—Yo también.

Kasim sonrió.

—Si llego al trono, prometo complacerte en todo, siempre y cuando me ames.

Hümaşah sonrió.

—Compláceme no tocando a otra mujer.

—¿Cómo está Burak? —preguntó, cambiando de tema.

—Bien, sólo está feliz cuando te ve —respondió entendiendo la respuesta. —Algo me dice que algún día él será un gran guerrero como tú.

—No, Burak será mejor que yo y te aseguro que será por la inteligencia que le heredaste.

Hümaşah volvió a sonreír.

—Te amo.

—Yo más, Hümaşah. Siempre te amaré.

Kasim se acercó a su esposa dispuesto a besarla pero, las puertas de sus aposentos se abrieron de golpe.

—¡Kasim! —gritó Kösem Sultan entrando enojada.

Los esposos hicieron reverencia.

—¿Qué ocurre madre?

—¡Tu hijo está por nacer y no te importa! ¿¡Acaso tu padre hizo eso!? ¡Debería darte vergüenza! —lo regañó muy enojada. —¡Espero por Allah que no llegues al trono! Serías un mal Sultan.

Al escuchar esas palabras, Kasim quiso llorar. Nunca había escuchado a su madre tan enojada y mucho menos decir cosas tan hirientes.

—¿Cómo pretendes gobernar un imperio si no cuidas de tus hijos? Fatmagül está en mis aposentos gritando de dolor y tú aquí. Enserio, me das vergüenza.

—Yo no sabía que Fatmagül está teniendo a mi bebé —avisó Kasim. —Sabes que no haría algo como eso.

—Un eunuco vino a avisarte y me dijo que no te importó.

—Nadie ha venido a verme.

—Tal vez es nuevo —habló Hümaşah creyendo su fin.

—¡Guardias! —gritó Kösem.

Los guardias con rapidez entraron a los aposentos.

—¿Vino un eunuco?

—Sí —respondieron.

Kasim los miró confundidos.

—¿Cuándo? —preguntó Kasim.

—Hace poco, habló con şehaseki Hümaşah Sultan —avisó uno de los dos.

—¡Hümaşah! —la regañó Kösem.

—Perdóneme, Sultana —pidió Hümaşah arrodillándose.

—Llévenla al calabozo —ordenó Kösem a Hümaşah.

Los guardias la tomaron de los brazos para después sacarla de los aposentos.

—¡Kasim! ¡Kasim! ¡Kasim! —gritó Hümaşah mientras Kasim la miraba con enojo. —Kasim —susurró volteándolo a ver y comprendiendo que él no haría nada.

—Perdón, estaba enojada. No debí hablarte así —se disculpó Kösem con su hijo. —Espero y aceptes mi perdón.

—No, madre. Perdón por hacerte pasar por esto. Nunca debí enamorarme de Hümaşah —dijo conteniendo sus lágrimas para después salir de los aposentos rumbo a donde estaba Fatmagül.

Kösem suspiró para después seguir a su hijo.

Al llegar, Kasim permaneció afuera mientras Kösem entraba.

Valide-i Muazzama KösemWhere stories live. Discover now