Primera parte

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C A P Í T U L O 1

L A H I J A D E L A N I E V E

Yerevan (Armenia), finales del s. XIX.

Una tarde de diciembre, la silueta de un águila cortaba el aire gélido.

El sol invernal proyectaba la sombra del ave sobre las

copas de los árboles. Entre la penumbra del bosque se escapó el aullido

de un lobo. La sombra del águila llegó hasta una casa habitada

por la familia Ivanov que esperaba desesperada un nacimiento y la

llegada de un médico. En ese mismo instante sonó la puerta de la

calle: era el médico.

El mes de diciembre en esta parte meridional del Cáucaso es especialmente

frío. Un clima normal teniendo en cuenta su situación

geográfica. El abrigado médico entró en la casa saludando a la familia

y entregó su abrigo al primer familiar que encontró por el pasillo.

Alexander cogió el abrigo. El doctor entró en la habitación y,

viendo las caras de preocupación de las personas que rodeaban a la

muchacha, sentenció:

- Parece mentira que estemos en un nacimiento.

- ¿Por qué dice eso, doctor? -dijo Marta, la madre de Natasha,

la parturienta.

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- Pues porque, viendo sus semblantes, esto parece más un entierro

que un nacimiento.

- Don Pedro tiene razón. ¿Quiere un trago de Vodka, amigo?

-invitó Vladimir, el padre de la encamada.

- Déjate de historias, siempre aprovechando la oportunidad

para beber -le reprochó Marta, su mujer.

- Las contracciones son muy seguidas. Mujeres, vosotras tenéis

experiencia en estos asuntos -aseguró don Pedro que se había inclinado

para reconocer a su paciente.

- Mi hermana y yo nos hacemos cargo. Tiene razón el doctor

-dijo Marta.

- Venga conmigo, don Pedro, y le serviré un vaso de vodka -

dijo Vladimir el escritor.

El médico y Vladimir salieron de la habitación y se dirigieron al

gran salón. Al entrar, don Pedro se fijó en un libro que estaba apoyado

en la chimenea y se dirigió hacia él. Sin pensárselo agarró el

volumen y se dio cuenta de que era Crimen y Castigo.

- ¿Este libro de quién es? -preguntó asombrado.

- Es de mi hijo Alexander; le encanta la literatura.

- Pues su hijo no deja de sorprenderme, amigo Vladimir. Este

libro es de mis favoritos -dijo don Pedro.

El escritor se inclinó para coger unos troncos para tirar al fuego.

En ese momento un fuerte grito salió de la habitación de Natasha.

Era su madre Marta, que estaba tranquilizando a su hermana Vera.

Entre dos mares ( primeras páginas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora