36. Nada responsable

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Xia

Me quejaría de no estar en una fiesta, pero sinceramente me encanta encontrarme sentada sobre la rama de un árbol. Amo la altura, da esa interesante sensación de estar en el aire. Pero tengo una pregunta, no loca, pero quizás un poco extraña. Me rasco la cabeza, quedando pensativa.

—¿Cómo es qué llegue hasta aquí arriba? —me pregunto y meto la mano en el bolsillo de mi pantalón —¡Ah cierto, lo olvidé! —exclamo viendo el collar que tenía guardado.

Esta cosa tiene mi energía mística, quizás estaba dormida y vine volando hasta mí.

¿Yo? ¿Sonámbula?

—¡Nah, no creo! —Miro hacia abajo —No puedo encontrar otra explicación —Me río.

Visualizo a Eris caminando hasta el árbol y alza la vista, con ese rostro amargado que siempre tiene.

—¿Quieres indicarle al enemigo nuestra posición? —dice pesimista —Me encontrarán, por tu culpa.

—Oye, yo soy la que te estoy cuidando, chiquita —Hago puchero —. Más respeto.

Frunce el ceño.

—Bájate de ahí.

—Okey, de acuerdo, para la agresión, ya bajo —Guardo el collar en mi bolsillo.

Voy descendiendo en cada rama que me cruzo y doy un salto con la última. Le sonrío cuando me encuentro delante de ella, aunque me sigue mirando de mala manera.

—¿Qué? —Alzo las manos —Ya baje, eso era lo que querías ¿no? —Me acerco a su rostro —Tenerme cerca.

—Tus ojos se ven raros —opina.

Observo mi reflejo en un charco, viendo que mis pupilas están estiradas, como es normal en mi especie. Los cierro y me concentro, al abrirlos vuelven a ser circulares, así que regreso a mirar a la bruja, que se ve pensativa.

—¿Qué? —Me río.

—He estado varios días contigo —Se cruza de brazos —y empiezo a pensar que eres un dragón pero... —Hace una pausa mientras mi sonrisa se borra —¿Cómo es eso posible?

—¿Para qué te voy a mentir? Es cierto —Apoyo la mano es mis caderas —Sí, soy un dragón y estoy atrapada en este pequeño cuerpo —Me acerco nuevamente a su rostro —. Aquí entre nos, me encantan las cosas diminutas, pero no para serlo yo.

—¿No vas a decirme cómo cambias? Que yo sepa los dragones no se transforman en humanos de manera natural.

Sonrío otra vez.

—Con esto que me dió una sirena —digo campante, saco el collar de mi bolsillo y lo muevo en círculos por mis dedos, luego lo guardo rápido —pero no le digas a tus amiguitas brujitas, porque sino voy a morir. Ya sabes —Muevo las cejas —les gusta mi carne.

—No son mis amigas —Rueda los ojos.

—Claro, tú no tienes amigos —Chasqueo los dedos —pero no te preocupes, eso se soluciona —Le guiño el ojo.

—¿No entiendes que estoy maldita? —Levanta una ceja.

—Ah pero a mí no me afectan las maldiciones, por eso a ustedes les gusta mi carne —repito y agito la mano de forma despreocupada, luego alzo un dedo —. Así que apartir de ahora, me declaro tu mejor amiga.

—¿Qué haces? —exclama desconcertada cuando le agarro la mano.

—¡Nos vamos de fiesta! —Comienzo a correr.

—¡¡Espera!! —grita cuando la hago seguirme —¡¡Estás loca!!

—¡¡No, soy salvaje!!

—¡Nos van a encontrar, es peligroso, se un poco más responsable!

—¿Nunca has escuchado cómo me llama Ace? Soy la chica rebelde, la responsabilidad no está en mis venas.

Aradia #5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora