—Supongo que son las normas, y ese es su deber — me encogí de hombros.

—Te equivocas, lo que sucede aquí dentro, se queda aquí dentro, y si no paso un reporte o una ficha al director del instituto no existe una prueba de que estuviste en detención y por ende, ninguna mancha en ningún expediente.

—P- pero el subdirector...

—El subdirector tampoco tiene mucho que ver en realidad—me corta—. Él solo te envía a detención a cumplir un castigo, si lo cumples está todo listo, y si no, pues te fichan y reportan. Normalmente a los estudiantes les da igual, pero en tu caso sí es algo delicado, porque tener una ficha o reporte en tu expediente te resta posibilidades a la hora de optar por la beca, ya que se exige un expediente sumamente limpio.

—Entiendo— asiento totalmente desanimado y a la vez cabreado.

—Pero no te preocupes, tengo una costumbre con los estudiantes que pasan a detención por un tiempo relativamente largo, claro, eres el primer "cerebrito" que pasará por él ya que ninguno ha estado aquí, por razones obvias.

—Yo tampoco hubiese estado si no fuese por esa...

—¿Por quién?— interrumpe el maestro muy curioso.

—Na' olvídelo, mejor cuénteme qué pacto tengo que hacer para que mi expediente salga ileso de toda esta mierda.

—Ningún pacto, hijo, solo un ensayo bien formulado, pero eso ya lo explicaré cuando estén todos.

«¡Menos mal será un simple ensayo! Eso es algo que lo puedo manejar» pienso.

Cuando todos se ubican en sus respectivos asientos entra la llamada Miley la sangrona, y viene directo a donde estoy. 

—¿Qué demonios te sucede?— pregunta algo exasperada.

El maestro Crover se disculpa dirigiéndose al baño, no sin antes decirle a Miley que me tenga paciencia. ¿Es en serio? 

—A mi nada sangronita, ¿y a ti?— le hablo de manera relajada.

—Por lo más sagrado que solo llevas tres días con este, viniendo aquí y ya me tienes los ovarios hinchados con tus idioteces. ¿Qué te cuesta ocupar otro asiento? ¿Qué te cuesta poner tu cochino e inexistente trasero en otro pupitre?

Wow, hay que admitir que posee un gran repertorio de insultos.

—¿Me has estado observando el trasero, cochina?— pregunto con sorna.

—No me jodas, imbécil y dame mi asiento.

—Nop, será mejor que ocupes otro  si no quieres tener que sentarte al lado mío por estar de sangrona. Y créeme, que eso es lo que menos queremos.

Ella se gira rápidamente verificando que todos han estado ocupando sus asientos y el único que ha quedado libre ha sido el que por desgracia se encuentra a mi lado.

—¡MALDICIÓN!— exclamó fuertemente la muy loca.

—NO MALDIGAS, MIRA QUE AL SEÑOR JESUCRISTO...

—¡OHH, TU CALLATE Y NO ME DIGAS SI DEBO O NO MALDECIR, ES MI PUTA BOCA!—interrumpe una muy cabreada Miley a Cassy una estudiante del tercer año que creo que es mormón o algo así y se toma muy en serio lo de su religión.

30 Días en detención ©حيث تعيش القصص. اكتشف الآن