—Tengo algo para ti —me dijo.

Lo mire.

—Bueno —se acercó a su chaqueta y de un bolsillo interior saco una pequeña caja negra. —Cumplimos dos meses —se acercó a mí. —Los mejores dos meses —sonrió. —Y quería que tuvieras esto —abrió la caja.

Dentro había un hermoso collar, mis extensos conocimientos en joyería me decían que era de oro, con una elaborada cadena delgada que tenía un pequeño corazón colgando.

Mire el collar emocionada.

—Era de mi madre —hizo una pausa. —De mi verdadera madre —Instintivamente se me vino el nombre de Jessica a la cabeza.

—Logan —susurre, mientras tocaba el collar.

—Yo le grabe algo —lo dio la vuelta, mostrándome un hermoso grabado que decía: ‘Tienes una parte de mi corazón’.

Lo mire con ternura.

—Es hermoso —sonreí.

—Y muy honesto —lo bese cortamente.

—Pero es de tu madre y yo…no puedo aceptarlo.

—Alexa —me miró. —Quiero que lo tengas.

—Pero… —me interrumpió.

—Vamos, ¿or mí? —lance un suspiro. No podía decirle que no.

—Está bien —él sonrió.

— ¿Puedo? —levanto el collar.

—Claro —me di vuelta y levante mi cabello. Me rodeo el cuello con el delicado collar y lo abrocho. Lo mire. — ¿Cómo me queda?

—Perfecto —sonrió.

Derek.

—Hola princesa —dije al escuchar su ‘¿Hola?’ por el teléfono.

—Derek —respondió. — ¿Qué pasa?

—Llamaba para decirte que te veré en el hospital.

— ¿Por qué? ¿Paso algo? —sentí como se preocupaba, y eso no era bueno para él bebe.

—No, no, tranquila. Solo que estoy algo lejos y no quiero hacerte esperar —mentí. —Ve al hospital y te veré allí.

—Claro —suspiro. — ¿Qué quieres que sea? —dijo después de una pausa.

—Si es un niño será mi campeón —sonreí. —Si es una niña será la princesa mejor cuidada del mundo.

— ¿Y si son dos? —dijo preocupada pero luego rio, y reí con ella. Me encantaba su risa, era contagiosa pero no irritante, la escucharía todo el día. —Bueno voy de camino al hospital. Adiós.

—Adiós —colgó y yo seguí conduciendo hasta el muelle.

El hospital quedaba a pocas cuadras del muelle. Pero tenía que decirle a Sam que me faltaba más camino.

Camine por el muelle hasta llegar a una feria de artesanos, allí, había un gran lugar donde vendían flores. Y tenían las que necesitaba, Camelias. Era el único lugar en todo Los Ángeles donde las vendían, eran algo costosas, pero Sam lo valía.

Observe las flores detenidamente, habían muchas Camelias, de todos los colores. Al final me decidí por un hermoso ramo de Camelias rosadas y blancas.

—Ese por favor —le dije al anciano que atendía el lugar, mientras apuntaba el ramo que quería.

—Muy buena elección —tomo el ramo con cuidado y lo envolvió en un papel transparente. — ¿Para alguna señorita en especial?

No es mi vida, es solo una misión másWhere stories live. Discover now