La vida de Eider. Basada en una historia real.

Cenizas.

No se imaginan la cantidad de personas que desean tener una vida ya establecida, saber en qué casa podrían estar viviendo, de qué lugar tomar la pareja, y qué características tendría que tener esta para que pueda llevarse correctamente con la familia que tienes. El hecho de saberlo todo, de saber el camino que debía tomar, de sentir la responsabilidad que llevaba ser ella misma, si es que existía esto, le era tan devastador como cansador. Sin darse cuenta, su vida era una mentira.

Pasó toda su vida en una casa acogedoramente humilde, pero preciosa por el cuidado que le daban sus padres, tenían algunos animales que nunca se volvían comida, y no necesitaban comprar mucho de otros lugares, ya que les quedaba lejos la ciudad y sin embargo esto no era un problema, como buenos vegetarianos, lo primordial lo cosechaban entre todos. Las paredes eran de una madera especial, la cuales parecía dar la esencia de la antigüedad que tenía, tal como un libro suele descubrirse aventurero o novato con solo mostrar sus hojas. A Lena le gustaba acostarse y mirar allí cuando quería buscarle un sentido al frío.

Ya desde pequeña le enseñaron qué cosas podría hacer y que no, algunas veces por religión, y otras, por costumbre. Uno no puede cuestionarse todas las veces lo que se le inculca, en su caso solo buscaba tranquilidad, y no podría lograrla a no ser que guarde silencio y siga las normas a las que se le iba metiendo. Tenía ganas de salir al mundo y crear cosas nuevas, y para ello era menester contar con seguridad.

Cuando veía un ordenador, le volvía loca el hecho de sentir sus dedos generando un desastre sobre el teclado, ver como con una simple máquina podía guardar miles de cosas, y crear todo aquello que su mente quiera, era algo totalmente increíble, y en aquella época eran ya varios los que tenían uno, mas pocos, o quizá nadie, sabía utilizarlo de verdad. Decidió que, si iba a estudiar algo, ese algo debía tener algún ordenador de por medio, y a inicios de marzo, se inscribió a la universidad más cercana que tenía. Análisis de Sistemas Informáticos. Meterse aquí era lo mismo que arrimarse a una manzana: todas las flechas apuntaban a atacarla. Era insoportable creer que una chica podría tener suficiente cabeza para tantos códigos.