El turno no tardó en llegarles. Julie se sintió nerviosa, jamás había sido buena mentirosa...y sabía que la noche acabaría en desastre si era que por su culpa no les permitian la entrada. Aunque bueno (de todas maneras) si resultaba que las dejaban entrar, la noche acabaría de todas formas, en desastre también. Así que dado ese punto, el final de la noche (bajo las dos opciones) no distaría tanto de la realidad.

 

Uno de los gorilas que hacía guardia en la puerta revisó identificación por identificación con meticulosidad, hasta detenerse en Julie. Ella le entregó la suya tratando de disimular su nerviosismo. Su cuerpo adoptó una posición de seguridad, y sus labios se elevaron en una sonrisa deslumbrante.

 

—Adelante—dijo el Gorila al cabo de unos extensos segundos, y sin mirarla directamente a los ojos.

 

Dentro, el lugar era indescriptible. Los pequeños clubes nocturnos a los que Julie estaba acostumbrada en Oregón ni se le acercaban. Las luces de neón brillaban en todo el suelo del local. Había, seguro, más de dos barras y los barman apenas podían trabajar con tanta gente a la vez. El centro de la pista de baile estaba agarrotado de personas sudorosas bailando al compás de las canciones de—al momento—Calvin Harris.

 

—Como pude conformarme todos estos años con Oregón, existiendo semejante lugar—se quejó dramáticamente Sophie. Tenía una sonrisa que ocupaba la mitad de su cara, y a su lado Zoe estaba en el mismo estado, irradiando entusiasmo.

 

—Recuerden sus identificaciones falsas, aquí dentro seguramente no seamos las únicas infiltradas, pero hay que tener cuidado—advirtió Eileen echando un largo vistazo a todo su alrededor.

 

—Lo que sea, ¡vamos a beber y a bailar!—chillo Sophie

 

Julie le sonrió a sus amigas y las siguió mientras cruzaban la pista yendo directamente a por una bebida. En ese momento se dispuso a olvidarse de todo, y entre ello a que existía una vida fuera del club, a que dentro de unas semanas el verano acabaría e iniciaría su vida como Universitaria, y a olvidarse de que (entre tanto estudio) apenas tendría tiempo para el tipo de actividades que efectuaba en ese instante.

Se planteó mentalmente un objetivo: aquella noche no existiría nada más que pura y exclusiva diversión.

 

(...)

 

Tras su quinto chupito en la noche, Julie arrastró a Eileen a la pista de baile donde Sophie y Zoe se encontraban bailando. La promesa de poco alcohol había quedado para ella completamente en el olvido. Había sido propia la decisión de dejarse llevar, más sus amigas habían encontrado esa una oportunidad perfecta para influir. Así que para ese momento Julie se encontraba bailando sensual y descontroladamente entre toda la gente de la pista. Evitando dar y recibir codazos. No recordaba haberse sentido tan bien en algún momento de su vida.

 

Dejarse llevar se sentía completamente genial.

 

—Maldita Juliette—gritó Sophie

 

Julie sonrió, sabía a lo que su mejor amiga se refería.

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