Corazón Contra Todo (Camren G!P) (ADAPTACIÓN)

22.- Nuevos reencuentros, nuevos comienzos (Parte 1)

- ¿Cuánto... cuánto me dan? -

- Días- dijo bajando la cabeza y sus lágrimas corriendo por sus mejillas-

- Wow- sentía como sus propias lágrimas corrían por su rostro, se preguntaba si era un castigo de Dios después de desobedecer tanto- Lolo, ven échate conmigo- sintió el peso de su esposa a su lado y la abrazó-

- No quiero que nada te pase-

- Amor, debes prometerme que cuidarás de los niños, que darás lo mejor de ti por ellos, Mia y Vitaliy te necesitan mucho- su voz estaba quebrada aún así firme

- No, no digas eso, no te despidas, no me des instrucciones, tú tienes que luchar- la desesperación se apoderaba de la ojiverde.

- Por favor Lauren no quiero que algo me pase y que tú no prometas cuidar a nuestros hijos, sé que ustedes aman solo una vez pero al menos trata de encontrar a alguien por favor- hizo clara referencia a los Jauregui.

- Camz calla por favor- las lágrimas salían cada vez más rápido-

- Lauren no quiero por favor tu solo promételo-

- No, no Camz tú vas a salir de aquí y verás crecer a tus hijos, a nuestros hijos y no se habla más-

- Lauren...- intentando de conversarla

- Sabes que, no hablaré más al respecto, iré a comprar algo de comer quieres algo...- dijo levantándose de la cama

- Lolo- intentó volver a convencerla-

- Bien, ya regreso- salió de la habitación

La ojiverde caminó a paso lento hasta la cafetería no tenía ánimos de volver, no si lo que esperaba era volver a tener la misma conversación con su esposa. Sabía que prometerle cuidar a sus hijos le daría paz a su morena y esa paz podría significar que ella dejara de luchar y no permitiría que su princesa se rindiera. Fue hasta la cafetería y compró el té favorito de la morena, té verde con limón y un toque de miel junto con un pastel de frambuesas que tanto amaba. Volvía por el mismo camino de regreso tranquila a paso lento. Cuando estaba a unos metros sintió como una enfermera casi la hace botar el té cuando corrió a su lado, otro más pasó corriendo y su corazón se aceleró, sintió que algo estaba mal. Apresuró un poco el paso, dobló la esquina hacia la habitación de Camila y vió como otras enfermeras entraban corriendo. Sentía como su corazón subió a su garganta y todo comenzaba a verse en cámara lenta. Dejó caer su té junto el pastel y corrió también tras las enfermeras sin mirar. El cuadro que se encontró fue el peor. Sobre la camilla su esposa estaba tratando de ser resucitada.

- ¡Camz! - gritó al entrar- ¡CAMZ!, ¡CAMZ!, ¡CAMZ! - gritaba una y otra vez intentando llegar cuando un enfermero la sostuvo fuerte-

- Sáquenla- dijo una doctora-

- NO, YO QUIERO ESTAR AQUÍ-

- ¡QUE LA SAQUEN!- gritó aquella doctora

Lauren salió a la fuerza y la dejaron afuera sin poder ver nada. Comenzó caminar a paso rápido en el hospital hasta que se fue corriendo con lágrimas en los ojos, dobla en una esquina, baja las escaleras sin ver exactamente por donde solo necesitaba correr, despejarse o ¿era alejarse?... tal vez, solo tal vez si corría tan rápido podría alejarse de todo y llegar a un futuro donde todo estaba bien, donde tenía a su esposa y a sus hijos junto a ella frente a un hermoso lago y todo solo sea risas y diversión.

Cuando sentía que los pulmones le ardían de tanto correr porque jamás imaginó que el hospital fuera tan grande se detuvo. Se inclinó posando sus manos sobre sus rodillas tomando grandes bocanadas de aire. Aún las lágrimas corrían por su rostro dejando un camino. Volvió a tomar aire y se incorporó para ver donde estaba. Miró a su alrededor y descubrió que estaba unos cuantos pisos más bajo. Miró a su lado izquierdo y leyó el nombre de la sala que estaba allí. "CAPILLA". Respiró profundo y entró allí, era bastante oscura, había una enorme cruz en el centro y algunos bancos, no era una iglesia o un templo era solo un área para que los creyentes fueran a orar en las peores situaciones en el hospital. Caminó hasta un área donde había más de 40 velas y solo una que otra vela estaba encendida y prendió una. Volvió a caminar hasta llegar al centro frente a la enorme cruz y sus rodillas cedieron cayendo de rodillas.