Acababa de llegar de la escuela. Estaba muy feliz por algo que ahora mismo ni me acuerdo. Ya sabes, cuando llegas con ese entusiasmo de contarles a tus padres como había ido tu día, pues así estaba yo. Solo que cuando entre en la casa esta estaba vacía. Comencé a llamar a mis padres pero no respondieron. Pero saben, eso no me extrañó. Pensé que se encontrarían en el huerto detrás de la casa. Así que, tranquilamente, me dirigí a la cocina y me prepare un sándwich. Mis padres aun no llegaban. Cuando terminé de comer me dirigí al baño y me di una ducha. Ellos seguían sin volver y yo comenzaba a preocuparme.
Me dispuse a salir de la casa para ver si estaban en la parte de atrás. No hice mas que pararme del sillón para salir, cuando escuche que alguien susurro mi nombre. Era raro, según yo mis padres estaban afuera, o tal vez habían entrado mientras me duchaba y no me di cuenta. Me dirigí a su cuarto y abrí la puerta, me asomé pero no había nadie. Iba a cerrar la puerta e irme pero algo me detuvo. No sé cómo explicarlo, lo único que sé es que cuando iba a cerrar, algo en mi cabeza me decía entra. Y claro, adolescente curiosa al fin, lo hice.
No había nada raro, todo estaba en orden, todo estaba en su lugar. Me situé frente a la cama y un destello de luz en el cabecero me hizo dar la vuelta, pero lo que vi me dejó helada de pies a cabeza.
