CAPÍTULO 5: En shock

Börja om från början
                                    

¿Y ahora qué se supone que haga? Tal vez llamar a una grúa…

¡No, espera Brooklyn! Ahora que veo detenidamente el panorama alrededor mío distingo un taller mecánico un poco más allá. Bueno —resoplo con resignación—, creo que mi llanta dá para unos pasitos más.

Conduzco como puedo hasta llegar ahí, luego freno; levanto entonces mi bolso de mano y las llaves, me pongo mis gafas de sol y salgo del auto. Este taller «Reparaciones Herrera», no es tan bueno como a los que estoy acostumbrada, pero no tengo de otra. Da igual en estos momentos, así que me encojo de hombros y entro.

Aunque espero que el servicio y atención sean buenos. Mínimo como para cuatro estrellas.

Están en este momento un señor algo mayor, de sesenta años tal vez, quien está reparando un auto y un joven de unos veintipico, a quien veo de espaldas, con el oberol cubierto de hollín.

Ahora que lo recuerdo, tal vez esto no sea cosa de un día, yo qué voy a saber, no sé nada sobre sobre autos. Así que para prevenir cualquier cosa me pongo a buscar mi tarjeta personal en mi bolso de mano.

—Buenos días —saludo a ambos, aún con la vista en mi bolso puesto que mi tarjeta no está a mano—, mi llanta delantera se ponchó, necesito… —Me percato que nadie me presta la más mínima atención, así que carraspeo y levanto la vista fugazmente—. Buenos días —reitero y vuelvo a lo mío.

—Buenos días —me saluda el señor de al fondo, echándome un vistazo rápido. Parece que está muy ocupado con esa carcacha. Yo le doy un asentimiento de cabeza. Es entonces que parece que el joven recién reparó en mi presencia.

Despistado. Ya estamos comenzando mal.

—Buenos días señorita, le doy la más cordial bienvenida a nuestro humilde taller mecánico. Estamos para servirle a Dios y a usted, siéntase cómoda.

No puede ser.

Me acabo de quedar inesperadamente congelada y paralizada, creo por completo yerta, tras oír esas palabras, esa voz…

No, no creo, él… Noah está muerto. No puedo empezar a delirar aquí, ya no es sano, ya no, debo parar, no estoy bien… Necesito ayuda.

—Mucho gusto —añade cordial y veo una mano extendida frente a mí.

Esto no puede estar pasando. ¿Será que estoy loca y perdí todos mis tornillos? ¡Basta de una vez por todas! ¡Noah está muerto! ¿Entonces por qué siento que algo me punza fuertemente el corazón?

Vamos, Brooklyn; enfrenta tus miedos, que sea lo que tenga que ser. Levanta la vista, comprueba por ti misma si lo que escuchaste es real.

Y así lo hago. Aunque solo corroboraré que perdí la cordura.

Me quito las gafas de sol y poco a poco levanto mi rostro y mi mirada.

Y para plena sorpresa mía me doy de lleno con él, ¡con Noah! Me quedo aún más helada como si no fuera posible, estática. ¿Será que mis ojos me están engañando? ¿O me volví esquizofrénica?

Yo no estoy loca, ¡no lo estoy!

¡Si yo misma fui a la morgue el día en que murió! ¡Y me dijeron que su cuerpo estaba allí! ¡Si hasta su muerte salió en los periódicos y se anunció en la prensa! ¡Además yo fui la única persona presente en su entierro! Le llevé un ramo de rosas rojas para sellar y simbolizar las tantas veces que nos entregamos en cuerpo y alma, mientras empapaba mi rostro con un montón de lágrimas y sentía que se me oprimía el corazón, luego que se hacía cachitos partiéndose en mil pedazos y que aún así me lo pisoteaban hasta hacerlo cenizas.

¿Quién fui? #EndlessAwards2019Där berättelser lever. Upptäck nu