DERETH: EN LAS HABITACIONES DEL REY VAREN

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Allí, encaramado en la parte más alta, como poniéndose de puntillas sobre el mundo, se alzaba el castillo del rey de Doreldei. Había sido remodelado varias veces, a lo largo de los siglos, y según decían los ancianos, no quedaba edificio más antiguo ni más impresionante, en todos los reinos de Eeryoon. Era tan especial, tenía tanta personalidad, que incluso le atribuían un nombre propio: Piedra de Reyes.

Para Dereth, aquel sitio era su casa, su hogar, y lo amaba con todas sus fuerzas.

-Quizá deberíamos hablarlo después de la cena... -dijo su padre a su lado. Una vez llegado el momento, quería escaquearse, estaba claro, y no sabía cómo. Dereth se volvió hacia él y le miró con cariño, pero también a la expectativa. El rey Varen se dio cuenta. Apoyó ambas manos en la balaustrada de mármol tallado y suspiró como si lamentase no poder seguir demorando la respuesta. De hecho, la soltó de golpe, como un lastre que le hubiese estado agobiando-. Está bien. Su madre es Lisandra Ojos Dorados, la reina de las Hadas, Señora de Brillo-en-el-Bosque.

Dereth se volvió hacia él con un sobresalto.

-¿Qué? ¿Lisandra? Pero...

-Lo sé, lo sé -le interrumpió su padre-. Me vas a hablar de la prohibición de la Piedra Negra. Que no debemos mantener ninguna relación con seres de otras razas y todo eso...

Se refería a la profecía escrita en el promontorio rocoso que llevaba ese nombre, desgastado por los siglos y por el viento perpetuo que azotaba aquella cima. La Piedra Negra se alzaba justo en el punto céntrico entre los diversos reinos de Eeryoon, que se extendían a su alrededor casi como los pétalos de una flor: Doreldei, de los humanos, Brillo-en-el-Bosque, de las hadas, Gontar-Eluk de los gigantes, Riekaeviekaen de los enanos y Mar-en-Calma, de los Marinos.

El último, SsaSaray de los Seres Alados, estaba situado sobre todos los demás, en lo alto, más allá de las islas que formaban las nubes, invisible desde el suelo, pero siempre presente.

El texto de la profecía de la Piedra Negra era tan simple que recordaba de forma extraña a una cancioncilla infantil, y había sido tallado por la fuerza en su superficie irregular.

Decía así:

Hadas y Humanos, Gigantes y Enanos,
Marinos y Seres Alados,

Vivirán,

Como el agua y el aceite, separados,
Como el Cielo y la Tierra, alejados.

Mientras la Guerra amenace quebrarlos
Y siembre de muerte los campos,

Seg...

El resto resultaba ilegible. Las runas estaban tan borrosas que se volvía difícil distinguir, de hecho, que hubiese habido una inscripción alguna vez. No se sabía seguro si el deterioro se produjo por el paso del tiempo o por obra de alguien que no deseaba que lo allí escrito fuese del conocimiento público.

En lo que todo el mundo estaba de acuerdo, era en que esas palabras fueron talladas tras la Gran Contienda, una época turbulenta de odios y devastación en la que todas las razas se enfrentaron entre sí intentando erradicar por completo la existencia de las otras. A su término, se establecieron nuevas fronteras y todos se retiraron a sus territorios como animales heridos, encerrándose cada cual en su mundo y dando la espalda al resto.

La inscripción de la Piedra Negra correspondía a aquel momento oscuro de la historia de Eeryoon, por eso, en vez de posible cancioncilla infantil, era considerada una extraña forma de profecía. Aunque la amenaza que mostraba, si es que lo era, no llegaba a entenderse del todo, con los siglos se había convertido en el puntal de la norma general que imponía la total separación entre razas.

En el palacio de la Reina de las Hadas (Princesa de Doreldei #1 - Serie Eeryoon)Where stories live. Discover now