Capítulo 1: El Deseo

1.9K 114 68
                                    

De todos los escenarios inimaginables, este de hecho era uno de los más imposibles.

-Me gustas, Kurapika- dijo el pelinegro tan abiertamente, que solo podía mirarlo con una mirada incrédula en su rostro.

-¿Qué?- fue lo único que pudo decir.

Habían pasado los últimos meses, trabajando juntos. Si, era una completa locura pero tenían sus razones.

La reina Oito había mencionado con anterioridad su pobre procedencia, y que de hecho tenía hermanos y hermanas menores. Resulta que uno de esos hermanos era el mismísimo Kuroro Lucifer. ¡Cuán pequeño resultaba ser el mundo!

Al parecer Kuroro había ido a este viaje por dos razones, la primera acabar con cierto payaso; y la otra era debido a la reina, su hermana.

Oito sabía lo poderoso y hábil que era, había pedido su protección para ella y su pequeña hija. Bueno, parecía que Kuroro no había sido el monstruo que había pensado al mostrarse verdaderamente dispuesto a ayudar a su hermana. Así que se había visto envuelto en un dilema, matar a la reina y a Wobble para hacer sufrir a ese bastardo de la misma forma que Kuroro lo había hecho sufrir a él; o bien aceptar una tregua, al menos hasta poner a salvo a Wobble y a su majestad.

La decisión fue de hecho difícil. Lamentablemente para el rubio, era demasiado tarde, le había tomado cariño a la pequeña princesa y sentía que si la hubiese asesinado, se habría convertido en un monstruo peor que Kuroro. No podía acabar con una vida inocente, y Wobble no era culpable de los pecados de Kuroro.

Así que, habían terminado trabajando juntos por varios meses para buscar la forma de proteger y salvar la vida de la bebé y su madre.

Sorprendentemente habían trabajado de maravilla como un equipo, a veces le era difícil no golpear la engreída cara de Kuroro, pero al ver su trato tan humano con su hermana y sobrina; Kurapika comenzó a ver que no era el monstruo que creyó que era.

De vuelta al presente, habían logrado salvar la vida de la princesa; deseaba poder decir lo mismo de la reina. Había sacrificado su vida por la de su hija, había hecho todo por ella.

Su padre por supuesto no podía saber que había sobrevivido, así que prácticamente ahora Wobble era huérfana y Kuroro parecía no ser la mejor opción ya que siempre estaban tras su cabeza. Solo pondría en peligro la vida de la bebé y Kurapika no podría permitirlo.

Así que Kurapika pensó que podría cuidarla y hacerse cargo de ella. De repente su vida vacía y triste parecía tener un propósito, y si podía pasar el resto de su vida viendo crecer a Wobble, no sonaba nada mal. Tal vez incluso algún día viajaría con ella por el mundo, cumpliendo su promesa con ella en lugar de Pairo.

Kuroro había aceptado, confiaba lo suficiente en Kurapika para saber que cuidaría bien de su sobrina. Y así había comenzado la nueva vida de Kurapika, con Wobble a su lado.

Kuroro solía visitarlos de vez en cuando, para ver a la pequeña princesa y ella siempre parecía feliz de verlo. Así que Kurapika había aprendido a soportar su presencia, incluso si era por unas cuantas horas.

Aquel día se encontraban en la terraza de su departamento, Wobble ya estaba profundamente dormida. Así que se habían quedado a solas.

-Me gustas Kurapika- repitió el pelinegro con una ligera sonrisa en su rostro, lo cierto era que ver a Wobble sólo había sido un pretexto para ver al rubio y acercarse a él. No era que no le importará su sobrina, por supuesto que le preocupaba. Pero le intrigaba mucho más el joven kuruta, tan bello e inalcanzable - desde el primer día que nos conocimos. Y en los últimos meses que hemos estado juntos, estoy convencido de ello.

Estrella Escarlata Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu