CONTIGO,

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Si me toca esperarte, lo haré y no desvaneceré con las horas

Y aunque llegue alguien más si no te pueda hablar, es igual que estar solo

Sé que me cuesta ver que al final voy a ser yo quien termine herido

Pero debo entender que en las guerras de amor siempre hay balas perdidas

Tiempo, tiempo y más tiempo. Cambios, vueltas, adultez y responsabilidades. Estudios, exámenes y tesis. Amores no tan nuevos, celos que quemaban y mariposas muertas... La vida de los chicos sí que había cambiado radicalmente con el correr de los años.

Guillermo estaba con la mirada fija en la pantalla de su ordenador intentando, sin mucho éxito, terminar de redactar el informe que debía entregar la mañana siguiente, siendo la tarea algo que lo venía consumiendo desde hacía ya varios días. Sus estudios en contabilidad y el trabajo que debía cumplir si quería mantener la renta de su modesto departamento lo tenía algo atareado y revuelto, por lo que el ceño fruncido y la cantidad de suspiros que salían de su boca eran habituales en aquella época del año. Para su suerte, Cristina, quien era su novia desde hacía ya varios años, ayudaba muchísimo cada que venía a pasar los fines de semana con él, por lo que sus preocupaciones solo se centraban en no caer dormido en alguna clase o conferencia y llegar vivo al fin de semana, momento en el que podría comer algo de comida decente y pasar algo de tiempo de calidad con la gente que quería (si es que no caía alguna entrega de improviso, como estaba siendo el caso).

Escuchó su móvil sonar desde algún lugar de la cocina y suspiró con fastidio ante la idea de que alguno de sus superiores lo estuviese molestando un domingo.

-¡Cris, ¿puedes contestar?!- gritó sin separar la vista de la pantalla, moviendo los dedos de aquí para allá una y otra vez sobre el teclado.

El móvil dejó de sonar luego de algunos segundos y el atareado sonrió; como amaba tener tantísima confianza con su chica como para no tener problemas con que ella tomase su teléfono.

-¡Oh, Samuel, hola!- vociferó la chica con alegría, provocando que Guillermo dejase de teclear por un instante -¿Guillermo? Está algo ocupado... ¿quieres que le diga algo?- un par de segundos de silencio y volvió a hablar –Vale, se lo diré. ¿Quieren pastas para el almuerzo?- la chica rio –No, tonto, no me cuesta nada. Tú y David comerán la mejor comida que hayan comido en años- sabía que Cristina tendría una sonrisa en sus labios por lo que automáticamente sonrió y volvió a escribir –Adiós, nos vemos luego- el sonido de los pasos pronto llenaron el pequeño departamento junto con el sonido de la puerta de su habitación al abrirse, señales de que la joven había entrado Amor, Samu vendrá en un par de horas a visitarte. Dijo que tenía algo importante que decirte- por primera vez, el chico separó los ojos de la pantalla y miró a su novia con curiosidad.

-¿Sobre?

-Dijo que quería decirnos cuando nos viese así que...- alzó sus hombros –Pero era algo bueno, se notaba en su voz- el joven pensó de que podría tratarse -Iré a comprar las cosas para el almuerzo, ¿necesitas algo del supermercado?

Guillermo le indicó el par de cosas que necesitaba para la semana y la chica salió si mayor dilación, dejando al dueño del departamento con una duda crecente. Contadas habían sido las veces en las que Samuel armaba algún tipo de revuelo por alguna novedad, por lo que sabía que lo que estuviese por contarle sería importante; quizás había podido dar aquel complejo examen que lo tenía trabado en su carrera de medicina o había conseguido el ascenso que tanto había buscado en el hospital finalmente y podría dejar aquel horrendo departamento para pasar a uno mejor ubicado y condicionado... Sea cual fuese la noticia, estaba seguro de que estaría feliz por él porque sería uno de los tantos logros que podría compartir junto a su mejor amigo. A sus veinticinco años Samuel había sufrido tantos tropiezos y caídas con su carrera y su trabajo que Guillermo no veía la hora de ver a su amigo elevar sus pómulos en una sonrisa por haber conseguido, por fin, uno de los tantos objetivos que se había planteado cuando dejaron el instituto, los cuales lo habían impulsado contra todo desde el primer momento.

Pero, sin embargo, la noticia le cayó como un baldazo de agua fría que lo hizo templar desde la cabeza hasta los pies y que le llenó la boca de un sabor agridulce que se mezclaba por la felicidad y la desesperación que le producía lo que acababa de escuchar.

-Me dieron una beca para que termine mis estudios en Estados Unidos... voy a mudarme allí el próximo mes- dijo Samuel con los ojos inyectados en ilusión, cosa que hizo a Guillermo sentirse aún peor.

Su mejor amigo, aquel que jamás había dejado de gustarle, iba a vivir a cientos de kilómetros de distancia lejos de él... iban a separarse finalmente.

-¡Eso es grandioso!- celebró Cristina mientras se ponía de pie para abrazarlo, cosa que también hizo Samuel –Samu, te felicito- Guillermo no podía dejar de mirar a su amigo con los ojos llenos de lágrimas, tanto de felicidad como de tristeza.

-Nos iremos a América- agregó David con una sonrisa en sus labios, desconcertando todavía más al de ojos rasgados.

-¿Tú también irás?- preguntó la chica tras separarse del futuro médico.

-Claro- se encogió en su lugar con timidez –no podría dejar a mi chico solo.

Samuel iba a mudarse al otro lado del mundo con su novio... iba a dejarlo completamente solo.

-Oh, por Dios, ¡esto es demasiado!- Cristina saltó hasta donde estabas sentando David y lo aferró con fuerza entre sus brazos, sintiéndose completamente feliz por el enorme paso que estaban dando sus amigos.

Pero Guillermo no pudo hacer más que llorar.

Los mejores amigos conectaron sus miradas y, sin decir más nada, se movieron para poder conectarse en un potente y sincero abrazo, uno que les hacía doler los huesos y el corazón, que les quitaba la respiración y los hacía desfallecer. Nunca, jamás desde que se conocieron, habían estado tan separados, por lo que la noticia, a pesar de que estaba cargada de energías positivas, no podía dejar de ser amarga.

-Voy a extrañarte muchísimo, Samu- susurró Guillermo mientras apretaba el cuerpo contrario contra el suyo con fuerza, cosa que el contrario también hizo.

-Y yo a ti, Guille- finalmente Samuel se quebró y lloró junto a su amigo, evidenciando así lo mucho que realmente los unía.

Pídeme que me quede y lo haré pensó Samuel pero no lo dijo.

Guillermo quiso hablar, decirle que lo necesitaba a su lado, pero decidió guardar silencio.

Y sus corazones finalmente ser partieron.

Consejo de amor [Wigetta]Where stories live. Discover now