho, las puertas eran parecidas entre ellas, únicamente los números pintados en negro sobre estas los ayudaría a distinguir a cuál volver. El hecho de que el mismo tipo de puertas se repitiera hasta el comedor, le dio a entender que solamente podían ser más habitaciones. Exceptuando por un pasillo que se abría a la derecha de la entrada del comedor, desvío que fue perfectamente vigilado por unos adultos vestidos de un traje tipo militar de color gris con cinturón y gorra negra.

Se detuvieron los seis grupos frente a una puerta doble completamente abierta, dentro les llegaba un ligero calor y olor a alimento, además de un suave clamor de cubiertos golpeando el plato y discretas conversaciones, tan discretas que solo se dieron cuenta de esto cuando se callaron al ver a los nuevos llegar. Los líderes dejaron a sus grupos con la única indicación de terminar su comida en una hora.

Keith no dejó de observar a Celes, la vio tomar dirección a la zona donde la comida era servida por adultos tan serios como la mujer de la computadora. Con su charola en mano, le entregaron sus alimentos junto a otro chico de aspecto tan debilitado como el de ella; ambos se dirigieron a la zona del fondo donde se encontraban tres mesas largas elevadas por una plataforma de poco más de sesenta centímetros.

Ambos tomaron sus lugares mientras que los otros cuatro pasaban a una habitación del lado izquierdo, donde tardaron casi un minuto, para después salir con sus charolas con alimentos de mejor aspecto que la de los primeros en sentarse.

Tomando la iniciativa, el sublíder avanzó hacia la comida para darle confianza al resto. Se sentó en el sitio específico desde donde pudiera observar a la líder, mientras que el resto de sus compañeros lo siguió con miradas tímidas, provocadas por la curiosidad y lástima que el resto de los chicos en el comedor demostraban.

Él veía al grupo de Celes comer en silencio, todos con miradas distraídas, a diferencia de una de las otras dos mesas donde los otros chicos hablaban un poco más entre ellos. Keith reconocía un poco de los chicos que la acompañaban como los otros cinco desaparecidos, vio a uno de ellos pasarle un pequeño recipiente a Celes, al igual que una chica hacía algo similar con el otro chico que no comía lo mismo que ellos, ambos asintieron como agradecimiento para después beberlo.

Al final de su comida, Keith entregó sus platos y buscó su camino al baño, instó al resto de su equipo a que hicieran lo mismo si lo requerían. En lo que los esperaba, vio como algunos de los que llegaron antes, fueron dejando del comedor en grupos más grandes que el de ellos.

Cuando su hora terminó, una rápida mirada de la líder hacia Keith lo hizo entender que quería que empezara a juntar al equipo, así cuando ella salió, ya estaban esperándola formados. Por rápida y seria que la mirada había sido, Keith no pudo evitar sentirse esperanzado al pensar que ella aún no estaba tan perdida como había creído. Sin embargo nada en ella volvió a cambiar mientras los volvía a guiar al siguiente destino de su horario.

La sala de entrenamiento se trataba de un gran cuarto de apariencia vacía, a la mitad y centro de esta se había instalado una gran colchoneta que reemplazaba el suelo, similar a las que había en los centros de entrenamientos de gimnastas; en la porción más cercana a la puerta se encontraba una pantalla, a la cual Celes se dirigió para teclear la indicación que hizo aparecer los recuadros que ilustraban diferentes ejercicios con animaciones simples.

—Repetirán estos ejercicios diez veces, esta alarma —presionando un botón provocó que se escuchara un pitido leve que no duró más de dos segundos—, les indicará cuándo cambiar de ejercicio.

Al terminar de decirlo se dirigió al lado izquierdo de la pantalla donde había un pupitre, con su paleta integrada, de por ahí sacó su computadora y comenzó a teclear mientras la pantalla se activaba. Unos segundos tardaron en comenzar la rutina, siendo la misma chica rebelde la que se negó a hacerlo.

—Lo que esperaba de ti, 8-10 —habló sin quitar su vista de su aparato, con rapidez sacó una pistola con la que le disparó en el hombro a la nombrada, causando el aumento de su ira, por lo que volvió a disparar, esta vez el impacto fue en su muslo derecho, golpeándole la zona donde su vena principal circulaba, de esa manera, causándole un fuerte dolor con las salvas—. Haz el ejercicio. —Celes por fin la volteó a ver, soportó sin problemas el odio que los ojos de la chica desbordaban.

Durante ese calentamiento, la líder solo se interrumpió dos veces al notar a dos de ellos bajando el ritmo, les disparó de tal forma que el roce fuera lo que les provocara un dolor momentáneo.

Cuando la rutina se terminó, les ordenó tomar un poco de agua y les dio escasos cinco minutos para recuperar el aliento; luego de eso los hizo correr diez vueltas alrededor de toda la habitación. Así fue como se dieron cuenta que la adulta se encontraba en la misma habitación, vigilándolos como en su dormitorio.

Las siguientes horas del entrenamiento fueron mucho más pesadas a pesar de que les permitía bajar más el ritmo, por esto fue que el siguiente período, para su baño y cambio de ropa, lo realizaron completamente adoloridos y exhaustos, además de nerviosos por no terminarlo a tiempo. Después de eso los guiaron al aula donde el adulto que les daría clase ya los esperaba.

La mirada del nuevo adulto era intimidante tanto como su silencio, Celes les ordenó acomodarse como quisieran en las bancas antes de salir del salón, dejándolos a merced del hombre. Sin presentarse más que con su nombre, comenzó una clase que seguía con lo que habían estado aprendiendo en su escuela aunque de alguna forma era diferente el enfoque que le daba y la forma en que se los enseñaba.

No se trataba de una materia específica como matemáticas o español o literatura, sino que la daba saltando de tema en tema con un enfoque centrado a diferentes resoluciones de problemas de apariencia cotidiana.

FuturoWhere stories live. Discover now