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las flores de Madrid nacen entre el temblor del metro, de coches y de pisadas. respiran plomo, sus pétalos son agrisados y sus tallos son débiles. nunca vieron un arcoiris. nunca lo verán.

Madrid es otra de las ciudades que nunca duerme.
Me refiero con esto a aquellas personas que pasean a altas horas de la noche o que se asoman con insomnio a sus ventanas. El resto de borrachos son un puñado de sonámbulos tambaleantes.
Tampoco es que eso cambie mucho durante el día.

Y aún así, aunque sea una gran ciudad y siempre esté respirando, me pasa lo mismo que en cualquier otro lugar.
Es que son precisamente eso, los lugares, rincones o calles en las que guardo recuerdos. Resulta extraño que esas calles, tan comunes, tan grises, tan calles, al mismo tiempo supongan un pedazo de memoria, un pedazo de mí.
Ese lugar tan expuesto a todo, tan repleto de personas ajenas a mi vida todo el tiempo.
En ese rincón que no te imaginarías, sobre los adoquines, si escuchas mi voz está mi memoria.

un pedacito de betelgeuseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora