✖7. "¿Qué haces aquí?"

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—¿Qué traes ahí cariño? —alzó una ceja.

—Traje donas y capuchino —sonrió mostrando sus dientes. Dejó todo encima del escritorio procurando de hacer a un lado los papeles, Justin tomó su cintura y la sentó en su regazo.

—Me encanta como se te ve ése vestido —ronroneó sobre su cuello. Besó suavemente el hombro de la chica y apretó despacio su cintura, atrayendo más su cuerpo al suyo.

—Justin... —mordió su labio, soltando una pequeña risita. —Estamos en tu oficina, no hagas eso —negó con la cabeza, mirándolo con diversión.

—¿Y qué? —arqueó una ceja, encogiéndose en hombros. —Soy el jefe de todo esto preciosa, no veo el problema. Puedo hacer lo que quiera y cuando quiera —le sonrió con pícardia.

—Oh no sea tan presumido, señor Bieber —sonrió coquetamente. Estiró su mano tomando la caja de donas. —¿Chocolate o vainilla? —abrió la caja y le mostró más de cerca las donas de diferentes sabores.

—Chocolate —tomó una bañada en chocolate blanco y negro. —¿A qué hora terminas las clases hoy? —le dio un gran mordisco y su paladar disfrutó del delicioso sabor.

—A las cinco —tomó un sorbo del café. —Todos los lunes salgo más temprano que tú.

—Cierto —ladeó la cabeza. —Entonces llegarás temprano a casa, ¿no?

—Sí —asintió con la cabeza, dándole otro mordisco a su dona. —¿Por qué?

—Me gustaría que me prepararas algo delicioso para la cena —sonrió mostrando los dientes, como un niño pequeño pidiendo un dulce. —Lo haría yo, pero tú cocinas mejor que yo.

—¡Claro! Sabes que me encanta cocinarte —exclamó, besando la comisura de sus labios. —Haré tu plato favorito —sonrió, quedándose pensativa unos segundos. —Tengo que pasar primero por el supermercado, debo comprar los ingredientes.

—Bien —sonrió terminando de comerse la dona. —Sé que me encantará, todo lo que haces me encanta —acarició su mejilla con el dedo pulgar, acercó su rostro al suyo y plantó un suave beso.

—Amor —separó lentamente su rostro del suyo, para mirarle mejor a los ojos. —Últimamente te he notado muy tenso, ¿te pasa algo y no me haz querido decir nada? —preguntó un tanto preocupada.

Justin maldijo mentalmente, pensó rápidamente en una lógica y creíble excusa, nunca le había sido fácil mentirle a personas que lo conocían como la palma de su mano. Y Natalie no es la excepción, aunque él ocultase sus emociones, ella lo terminaba descubriendo de todas formas.

—El trabajo me tiene agotado —hizo una mueca, pasándose las manos por el cabello. —Y gracias a ello no hemos pasado tanto tiempo juntos, odio no poder estar contigo en tus tiempos libres —suspiró con pesadez. En cierta forma sí estaba diciéndole la verdad, pero mentía diciendo que el trabajo le agotaba.

—Sabes perfectamente que acepto tu trabajo, yo también trabajo y te entiendo muy bien. No es como si no nos viésemos en todo el día, siempre encuentras la forma de pasar más tiempo conmigo —rodeó su cuello besándolo lentamente, un beso apasionado y dulce. —Esas pequeñas cosas me hacen quererte aún más.

El ojimiel miró detenidamente aquellos preciosos ojos esmeraldas, echó un mechón detrás de su oreja y contempló la belleza de aquella mujer, una de las mujeres más asombrosas y tiernas del mundo. De eso no cabía duda y él mejor que nadie lo sabía, siempre lo ha tenido en cuenta.

—Joder Nati, eres la persona más tierna y adorable que he conocido —tomó delicadamente su rostro y volvió a besarla, con fuerza y pasión. Con cierto temor de perderla.

Lo que un día fue » Justin Bieber ➳Editando.Where stories live. Discover now