¿Y ahora qué?

979 82 7
                                    

Un receso en la muy conocida escuela, dónde la maestra no los dejaba salir, entre varias razones, por no entregar sus trabajos.
— Nadie sale de aquí hasta entregarme esos ejercicios, ¿de acuerdo?

Nadie dijo nada, la mayoría estaba muy concentrado en el ejercicio final, pues, según los alumnos, era el más difícil.

La maestra carraspeó, mientras dictaba de forma firme

— Dije, ¿de acuerdo? —. Al ver a los alumnos decir en coro (mal coordinado, por cierto) "Sí, profesora", habló— Eso creí.

Todo alumno de la institución, da igual el grado, el grupo, el apellido, los genes o lo que opinaran de las quesadillas, todos sin excepción compartían la misma opinión: Odiaban a muerte a esa profesora.

Decir que algunos tenían hambre era poco, estaban muriendo allí adentro, sofocados. Una sensación de inconformidad invadía la sala, y daba la sensación de que, de haber sido cualquier otro profesor, hubieran salido corriendo de allí, gritando insultos al aire. Aunque ganas no faltaban, si se puede el comentario.

Al menos eso creía el menor del pequeño grupo, Sparta. Quien, a pesar de odiar trabajar bajo presión, entregó el trabajo. Sabía — y con "sabía" Es que lo vió — que Rius fue uno de los pocos en salir junto al toque, con algo de suerte lo podría divisar entre la gente.

Pero Sparta no contaba que alguien en el salón esperaba que entregara el trabajo para poder alcanzarlo.

Sintió un agarre en su brazo. No hacía falta voltearse para saber quien era.

No había falta voltearse para saber que era Raptor.

— Sparta, ¿podemos hablar? —. El mencionado volteó a todos lados, buscando una excusa lo suficientemente creíble para poder salir de aquella situación. Aunque ninguna excusa sería creíble a ese punto. Tomó aire de forma disimulada.

— No... No creo que debamos de hablar de algo, Raptor. —. Fueron las únicas palabras que pudo formular, y le sorprendió el hecho de que no hubiera tartamudeado, aunque el nerviosismo era más que evidente en su voz

— ¿No? ¿Estás completamente seguro de que no? Tu voz no suena a la que usan para afirmar cosas.

— Olvídalo, ¿quieres? —. No se atrevía a darle la mirada al mayor, se encontraba mirando a un costado de él. Sabía que su mirada le causaría un efecto que lo haría sentir sumiso a lo que dijera

— ¿Olvidar qué? ¿Lo del beso? No creo poder hacerlo

Por más que trataba de zafarse, no podía aplicar la fuerza suficiente. A veces odiaba ser tan débil, traía problemas. Resignado, dejó de intentarlo, pues cada vez le agarraba con más fuerza del antebrazo, y a ese paso le terminaría doliendo.

— ¿Ah, no? ¿Puedo saber el por qué?

— Puedes. Pero no aquí.

— ¿Entonces dónde? Tengo hambre, y no ayudas.

Realmente no tenía hambre, se le había quitado cuando Raptor mencionó de forma natural lo del beso en el parque.

— Solo... Solo quiero decirte que no te odio, ¿entiendes? —. Por primera vez, Sparta se había animado a hacer contacto visual con Raptor. Mala idea, con ver su mirada verde fija en él, se había puesto más nervioso que antes, y podía jurar que estaba ardiendo, tanto por sus palabras, cómo por su mirada. ¿Siempre había hecho tanto calor?

— Eh... Entiendo. —. Pasó saliva, a pesar de saber lo mal (o bien, dependiendo el punto de vista) que se sentía cuando miraba a Raptor, no podía despegar la vista.

Por eso se dió cuenta de que el mayor dudaba de algo, y aflojó el agarre, despegando finalmente su mano. Apartó su brazo, aún mirando a quien estaba en frente.

— B-bueno... Eh, ya vámonos

Se dió la vuelta, dispuesto a caminar. Los pasillos estaban algo vacíos, pero había alumnos que aún no salían de la "clase" de matemáticas, por lo que se oía.

Pero, de forma totalmente imprevista, Raptor volvió a agarrar a Sparta, está vez de su chamarra, y lo obligó a voltear. Y el menor no pudo ni decir nada, pues un beso fue depositado en sus labios. No duró mucho, fue algo veloz, pero sin duda fue suficiente para que Sparta pueda terminar sonrojado.

— Ahora sí, vamos —. Sonrió al ver la cara del menor, tan desconcertada como confusa, y con un fuerte color rojo adornando sus mejillas.

Pero en otro lado, Musi hablaba con Timba. Y con hablar se refería a tratar de despertarlo. Que, por cierto, no logró. Si no, que soltó un quejido de molestia.

— Vete con tu novio, mejor...

— ¿Novio? ¿No había dicho novia? —. Poco le importaba si Timba sabía que era falsa; en ese estado no recordaría nada al tener sus 5 sentidos.

— Creo... Pero alguien dijo que Flex era tu novio —. Bostezó.

— ¿Alguien dijo que Flex es mi...? —. No tardó en saber quien lo difundió, era obvio

Pero ya no podía hablar con Timba, había vuelto a dormir.

—–-·-–—

792 arriba.

Ok, pudo quedar más corto, si se pudo burro

Mis gatos están de contrabando, ah.

Btw, creo que debería volver a escribir la de Spartor que hice hace algo de tiempo, pero... No lo sé, la paja. La haré, lo juro.

Y... Creo que ya¿ Aparte de que he notado un cambio súper bueno para ser un año, pues... No creo decir algo.

La nota se fue de vacaciones permanentes :(

29-12-19

¡Si tienes tele, ahí te ves!

Solo una promesa |FlexkatoWhere stories live. Discover now