Segunda parte

327 4 0
                                    

La muchedumbre se agolpaba en la puerta de la casa de los Ivanov.

Cuando un coche pasó por la puerta de la casa, una mujer rubia

de mediana edad se asomó por la ventanilla y miró la escena con

cara de repugnancia.

— ¡Mirad, ricos: los Ivanov sí son buena gente! —gritó una mujer

hacia el coche.

— ¡No como vosotros, que lo queréis todo para vosotros! —

continuó otra voz mientras el carruaje desaparecía en la lejanía.

21

Vera parecía encantada sosteniendo en brazos a Tania. La hermana

de Marta era rubia con los ojos verdes como su hermana. Era

soltera y no tenía ningún compromiso.

— ¿Ha visto qué blanca es la niña, doctor? —aseguró Vera.

— Sí, es una criatura preciosa. Parece salida de la nieve.

Mientras tanto, Iván estaba en la cuadra acariciando a su caballo

negro, llamado Bucéfalo. Adoraba a ese caballo, le encantaba montarlo.

Nunca olvidará cuando se lo regaló su suegro. Era un verano

caluroso de hace varios años.

— Mira qué caballo me he encontrado —dijo aquella tarde Vladimir.

— ¡Pero si es fantástico!

— Pues es para ti.

Pero en ese momento el caballo se desbocó y empezó a cabalgar.

De pronto, dio media vuelta y se fue directo a Iván.

— ¡Qué fuerte! ¡Ha vuelto a ti, como el caballo de Alejandro

Magno! Pues llámalo Bucéfalo —dijo Alexander muy nervioso.

— Es verdad, hijo. Lo recuerdo de los libros. Nadie lo podía

montar y Bucéfalo solo permitió ser montado por Alejandro Magno

—afirmó Vladimir asombrado.

Las risas del doctor le devolvieron al presente. Acarició por última

vez esa noche a su compañero y salió de la cuadra para dirigirse

a su casa. Entró en su habitación y abrazó a Natasha mientras le

decía:

— Tengo ganas de que llegue la primavera para poder llevar a

Bucéfalo a las montañas.

22

— Este don Pedro pasa más tiempo aquí que en su casa —

afirmó Vera que entraba en la estancia con Tania en brazos.

— Deja al pobre hombre. Yo me rio mucho con él —añadió Iván

el Cazador mientras cogía a su hija Tania en brazos.

Marta estaba en la biblioteca arreglando un lienzo cuando oyó

las carcajadas del doctor. Recogió todos sus utensilios de pintura y

bajó al salón. Cuando llegó encontró al médico riéndose contando

Entre dos mares ( primeras páginas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora