Frederick...

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-Gusta usted iniciar?
-Esta bien
-Entonces, cuénteme ¿por qué está usted aquí?...

(...) Londres, 1985
Era una tarde nublada y se veía deprimente a comparación de otros días, yo recién me mudaba a esta ciudad para completar mis estudios universitarios en Oxford y por lo mismo me encontraba sumamente emocionado, pues era mi primera vez en la ciudad.

Me mudaba a un edificio cercano a la Universidad, una vieja construcción de ladrillo y concreto que se veía casi abandonada con todos aquellos ladrillos viejos y enmohecidos que a simple vista parecían estar húmedos, pero al tacto se notaba que era ya la vejez de la construcción la que los hacia lucir así, dejando de lado esto era a destacar que por dentro era muy bonita -sin importar que estuviese lleno de humedad...-, ya que por dentro había sido recién remodelado. Mi apartamento era el 3-29; un apartamento un poco pequeño con tan solo 1 habitación, lo que parecía ser el salón, un pacillo y una cocina que junto tenia una pequeña isla a modo de desayunador, pero aún así resultaba ser más que suficiente para mí. Al entrar al edificio con la radiante sonrisa que me caracterizaba en ese entonces, me di cuenta que todos los que me veía al notar mi alegría solo me tomaban de raro haciéndome gestos de desagrado y sin corresponder mis cordiales saludos, preferí en ese momento creer que era por ser un simple extraño para ellos así que según recuerdo decidí solo ignorarlos y continuar mi camino hacia el apartamento desde el... ¿Lobby? De el edificio que constaba de una acogedora sala con sillones tallados de madera y cojines bordados de color azul, y una chimenea en la que los "vecinos" se supone deberían convivir.

Al dejar pasar el tiempo limpié un poco el apartamento ya que estaba lleno de humedad y telarañas. No tardaría en llegar el camión de la mudanza -o eso creía yo- que mis padres cordialmente habían enviado con mis cosas, sinceramente muchas veces he llegado a creer que mis padres lo único que deseaban era que yo me fuese de casa de una vez por todas, aunque realmente no me quejo, tuve la fortuna de que mis padres consentían cada uno de mis caprichos y deseos; no fui un niño adinerado pero si tuve la suerte de tener una buena infancia llena de aventuras y juegos. Sin embargo, siempre sufrí en la escuela el típico acoso e insultos de los niños, después de todo, crecí en una granja y eso para aquellos niños, era motivo suficiente para burlarse de mi... pasaron las horas a gran velocidad pero aún así yo sentía eterno el tiempo de espera, me sentía exasperado y cansado y lo que según yo serían simples minutos de espera se convirtieron en siglos -metafóricos, claro-.

Horas después llegó el camión de mudanza, era un camión bastante simple ya que yo no poseía demasiado; el conductor del camión al verme inmediatamente se dio a la escusa junto a los hombres que le ayudaban.

-"nos hemos perdido en el camino y tuvimos algunos problemas para transportar sus cosas señor, espero nos disculpe por el tiempo que usted a perdido de más por nosotros"-.

¿¿Señor?? ¡P-pero si tan solo tengo 19 años! -Claro, no lo he dicho en voz alta-.
No pude evitar sentirme como un hombre viejo, un hombre de tal vez 67 años. Pero no reproche nada al entender que todo fue por el simple hecho de ser muy respetuoso ante mí.

Pasaron un par de horas y los hombres solo llevaban mis cosas hacia mi apartamento que como ya había dicho anteriormente, este era el apartamento 3-29. Al cabo de un tiempo ellos ya habían terminado todo y como de costumbre me entregaron la papelería de constancia para firmar, leí cada parte de la constancia para asegurarme que no faltase nada. -lo sé, para ese entonces yo era alguien muy meticuloso...- Luego de leer todo firme cada espacio de la papelería con mi nombre y apellido - Frederick Ruppertford - y espere a que el camión se fuese para poder entrar al edificio, nuevamente me dirigí a mi apartamento saltando las gradas a gran velocidad -cosa que logré sin problema alguno por mi gran capacidad atlética, ¡Pues claro! ¡Era un granjero!-.

Eran ya más de las 20:00h. Y yo recién comenzaba a ordenar todo, o bueno, tratar de hacer un poco de espacio para poder dormir... No me preocupaba el desvelo ya que las clases comenzaban en 1 semana. Yo había ingresado a la facultad de Medicina de Oxford gracias a una beca estudiantil, lo que sinceramente me hacia sentir muy orgulloso... aunque... esto significaría un esfuerzo extra para mí al intentar mantener mis promedios, pero en si no me resultaba tan difícil.... Yo solía ser buen estudiante y por lo mismo mis padres no se preocupaban mucho por mis estudios.

Ya en punto de medianoche me fui a dormir después de haber terminado mi poca limpieza. Prepare mi cama de una manera totalmente improvisada; mi colchón sobre el suelo con una manta por almohada -ya que por alguna razón, no lograba encontrar mi almohada- y una frazada para cubrirme, me lave los dientes y me dispuse a dormir.

-Pero.... -interrumpió con cortesía- Señor Ruppertford, no es esto lo que le he preguntado

-¿Es que no lo entiende? Usted a hecho una pregunta, y yo estoy contestándole. Si usted deja que termine de hablar entenderá después de todo el por qué de la historia...

-El me vio a los ojos, un poco sorprendido y asustado por mi notoria expresión de frustración y mi levemente grosera forma de contestar. Hubo un momento que llenó la sala de un incómodo silencio y de repente la campanilla de alarma que daba a entender que la sesión había terminado sono haciendo eco por toda la habitación, rompiendo inmediatamente el evidente y muy incomodo silencio.-

-Parece que hemos terminado por hoy, señor. -Se levantó inmediatamente- ¿Lo veo mañana?

-¡JA!.... -una leve risa llena de sarcasmo dejo mis labios y de inmediato mis ojos se llenaron de una temible penumbra mientras me levantaba con dificultad sin dejar de verlo a los ojos- Muy gracioso ¿Ó que a caso tengo de Otra, doctor?

(...)

El Apartamento 3-29 [PAUSADA]Where stories live. Discover now