Cap. 7...

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Luego de que la reina los salvara, Imhara se preguntó si detuvo al príncipe de atravesarle su preciado cuello porque ella ya había dado una orden y no dejaría que nadie se atreviese, incluso su propio hijo, a desobedecerle, o por que se había apiadado de ellos, al verlos tan indefensos.

Estaba segura que era por la primera opción.

Luego de esa salvada ambos fueron arrojados dentro de un calabozo oscuro y húmedo.

La prisión era oscura, pero no tanto, el único haz de luz ingresaba por la puerta metálica, y en todos sus rincones se respiraba la humedad. Habían dos camas que se veían muy incomodas y frías colocadas paralelamente contra las paredes de piedra.

Dharek, se sentó en una de las camas y no le dirigió la palabra a Imhara durante un largo rato, ni siquiera le dirigía la vista. Imhara lo observaba, pero no le decía nada, no sabía que decir, pensó que lo mejor sería disculparse primero:

― Quiero pedirt...

― ¿Cómo pudiste engañarme?― la interrumpió Dharek entristecido y a la vez furioso, y levantándose de su asiento continuó hablando mientras caminaba en el pequeño espacio de la habitación― ¡Claro que querías buscar a tus padres!, porque uno es un elfo y otro un humano, pero no es tan simple, ¡El peligro que corríamos era incalculable!, y aun peor... ¡Caímos en prisiones élficas! ¿Cómo se supone que me salve de esta?, ¿Desde un principio tu pensaste en venir a Fhederor?, ¡Pues claro que sí!, ¡¿Cómo pude ser tan estúpido?! Sólo me queda sentarme a aguardar la muerte, ¡y tu quieres disculparte!, ¿Qué más podría hacer?, ¿Aceptarlas sin más?...

― ¡Yo no te obligué a venir!― lo interrumpe Imhara ― ¡Tú te ofreciste!, y dijiste que nada te haría cambiar de opinión.

― ¡Sí!, pero tuviste que decirme toda la verdad, ¿Cómo se supone que te ayudaría si ni siquiera sabía que eras semielfo?, además nos habría ahorrado la cárcel.

― ¿Me habrías ayudado igual?― preguntó Imhara llevando sus manos a su pecho sintiendo su corazón enternecer por la afirmación de Dharek.

― ¡Por supuesto!, habría valorado tu honestidad, además ya estaba metido en esto, y como te dije no puedo dejar a una mujer sola en el bosque, no importa si es humana o elfo, o semielfo.

Su conversación fue interrumpida por alguien que llamaba a la puerta de la celda, era la anciana que habían visto cuando los llevaron ante la reina, su arrugado rostro los observaba fijamente, y con su decrépito dedo señaló a la joven semielfo, sus marchitos labios bocearon palabras, débiles pero tangibles al oído de los jóvenes.

― ¡Tú!, la mestiza, tu destino te depara un futuro, el cual debe ser concretado, no puedo dejarte aquí― la anciana sostuvo entre sus decadentes dedos el candado de la puerta reja por unos segundos hasta que este se desarmó por completo, abrió la celda que los aprisionaba, e invitándolos a salir les dijo ― No puedo decirte quiénes son tus padres, pero se quien sí puede. Al tener sangre de elfo la madre naturaleza es tu protectora, y ella lo sabe todo, debes busca a Erydh la druida, ella es la única que conoce el camino a la morada de la madre naturaleza.

La anciana se retiró velozmente de la vista de los dos jóvenes, y vieron que tenían la salida libre para escapar por la puerta de la prisión, la cual da al bosque.

Salieron del reino sin ningún obstáculo que los ralentizara de su objetivo. Salieron rápido, sin detenerse, porque en cualquier momento los elfos podían notar su ausencia.

Continuaron su viaje corriendo por el bosque y sin cargar con ellos ningún arma o provisión, ya que todo lo que traían había quedado en manos de los elfos de Fhederor.

Corrieron largo tiempo hasta estar seguros que habían dejado al reino élfico muy atrás.

Entre Dharek e Imhara había un inmenso silencio, durante todo el tiempo que anduvieron escapando no se dirigieron la palabra.

Imhara sentía que una llama quemaba las paredes de su corazón, se sentía profundamente culpable y triste, creía que la amistad que había empezado a surgir entre Dharek y ella se había quebrado violentamente y se había levantado un fornido muro entre ellos dos. Seguramente nunca volvería a confiar en ella, nunca más, y eso la destrozaba por dentro.

Cuando Dharek percibió que la noche se acercaba se detuvo y dirigiendo la mirada a Imhara por primera vez desde que habían abandonado la prisión élfica, le dijo:

― Tenemos que encontrar un lugar donde pasar la noche, estamos desprotegidos, sin comida, sin armas, necesitamos un lugar que nos proteja de las bestias.

― Podríamos buscar un lugar alto, tal vez una rama de árbol.

Dharek giró sobre sí mismo y descubrió a unos pasos un enorme árbol, de macizo tronco que se elevaba por las alturas, parecía que aquel árbol hubiera vivido largas eras, se veía viejo, pero fuerte, sus gruesas ramas eran perfectas para sostener a dos personas sobre ellas.

Subieron el árbol y se instalaron en una rama a una altura de cinco metros del suelo, la rama era tan gruesa que podían recostarse ambos sobre ella y sobraba espacio suficiente.

Dharek se sentó admirando las estrellas del firmamento, Imhara lo acompañaba en su contemplación.

La mestiza se sorprendió al ver que el joven sonreía, luego de unos segundo Dharek volvió a dirigirle la palabra.

― ¡Todo es muy extraño!, ¿No crees?, fue extraño saber que eras mitad elfo, y las cosas se pusieron aun más misteriosas cuando esa anciana nos liberó, dijo que debíamos buscar a una druida, ¿Cómo se supone que la hallemos? No sabemos nada de ella.

― Sólo que su nombre es Erydh― Dijo esperanzada y con el corazón tierno, le sorprendía que todavía quisiera acompañarla en el viaje.

― Y no es de gran ayuda― Dharek volvió a sonreír, Imhara no encontraba la gracia ― Si es que me rio es porque todo es ilógico, no comprendo nada de nada, de cualquier caso ¿Qué cambiara que sepas quiénes son tus padres?, a mí concierne nada, pero la anciana dijo que ese destino debía llevarse a cabo, entonces eso me hace pensar que tus padres tal vez no fueron un simple elfo ni un corriente humano, la anciana sabe algo, pero no quiso decirlo, ¿Por qué?, ¿Por qué correría peligro si su boca liberaba cierta información?

― En ese caso tú haces parecer las cosas muy lógicas.

― ¡Por que intento ser lógico!― Dharek suspiró profundamente y continuo hablando― Pero me preocupa más otra cosa, perdimos a mi quagga y las provisiones, y estamos desprotegidos sin armas.

― Entonces hagamos nuestras armas― Imhara cortó una rama que tenia cercana y desató el cinturón que sostenía su vestido a la cintura, y uniendo el cinturón con la rama creó un arco ― Solo necesitamos flechas.    

Imhara StheelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora