Cap. 18...

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Estaba allí, frente a ella, se paraba sobre sus pies rígidamente, siempre tan imponente, tan presencial, de una solemne autoridad, de palabras fuertes, mirada profunda, a veces podía ser intimidante, pero Imhara no le tenía miedo, le tenía respeto a pesar de lo que le había hecho, a pesar de que le había roto su frágil corazón.

No le importó que la mirara así, no le importó, no le importó tampoco lo que él causaba en ella, cada vez que lo veía su corazón volcaba en su pecho, se volvía violento y su cuerpo sudaba como una fuente, incluso el hecho de que sintiera agrado en volverlo a ver, eso tampoco le importó, debía superarlo, debía retomar el control de su cuerpo y mente, estaba decidida, se enfrentaría a él.

Dharek avanzó en sus pasos y se detuvo a unos centímetros de ella, la miró, y ella se derritió, pero se compuso al instante, intentó contenerse a todos sus encantos, a su mirada, a sus movimientos, a su suave olor corporal, al bailar de sus cabellos, a su profunda respiración, todo eso la volvía loca, aunque él no lo hiciera intencionalmente.

Fue entonces cuando él abrió la boca, sabía que era para decirle algo encantador, intentaría persuadirla, hacerle caer de nuevo sobre la red de él, provocar enamorarla, pero ella ya lo estaba, pero no le permitiría que se aproveche de ello, lo interrumpió, le habló casi entre gritos:

― ¡¿Por qué has vuelto?!... ¡¿Qué intentas hacer conmigo?!― mientras hablaba, de la garganta de Imhara escapó un sollozo, pero ella contuvo las lágrimas que venían a continuación, las devolvió por su garganta ― ¡Te vas!, ¡Dices cosas horribles!... ¡Y vuelves!, ¿Cómo debo recibirte?, ¿Acaso pretendiste que me alegraría de verte?... ¡Me has herido!...

― ¿A caso piensas que no lo sé? ― Dharek la interrumpió, la tomó por los hombros y la acercó a su rostro, sus narices por unos milímetros no se tocaban ― Tuve que tomar una decisión, lo hice para protegerte, preferí dañar tu corazón a tener que enfrentar algo peor.

― ¿Dañar mi corazón?... ¡Rompiste mi corazón!, ¡En cientos de pedazos!, nunca podré reponerlo a como estaba antes, una vez dañado, aunque vuelvas a unir las piezas, las heridas quedan, están a la vista, son profundas, profundas grietas...― El rostro de Imhara se inundó por sus lágrimas, intentó seguir hablando pero su garganta colapsó, no podía decir nada sin ser ahogado entre sollozos.

― ¿No lo entiendes verdad?, ¡Quería protegerte!, este viaje no es peligroso en comparación a lo que vendrá, una guerra se avecina, y de las victimas tú serás la primera― los ojos de Imhara no dejaban de escurrirse ― Cuando los dos bandos choquen tu estarás en el medio, te colapsaran, aplastaran.

― ¿Quieres decir que ambas razas querrán matarme?

― Por fin me entiendes― Dharek no pudo soportarlo, la tomó con fuerza en un abrazo, ella intentó resistirse, pero Dharek no la soltó ― Sólo quería protegerte― le dijo suavemente.

El corazón de Imhara comenzó a sentir un montón de distintas emociones, sentimientos como el odio y la ira se mezclaban con la indulgencia y la sorpresa, y aunque no lo quería aceptar sabía que la felicidad estaba allí, y también lo estaba el amor.

Dharek no podía mentirle más, se odiaba a sí mismo por lo que le hizo, pero si era para protegerla lo volvería a hacer, nunca quiso abandonarla, pero las cosas se salieron de control y ya no había vuelta atrás.

Dharek tomó sus mejillas con la palma de su mano, Imhara tenía la piel de su rostro suave, pero húmedo por las lágrimas, mientras con el pulgar secaba las lágrimas le dijo:

― Nunca te abandonaría, sólo quería hacerte cambiar de opinión, pero te habías empecinado en volver, las cosas tomaron un giro inesperado en la discusión, no tuve otra opción que irme, pero nunca te abandoné, siempre estuve cerca, asegurándome que no corrieras peligro, mantenía una distancia razonable, pero no tanto por si debía actuar, no quería llegar tarde― Dharek inclinó su rostro levemente, y bajando la voz le habló suavemente ― No te lo dije antes pero te amo― Dharek se acercó aún más, Imhara podía sentir su cálido y dulce aliento acercándose a sus labios― Y estoy casi seguro que tú también me amas, sólo que odias el hecho que lo hagas, debes creer que soy la persona incorrecta para enamorarte, puede que sea posible, pero no lo creo, no quiero creerlo.

Ella profundizó su mirada en la suya, se perdió en el color de sus ojos, aquel café parecía embriagarla, y quería más de él, quería cada parte de él, alababa todo su ser, cada centímetro de su cuerpo, cada fragmento de su alma, lo adoraba tanto que temía nunca poder tener suficiente, nunca poder sentir satisfacción, porque siempre querría más y más.

Sus ojos comenzaron a llorar nuevamente, pero el motivo era distinto, el sentimiento que lo provocaba también. Por fin sintió comprenderlo, saber que pensaba, creer lo que decía, sabía que esta vez era honesto.

― Es cierto, odié amarte, me odié por amarte, y te odié por amarte, era una paradoja confusa, no lo entendía, pero ahora...― Imhara se mordió el labio inferior y escupió sus palabras rápida pero dulcemente ― Ahora sí... ahora te entiendo, entiendo por lo que tuviste que pasar, si sería para protegerte yo hubiera hecho lo mismo, no importa que debería hacer, o que tan lejos llegar, lo hubiera hecho― Imhara acarició con su índice el labio inferior de Dharek, recorrió toda aquella suave carne rosada, se deleitó con el rose de su dedo en su boca ― También entiendo que no te amo...

Él al escuchar esas palabras su mirada cayó junto con su corazón, eran palabras difíciles de procesar, pero Imhara siguió hablando:

― Entiendo que es un sentimiento aún más fuerte, eres como una religión, te adoro, te alabo, te idolatro, te venero, y aun peor, eres el amo de mi vida, el dios de mis respiros, el dueño de todo mi ser, mente y sentimientos, te pertenezco toda...― La confesión de Imhara hubiera continuado si Dharek no la hubiera interrumpido.

Pero no la interrumpió con palabras.

La interrumpió con un beso, ganó la distancia que los separaba y colocó sus labios con los suyos.

Dharek sorbió de su boca aquel dulce sabor, probó sus suaves carnes faciales, sintió la humedad de sus labios agravada por el llanto.

Dharek fue gentil y dócil al besarla, la besó tiernamente.

Había imaginado besarla antes, pero la realidad le ganó a su imaginación, era mucho mejor, nunca podría haber imaginado algo tan perfecto.

Imhara no le devolvió el beso, estaba bastante atónita para devolvérselo, pero eso no significó que su corazón no se volvió agresivo en su pecho golpeando las paredes torácicas, eso tampoco significó que no sintiera sus labios en los suyos, sus manos sudar y sus fuerzas flaquear.

El beso fue breve, pero para ella duró cien años.

Dharek retiró su boca lentamente y mirando sus ojos celestes le dijo:

― Exageraste un poco con tu confesión.

―No, no lo hice.    

Imhara StheelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora